
Una de las facetas más importantes de nuestra existencia como existencia es la relación con los demás. Es en la relación con los demás como se forman todos nuestros problemas. Es en la relación con los demás cuando más nos alienamos de nosotros mismos. Y luego es utilizando la relación con los demás como uno quiere solucionar los problemas o, por lo menos, los síntomas de los problemas. Es en relación con el exterior, para concretar, como se forma la idea de que yo soy bueno o soy malo, soy listo o soy tonto. Porque es de los demás que me viene ese juicio que yo acepto. Pero luego, es en la medida en que yo me siento desvalido, angustiado, o solo, que estoy buscando soporte en los demás, seguridad, felicidad, etc. De modo que en la relación con los demás se elabora básicamente toda la problemática existencial del hombre.
Mi relación con el otro nunca puede ser de un modo distinto al nivel desde el cual yo estoy funcionando. Si yo estoy funcionando desde el personaje, solamente podré tratar a los otros como personajes a mi servicio, y es imposible que yo pueda cambiar eso mientras esté funcionando desde mi propio personaje.
En la medida que yo estoy más conectado con mi yo experiencia, viviré a los demás y los trataré en un sentido de realismo concreto y no de valores supuestos o de interpretaciones. Será un realismo inmediato. Y en la medida que yo pueda contactar a los demás desde mi eje profundo, viviré a los demás con entera libertad.
Cuando funciono como personaje, inevitablemente estoy juzgando a los demás y juzgándolos como ampliación de mi propio personaje. El personaje supone siempre que estoy viviendo en el yo idea infantil y estoy deseando llegar a un modelo ideal. Por lo tanto estaré mirando a los demás en función de esa dinámica interior. Tenderé a admirar y a valorar a las personas que se correspondan al modelo ideal y que vayan a favor de mi propio modelo ideal, y tenderé a rechazar a las personas que nieguen ese modelo ideal o que recuerden el aspecto negativo de mi yo ideal. Es una proyección inevitable, mecánica, en la que hemos estado funcionando prácticamente toda la vida. Me caerá simpática la persona ante quien yo me sienta más afirmado, más valioso, más seguro, y me caerá antipática la persona ante quien yo me sienta criticado, juzgado, rechazado.
Por eso, si realmente queremos descubrir y mejorar nuestra relación con los demás, el trabajo está en el despertar de uno mismo y vivirse más a uno mismo como lo que realmente es. Pretender mejorar la relación humana sin cambiar uno el modo de vivirse a sí mismo es absolutamente imposible. En cómo yo trato a los demás es inevitable la proyección de cómo yo me relaciono conmigo mismo. Yo no puedo ver a los demás con ojos distintos a como yo me veo a mí mismo. Yo no me puedo sentir en relación con los demás de un modo distinto a como me siento en relación conmigo. Yo no puedo entender a los demás de un modo distinto a como me entiendo en relación conmigo mismo.
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Por lo tanto aquí hay un trabajo a hacer. La relación humana es como un espejo que nos está mostrando cómo estamos viviendo realmente: a qué nivel, en qué actitud estamos viviendo.
Antonio Blay Foncuberta. “SER. Curso de psicología de la autorrealización”. Editorial sincronía. 2016.
Imagen propia.
Lo veo claramente en la relación con mi hija……..y este es un motor de querer saber quien soy , por amor al otro en este caso…..es equivocado sentirme así , tener esta motivacion ?, gracias.
Hola, Javier. Gracias por tu comentario.
No dejes que nadie te diga si estás equivocado o no. Procura despertar.