Pre-requisitos para el camino espiritual

Demanda auténtica.

¿Qué requisitos, pues, hay que tener o hay que seguir para tratar de abrirse paso en este sendero espiritual? El primer requisito es que hay una demanda auténtica. Nadie puede ir a lo espiritual porque él personalmente lo decide así. Lo espiritual solamente amanece en nosotros, cuando se abre paso a través de nuestras estructuras personales, es un crecimiento, es un desarrollo que viene de dentro; por mucho que me hayan educado a mí en un ambiente de tipo religioso, o del tipo que sea, esto no producirá en mí ni siquiera un poco de desarrollo, de apertura espiritual.

Ahora bien, no hemos de confundir lo espiritual con las formas culturales religiosas, llamadas espiritualistas; todas las formas culturales están en el terreno de la mente, en el terreno de las conductas exteriores, de las acciones que dependen de la mente y del yo-idea. Nada del exterior nos puede dar nada del nivel superior. El nivel superior se desarrolla como todo lo genuino desde dentro. Puede haber personas que leen mucho, que practican mucho una serie de normas y de enseñanzas que se les ha dado y que, no obstante, no viven en absoluto nada de lo espiritual; y sin embargo, puede haber personas que están renegando de todo lo que tiene nombre de espiritual o de religioso y que, en cambio, están viviendo una auténtica espiritualidad. La espiritualidad viene dada cuando lo que son niveles superiores amanecen, se mueven, surgen, sea con el nombre que sea.

Ya hemos dicho que la primera fase del camino en lo espiritual se manifiesta por una inadaptación, por una inadecuación con el modo de vida; lo que son satisfacciones para los demás, a uno no le satisfacen; lo que sirve de compensación para la mayor parte de las personas, a uno no le compensa. Hay una demanda que es persistente, más allá de que las cosas vayan bien o vayan mal. Esto es la garantía de que la demanda es auténtica; no hace falta que uno sienta una demanda ansiosa, urgente, no. Esto surge, en verdad, de una manera muy suave, pero la característica no está en la intensidad, sino en la persistencia; cuando uno descubre que a través de los años, que a través de los vaivenes de su situación material y psicológica, hay una constante aspiración de algo más, ese algo más está pidiendo abrirse paso, existe esa demanda espiritual.

Que la personalidad se encuentre mínimamente desarrollada.

El segundo requisito es que la persona haya desarrollado hasta un grado mínimo, por lo menos, su personalidad. Por su personalidad queremos decir lo que hemos explicado en toda la primera parte, o sea, que la persona haya vivido sus experiencias, que haya desarrollado su mente, su capacidad de afrontar situaciones, que su afectividad tenga un cierto grado de madurez, porque en la medida que la mente no se haya desarrollado, que lo vital esté totalmente reprimido, habrá tal cantidad de distorsiones en la persona, que aunque exista una demanda genuina, y puede existir, su trabajo quedará constantemente deformado, su trabajo estará confuso y no podrá encontrar un cauce, diríamos, armónico de desarrollo, precisamente porque le faltan los instrumentos.

El desarrollo de la personalidad no puede ser sustituido por nada, el desarrollo de la personalidad hay que hacerlo y para eso tenemos la personalidad, para desarrollarla, ya que si no la desarrollamos, no cumple su verdadera función de servir de instrumento a algo superior. Por esto, aunque tengamos baches o lagunas en nuestra formación de la personalidad, de nuestra mente, nuestra afectividad, voluntad, etcétera -¡quién no la tiene!- el desarrollo espiritual, si está bien dirigido, comportará el que la persona complete la formación de su personalidad, será el mismo ahondamiento en lo espiritual que le obligará a afrontar situaciones de las que antes huía, a desarrollar una capacidad de concentración que antes no había conseguido, desidentificarse de unos efectos, de unos conflictos o de unas pasiones que, hasta ahora, consideraba insuperables, esto le será necesario, le vendrá impuesto por su interior, no del exterior, le vendrá impuesto del interior el que consiga una mayor madurez en su formación personal.

