Mirar el personaje desde arriba 

     La realidad se despliega de arriba abajo: durante el descenso, hemos olvidado lo superior, que permanece en el inconsciente, y nos hemos identificado con el plano material. Así que la espiritualidad consiste en redescubrir esto que ha quedado oculto  en este viaje que algunos describen como una caída. Está oculto pero permanece, así que no es cuestión de que lo de abajo crezca para desarrollar lo superior, sino de tomar conciencia de que procede de arriba. Esta perspectiva cuestiona de raiz el famoso concepto de “desarrollo personal” y elimina muchos errores causados por esta idea de hacer “crecer” lo de abajo; sobre todo, si lo de abajo no es real, si es un invento como el personaje. Desde esta concepción errónea de la realidad lo único que puede crecer es la desorientación. 

Blay dice del personaje: “Interesa que se vea este carácter de superposición, de lo que yo creo ser y lo que quiero llegar a ser. Es la identificación. Yo me estoy viviendo como siendo alguien que no soy pero, en la medida que yo siga creyendo que soy ese que va mejorando y que cada vez consigue más cosas…, que va a llegar algún día a más…, en la medida que yo siga creyendo esto, viviré de acuerdo con ello y sufriré las consecuencias de esta creencia. Pero es evidente que eso no tiene nada que ver con mi realidad y, por lo tanto, con mi realización”. 

El caso es que, después de admitir que el personaje es un tinglado que carece de sentido, continuamos inmersos en este enredo. El propio personaje es capaz de integrar esta explicación sin que ello afecte la influencia que sigue teniendo en nuestra mente. 

Claro, él ya dice que no somos como deberíamos ser, que tendríamos que ser de otra manera; pero también dice que tenemos unas limitaciones inherentes a nuestra manera de ser que no tienen arreglo. Así que, nos aconseja disimularla parte que no funciona y resaltar la que nos favorece. Este es el programa del personaje: “Eres deficiente, tienes unas limitaciones insalvables, pero puedes desarrollar algunas cualidades que te permitirán dar una imagen más favorable y conseguir ser alguien”. Nos lo plantea de modo que nosotros proyectemos resolver la cuestión en un futuro más o menos cercano, pero no ahora. 

Y el personaje hace lo mismo con el propósito de despertar; nos dice: “estás dormido y deberías estar despierto, pero llegará un día en el que estarás despierto todo el rato”. Como esto de dormir y despertar son ideas del Trabajo espiritual, nos parece que por el hecho de pensarlas hemos cambiado de plano. Y no, seguimos dormidos; lo único que hemos hecho ha sido incorporar otra meta a nuestro yo ideal. En vez de soñar que llegaremos a ser muy ricos o a tener mucho éxito, estamos fabulando que alcanzaremos un elevado nivel de conciencia, pero no ahora: en el futuro. Y mientras tanto, adornamos la mecanicidad con este objetivo tan importante. Es el enredo de costumbre con otras palabras, un tinglado que nos sirve para continuar criticando al mundo y defendiendo que debería ser diferente. La inmensa mayoría de libros de autoayuda tratan de esto: el personaje se refuerza poniéndonos metas de desarrollo personal.

Jordi Sapés de Lema. “Espiritualidad y vida cotidiana”. Editorial Boira. 2020.

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