El pasado mes de octubre, ADCA organizó en Ávila el I Congreso de la Práctica de la Obra de Antonio Blay. Durante tres días, la Universidad de la Mística se llenó hasta la bandera de los aproximadamente 300 congresistas que asistieron a conferencias, talleres vivenciales, comunicaciones orales, mesas redondas, exposiciones orales y a una representación teatral.
Me había incorporado al grupo de trabajo de organización del Congreso aproximadamente un año antes. He de reconocer, sin embargo, que no confiaba realmente en que el evento fuese a tener demasiado éxito. De hecho, recuerdo decirle a Jordi Sapés que dudaba mucho de que más de 50 personas fuesen a asistir al mismo.
Afortunadamente me equivocaba. Viví la preparación del Congreso de dos maneras muy distintas.
La primera, sobre todo al principio, dormido. Lo veía como una carga de trabajo que se añadía al que ya tenía. El personaje, que lo que quiere es tener cuantos menos “problemas” mejor, se resistía a invertir su tiempo de forma altruista en un proyecto ajeno que iba a tener poco éxito.
Afortunadamente, a base de un Trabajo de presencia, de estar yo en la situación, de ser consciente de estar poniendo mi inteligencia, amor y energía y de desoír al personaje que se iba quejando a regañadientes, esta tendencia fue invirtiéndose. Empecé a vivir el Congreso despierto. Como aquél que con varias zancadas se impulsa en un patinete, experimenté que la propia inercia me envolvía y alentaba. Empecé a sintonizar con la visión, entusiasmo y dedicación intensa de los miembros del equipo organizador. Y a trabajar más y más a gusto.
Las fechas del Congreso se acercaban, las inscripciones iban en aumento de forma exponencial y la Universidad de la Mística empezaba a ejercer, desde la lejanía, un magnetismo creciente. Estaba entusiasmado. Además, recibí una muy buena noticia: mi padre me confirmó que asistiría al Congreso. Los primero libros de Blay me los había recomendado él. Siendo yo un pre adolescente, le recuerdo viniendo a mi habitación y recomendándome unos libros de los que yo no entendía nada, pero la semilla ya estaba plantada, una semilla que está germinando muchos años después.
Que mi padre fuese a ir al Congreso, que lo pudiésemos vivir juntos, compartiendo habitación, era la culminación de un proceso de reconciliación que tuvo su inicio hace unos cinco años y que tiene mucho que ver con el Trabajo también. Después de un alejamiento patente entre él y yo que se extendió desde mi adolescencia hasta bien entrados mis treinta (ahora tengo cuarenta), el Trabajo ha ido cuajando progresivamente tanto en mí como en mi relación con él. Allí donde antes había exigencia por mi parte, demanda de que mi padre fuese distinto de como era, allí donde yo le echaba la culpa por esto o por lo otro, empecé a poner comprensión y amor. Cambió mi visión sobre él, empecé a no pedirle nada, a no exigirle nada, a no esperar nada, ni siquiera a que aprobase mis decisiones o que le gustase como yo era.
Empecé a verle como una manifestación de la inteligencia, amor y energía de Dios, como una persona que, como todas, ha tomado y toma sus decisiones lo mejor que puede en función de las experiencias vividas y de la propia visión de la vida. Este no querer nada, no esperar nada ha hecho que viva todo lo que surja en nuestra relación como un regalo, lo que sin duda ha supuesto un cambio muy importante. El mérito no es sólo mío, sino de los dos, ya que él también ha puesto de su parte, y mucho, aportando su máximo también.
Llegó el Congreso y lo viví intensamente. Solo tuve que sumarme a la inercia y atmósfera envolventes del mismo. El ambiente que allí se creó, el trabajo codo a codo con los compañeros, la satisfacción de ver unos resultados muy encima de los esperados, conocer a personas muy interesantes, el poder compartirlo con mi padre,… fue todo muy gratificante.
Volví a casa lleno de energía y muy alegre. Todo lo que puse sobre la mesa, me lo llevé multiplicado. Agradezco la oportunidad que se me brindó al invitarme a participar en el mismo, así como la ayuda de los compañeros, de todas personas que colaboraron en la organización del mismo y de todos los asistentes que lo hicieron posible. Gracias a todos.
Jordi,me alegro mucho de que tu experiencia haya sido tan positiva. Y me alegro, sobre todo, porque le has dado la vuelta a la situación con tu padre. Un fuerte abrazo y hasta la próxima!
Conocí a tu padre en el Congreso, me lo presentaste. No sabía nada de la experiencia que nos acabas de contar y que ha conseguido emocionarme. Sin tener ni idea de eso que cuentas, me sorprendió que estuvieras con tu padre y me dio cierta envidia «sana»: qué gozada que esté compartiendo esto con su progenitor.
Gracias por tu sinceridad que me ha llegado muy dentro
Jordi, felicidades por tu gran labor en el Congreso y por este reencuentro sincero y verdadero con tu padre. Se ve que has estado bien despierto, tomando la iniciativa de tus acciones. Diría que, en relación con tu padre, has actuado con inteligencia y amor, introduciendo elementos de ruptura de una situación probablemente enquistada, como ha sido el hecho de pedirle que viniera al Congreso. Hasta pronto amigo.
Jordi, sólo me queda daros las gracias a todos por haber hecho posible el Congreso y agradecerte tu aportación y tu presencia junto a la de tu padre. Noté la buena sintonía entre vosotros. Me alegro mucho. Un fuerte abrazo y ¿qué tal vas con tu Termomix? Jajaja, seguro que eso también os habrá unido. Un poco de broma.
Me consta de tu alto grado de implicación en la organización de este Congreso. Gracias por hacerlo posible con tu trabajo y enhorabuena por romper la dinámica con tu padre. Seguro que ha supuesto una enorme liberación interna para ti. Un fuerte abrazo
Fuí testigo de todo ello. Gracias por el ejemplo. Un saludo maestro
Qué bonita experiencia Jordi. Personalmente me sentí muy afortunado de poder trabajar a tu lado y ayudarte en lo posible, así como aprender algo más de tu maravillosa profesión con el seguimiento del Congreso y su difusión a los medios.
Muy contento también por esta nueva vivencia con tu padre. Toda y me resulta increíble ver cómo, incluso en un mismo día, una persona nos puede parecer un desastre o una maravilla, y todo ello dependiendo únicamente de nuestro estado de conciencia. Felicidades y muchas gracias amigo por tu ejemplo