Ken Wilber, en su obra más conocida: El espectro de la conciencia, hace una afirmación contundente desde la perspectiva filosófica y psicológica de la realidad. Dice: la realidad es un nivel de conciencia. Por eso nosotros planteamos que los problemas que tenemos habitualmente no se solucionan sino que se trascienden; y esto se hace modificando el nivel de conciencia en el que estamos situados. Conciencia que incluye lo que llamamos exterior e interior, en el bien entendido de que no hay un exterior inamovible y un interior afectado por las circunstancias externas, sino que el exterior es la visión que de él tenemos, la interpretación que nuestra mente realiza.
Así que, como decía Wittgenstein, el mundo en el que vivimos depende en gran medida del vocabulario que tenemos, de los conceptos que vehiculan las imágenes que maneja nuestra mente y que nosotros utilizamos para crear-describir la realidad en la que nos movemos. Y una de las maneras de alterar esta realidad es incorporar nuevos conceptos acerca de la misma; por ejemplo: las ideas del Trabajo.
Es importante diferenciar las ideas del Trabajo de otras que no lo son. Las ideas del Trabajo se refieren, como hemos dicho, al mundo en el que nos movemos. Podemos encontrar en libros y charlas ideas acerca de mundos paralelos y planos trascendentes que nunca hemos experimentado. Pero si estas ideas no afectan para nada nuestra cotidianidad si podemos permitirnos incorporarlas y defenderlas sin que alteren nuestra vida cotidiana, es que no son ideas del Trabajo. Quizás lo sean para otros, pero no para nosotros.
A veces resaltamos mucho que nuestra línea va en la dirección del llamado Cuarto Camino. El Cuarto Camino no exige retirarse del mundo para atender la realidad espiritual sino que, justamente, plantea desarrollarla en medio de las actividades cotidianas. En principio, esto facilita el acceso a una evolución personal que, tradicionalmente, implicaba renunciar al mundo e ingresar en una orden religiosa. Sin embargo, en contrapartida, para seguir esta vía, es indispensable luchar contra la inercia de un mundo estructurado de tal forma que, si no se opone al espíritu, al menos no lo tiene en cuenta para nada.
El Trabajo de Antonio Blay se basa en esta divisa: ver lo que eres y ver lo que no eres pero crees ser. Y a veces, no nos damos cuenta de lo lejos que eso está de pensar en lo que eres y pensar en lo que no eres pero crees ser. Por eso Blay advertía muy en serio contra el peligro de creer lo que explicaba; porque sabía lo fácil que es creerlo y seguir actuando como de costumbre. En cambio, cuando uno ve lo que es, le resulta imposible continuar actuando como antes. Y si uno ve que no es lo que creía ser, podrá seguir haciendo la comedia durante un tiempo, pero no demasiado.
No obstante, esta capacidad que tenemos de hacer comedia, de seguir interpretando un papel cuando ya no nos los creemos, funciona también al revés. Sabiendo que hay una forma de intervenir en la realidad propia de niveles de conciencia más elevados que aquel en el que estamos situados normalmente, si nos proponemos actuar de esta manera, ni que sea en pequeñas actividades que no supongan una gran distorsión de nuestras costumbres, tendremos la ocasión de experimentar estos niveles. Basta con que nosotros hagamos un poco de esfuerzo gratuito, sin esperar nada a cambio, para que lo Superior nos lo retribuya con creces.
Como dice el Evangelio: al que tenga le daré, pero al que no tenga, lo poco que tiene le será quitado. Esto es una condena para el personaje y una gran noticia para el que tiene ganas de trabajar.
Hola Jordi.
Quisiera que ampliaras un concepto que expones en tu escrito, el del desarrollo del vocabulario como elemento configurador de nuestra realidad.
Por otra parte, esta interactividad entre las ideas del Trabajo y la línea cotidiana, que más que necesaria es condición sine qua non, parece ser que es un proceso que sigue como dos fases, una primera, la que mencionas, en la que tratamos de poner en práctica alguna de estas ideas en algunos ámbitos de nuestra vida, como cuando empezamos a hacer el ejercicio de los despertadores. Esta fase, en su inicio más o menos experimental y acotada, a medida que el Trabajo va dando fe de sí mismo se va haciendo más estable y duradera, hasta que llega un punto que nos sirve de base, de punto de apoyo para arrancar nuevos procesos, como pueden ser aspectos más relacionados con el desarrollo de nuestro yo-experiencia o de la impersonalidad. Por acabar este comentario con un símil, quizá sería algo así como un árbol que va extendiendo sus ramas pero que todo él se va nutriendo de esta realidad en la que tiene ancladas sus raíces.
