Si algo tiene de específica la enseñanza de Antonio Blay es su insistencia en presentar el personaje como algo que no es connatural en el ser humano, puesto que se puede eliminar.
El concepto de “personaje” remite al papel que los actores representan en el teatro o en el cine. El actor tiene su propia personalidad; pero, a efectos del guion, tiene que olvidarse de sí mismo y representar un papel; tiene que actuar como si fuera otro; y tiene que hacerlo de tal manera, que parezca que es realmente otro. En la historia del cine, se da el caso de actores que se especializaron en un determinado papel; y acabaron confundiéndose a sí mismos con el personaje que se especializaron en representar, olvidándose de su verdadera identidad. Se dice que acabaron “locos”, alienados.
El diccionario de la Real Academia define la alienación de la siguiente manera: Proceso mediante el cual el individuo, o una colectividad, transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debería esperarse de su condición. Y también da esta otra definición: Estado de ánimo, individual o colectivo, en que el individuo se siente ajeno a su trabajo o a su vida auténtica. Finalmente, en la acepción psicológica dice: Término genérico que comprende todos los trastornos intelectuales, tanto los temporales o accidentales como los permanentes.
Está claro que en el caso del personaje nos enfrentamos a una alienación de tipo colectivo; que se transmite de padres a hijos. Y también está claro que en la línea de Trabajo promovida por Antonio Blay se espera que éste sea un trastorno accidental. Por eso se insiste en que no puede considerarse como algo natural, propio del ser humano o de su evolución, sino algo sobrevenido, artificial; algo que inhibe el desarrollo de nuestras capacidades genéricas y nos mantiene en una desorientación permanente: alienados de nosotros mismos, ajenos a nuestra vida auténtica. Si algo tiene de específica la enseñanza de Antonio Blay es su insistencia en presentar el personaje como algo que no es connatural en el ser humano, puesto que se puede eliminar. Y también en presentarlo como un grave obstáculo para la evolución del individuo y de la propia especie.
Jordi Sapés de Lema “El concepto de personaje en la línea de Antonio Blay”. Editorial Manuscritos 2015.
Darse cuenta que el personaje puede desaparecer, es el primer paso para ponerse «manos a la obra». Lograrlo, es un proceso que va de la observación, hasta la sustitución del mecanismo mediante el «yo experiencia».
Nadie dice que sea un camino fácil, requiere un esfuerzo constante de actualización de los tres potenciales. Y aunque suene un poco extraño, la única forma que tengo para ver que no soy lo que el personaje me presenta, es vivir en la experiencia que soy otra cosa.
Y como dice un eslogan muy conocido, «si se puede».
Muchas gracias Jordi.
Eliminar el personaje, hacerlo desaparecer, disolverlo, tal y como nos dice Blay y recuerda Jordi y Maria Jesús, es posible. Entre otras cosas porque lo comprobamos cada vez que experimentamos nuestra presencia, que nos personamos en nuestra atención observando o haciendo. Por lo tanto, no es una hipótesis, es algo empírico (comprobado experimentalmente por cada uno de nosotros). Por eso la importancia de explicitarlo una y otra vez. Hasta que la mente recibe el mensaje y se deshace de esa mecanicidad. Gracias, Maria Jesús