Sobre las caricaturas de Mahoma: Libertad, amor y conciencia

A mí no me gusta hablar de poner límites a la libertad porque no considero que la libertad consista en hacer lo que me da la gana. Deberían poner límites a mi libertad si yo fuera una energía caótica sin dirección ni propósito que ignora que mis actos afectan a la gente que tengo alrededor. Pero, para mí, la libertad es la capacidad que tengo, en una determinada circunstancia, de elegir entre dos o más respuestas adecuadas, todas con sentido y todas útiles.

Si no tienen sentido y no sirven para nada creo que no las debo considerar adecuadas, porque implican un consumo inútil de energía.  Pero si encima resultan perjudiciales para alguien, el factor amor de mi realidad esencial las excluye. Y me siento libre precisamente por el hecho de poder excluirlas.

Claro que es posible que lo que yo considero perjudicial no lo sea para otra persona. En este caso, él tiene derecho a ejercer su libertad incluso en contra de mi parecer. Pero supongamos que sus actos me afectan exclusivamente a mí: si yo el único afectado parece que tengo un cierto derecho a no considerar esta acción del otro como un ejercicio de su  libertad.

Imaginaros que viene alguien y me pide que le explique qué cosa es la que más me molesta en este mundo. Y a continuación me hace justamente eso; supuestamente en uso de su  libertad.  Este acto parece más propio de un energúmeno que de un ser libre, ¿no?  ¿Puede justificar su acción diciendo que mis fobias limitan su libertad?

Esto viene a cuento en relación a las caricaturas de Mahoma. Para mí, publicar caricaturas de Mahoma puede ser un ejercicio de libertad en Arabia Saudí o en Irán, porque allí está prohibido y puedo considerar que tal prohibición limita mi libertad. Pero hacerlo en Alemania, España o Dinamarca es presunción, vanidad y ganas de molestar. No me veo capaz de justificar un acto así ante un musulmán que me pida explicaciones. No me siento libre, me siento avergonzado. Eso no me hace progresista sino bárbaro, arbitrario e insensible. 

Se puede alegar que se lo han buscado, que las religiones han pretendido siempre coaccionar la libertad de la gente e imponer sus ideas por real decreto, pero no veo que dibujar a Mahoma en pelotas preguntado si te gustan sus nalgas vaya a liberar a nadie. Y desde luego si pretendemos extender así nuestros valores y nuestra democracia, vamos dados. La única cosa que conseguiremos es alimentar el fundamentalismo y justificar sus argumentos.

Justo porque nosotros tenemos libertad de expresión, si a algún bromista le da por caricaturizar las figuras del cristianismo, lo consideramos simplemente como una expresión de mal gusto y falta de cultura; porque hay otras maneras más apropiadas de tratar el fenómeno de la religión y criticar sus aspectos más cuestionables.  Pero escarnecer las creencias y pisotear los sentimientos  de un colectivo que no es el tuyo es como regresar a las esencias tribales de la prehistoria.

2 comentarios en “Sobre las caricaturas de Mahoma: Libertad, amor y conciencia”

  1. Lo de las caricaturas de Mahoma, a mi , me parece una provocación. No puedo pensar que el que lo hizo o el que lo publicó -no se, no he seguido la noticia -no sabía las consecuencias que podía tener. Me parece un ejemplo más de lo maleable que puede ser una masa a la que se trata de mantener en la ignorancia. Y esto me lleva a pensar, otra vez, en lo importante que es la educación y la necesidad imperiosa de que se eduque en libertad e igualdad para todas las personas.

  2. Cada cultura tiene ideas intocables. Cuando estas ideas no sólo se cuestionan sino que se arrastran por los suelos, surgen reacciones de distintos exponentes del colectivo afectado. Los que quieren dar una respuesta más democrática, explicitan su rechazo a través de manifestaciones. Los más radicales desencadenan actos violentos.
    Si de una cultura surge una minoría irrespetuosa hacia otra, ni que sea un solo individuo, de las ideas intocables de otra, justo porque no es representativa de la totalidad seria lógico que los ofendidos no lo valoraran con tanto tremendismo. Aquí vemos que el colectivo está formado por individuos, y que uno solo puede desatar una especie de maremoto emocional a otro colectivo que vive sus ideas religiosas de un modo totalitario.
    Se supone que la cultura occidental es más madura y por tanto más consciente y estos individuos que provocan, parecen extravagantes porque solo quieren libertad de expresión. Creen que el respeto es una pamplina i posiblemente también quieren aleccionar, sin tener en cuenta la desproporción de semejante hazaña. Y es que a través de las heridas emocionales no es posible aleccionar.
    Ambos el provocador y el provocado viven la misma idea fundamentalista. Uno basado en la religión y el otro basado en la democracia.

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