Voy a utilizar el ejemplo que pones para contestar tu demanda:
Al principio, “despertar” es solamente un concepto que implica la idea de que “estamos dormidos”. Esta es una idea sorprendente porque obliga a mirar nuestra realidad ordinaria desde una perspectiva muy diferente de la habitual. Pero es una idea que debe ser contrastada por la experiencia real del despertar.
Claro, si no conoces la idea de que estás dormido y es posible despertar, no vas a intentar esta experiencia porque ignoras la posibilidad. Así que lo primero es la idea que te llega a través del concepto “despertar”. Pero, una vez conocida, puedes archivarla o ponerla en práctica intentando despertar. Hasta que no lo hayas hecho, no sabrás qué significa realmente despertar, por mucho que lo hayas leído o escuchado.
Y cuando lo hayas experimentado, no podrás seguir llamando “realidad” a lo de costumbre, porque sabrás que es un sueño. Así que tu vida va a cambiar sustancialmente. Te podrá costar más o menos despertar y mantenerte despierto, pero serás incapaz de continuar tomándote en serio la pesadilla de costumbre.
De esta manera, esta idea del Trabajo, habrá revolucionado tu existencia.
Un grupo de aborígenes sentados en un montículo de arena en riguroso silencio ,uno de ellos rompe a llorar a lo que todos los demás le siguen en llantos. “Los hombres que soñaban su vida”.
¡Tengo que decir algo interesante!, tenéis el listón para escribir en la web ,afortunadamente y para provecho de todos muy alto.
Algo así escuche decir a un amable conferenciante dedicado a la divulgación de alimentos saludables, me llamó la atención dentro de mis sueños perpetuos a los que estaba abocado llevando 30 años sentándome encima de los libros de A. Blay porque lo que era experimentar la pesca nada de nada, me pasaba soñando los días imaginándome como debe ser un pez y la sensación que debe dar pescar uno.Es posible que las personas que me aconsejaron de buena fe el libro de A.Blay también anduvieran enfrascados en hacer bocetos y diseños .
Por otra parte me hizo gracia lo que comentáis de que esto de los niveles de conciencia tiene mas de trabajo que de milagroso.
Agradeceros a Pilar ,J.Sapes ,J.Calm vuestro trabajo ,contagiándome el estar despierto por momentos.Asi como agradecer la participación de todas las colaboraciones en el blog.
A mí, me ha quedado mucho más claro este concepto ahora.
Sabía que la ampliación de vocabulario suponía añadir conocimientos que enriquecían y ensanchaban la existencia; de ahí el importante papel que juegan los idiomas, los viajes, las experiencias personales.. y la cultura en general, en nuestra formación como personas, pero el ejemplo que has explicado del despertar me hace pensar, una vez más, en la potente herramienta que es el Trabajo para amplificar la visión que tenemos de la realidad.
También te pediría, Jordi, que comentaras un poquito más la idea: “…No obstante, esta capacidad que tenemos de hacer comedia, de seguir interpretando un papel cuando ya no nos lo creemos, funciona también al revés. Sabiendo que hay una forma de intervenir…”
Posiblemente el ejercicio del despertar también ilustra esta noción, ya que despiertos actuamos desde otro nivel de conciencia superior, pero me gustaría que añadieras otro ejemplo. Gracias.
Para situarse en el cuarto camino hay que trascender la inercia de hábitos y rutinas de la cotidianidad y situarse en un nivel de conciencia de unidad con respecto a lo extraordinario y lo ordinario. No se puede separar lo Superior y dejarlo colgado en una percha divina, fuera del mundo que habitamos porque éste se nos antoja sin gracia, es decir poco merecedor de la bendición divina. Y no se puede porqué no es real. El mundo ordinario está impregnado de Realidad, aunque nos cueste verlo. Nosotros somos el ejemplo cuando despertamos.
Podemos poner nuestras capacidades esenciales en nuestros actos por sencillos y pequeños que los consideremos. Hacerlo porque sí, por puro deporte espiritual, y porqué lo grande está hecho de lo pequeño. En el Fondo nada es grande ni pequeño. Es sólo cuestión de perspectivas. Está científicamente comprobado; cuando se enfoca el microcosmos se observa que es de una grandeza inconmensurable.
“Caminante….se hace camino al andar”