Decimos, por lo tanto, que el primer requisito es que haya una demanda auténtica y, el segundo, que la personalidad esté desarrollada a un grado mínimo.

Sinceridad de respuesta.

El tercero es que la persona responda sinceramente a la demanda. Y aquí nos encontramos con ese problema que todos conocemos, en un grado u otro. Estamos constantemente regateando; por un lado, hay en mí una demanda que es algo genuino, pero, por otro lado, está mi vida corriente, llena de preocupaciones, llena de ocupaciones y, sobre todo, llena de hábitos. Y es ahí donde surge realmente la dificultad, durante mucho tiempo mis hábitos de conducta no me permiten responder con sinceridad a la demanda de lo espiritual: no tengo tiempo, ahora no puedo, no tengo condiciones, más adelante; uno empieza un día porque está entusiasmado, a los dos días se acabó todo. Quizá es que la persona no sabe responder con sinceridad, se deja llevar por sus automatismos, está conducida por su inercia, pero la persona tiene que pronunciarse con claridad sobre esa demanda del interior. Si yo decido que eso vale, yo he de poner todos los medios que están a mi alcance para que, eso que vale, yo pueda vivirlo, trabajarlo, abrirme a ello y saber descubrir todas las trampas que me están haciendo mi mente y mi vitalidad, mi rutina, mi inconsciencia, saberlas descubrir, denunciarlas y actuar de un modo inteligente para neutralizar esa inercia.

 

Texto extraído de la obra de Antonio Blay: Tensión. Miedo y liberación interior.Editorial Indigo

 

5 comentarios en “Pre-requisitos para el camino espiritual”

  1. Yo estoy ahora en ese punto que dice el texto de romper la rutina, la inercia, la falta de tiempo,y de un montón de etcéteras que me impedían tomar una decisión que nació en mí hace mucho tiempo pero que no podía contemplar por mi modo de vida y que rebrotó al replanteármela Jordi: tener un animal de compañía. Horror, cómo iba yo a tenerlo, a dedicarle tiempo a cambiar mi vida…. Pero, no sé cómo, mágicamente tomé la decisión, tras un año, porque pienso que me estoy perdiendo algo, pienso que será positivo para mí.Aunque tengo mis miedos que son muchos. Pero esta vez voy a asumir esa demanda del interior y voy a llevarla a cabo.

  2. Encuentro el texto de Blay profundamente enriquecedor y sobre todo, auténtico.

    A menudo me ocurre que los libros de espiritualidad me irritan y aburren por la búsqueda de un Yo ideal espiritual, que señala metas lejanas. Durante muchos años he malinterpretado mensajes bienintencionados que en última instancia me sabían a fracaso y derrota, al compararlo con mi yo experiencia o situación actual.

    Blay habla de un sobresfuerzo que nace de una demanda genuina y que no se detiene en los obstáculos del personaje y para mí esta es la práctica más honesta en mi caso. Mi sed hacia los niveles superiores sigue intacta pero es cierto que sigo cayendo en lagunas inconscientes y errores de principiantes (si es que existen). Tal vez me equivoque pero creo que mi práctica consiste en ser un principiante, en levantarme una vez más a pesar de la falta de energía, amor o luz, sin juzgar lo acontecido. Cuando nació mi demanda, mis expectativas eran estratosféricas pero hoy en día la desilusión y el reconocimiento de lo real son mis profesores más eficaces. No obstante, he de decir que echo en falta la presencia de un maestro real, la posibilidad encarnada y real de vivir en el nivel superior de forma estable y duradera. No me es imprescindible pero sí importante.

    Gracias por compartir la sabiduría transmitida a través de Blay

  3. ¿Qué puedo decirte Emilia? Sabes que hace poco he perdido a mi Bizcocho y la relación de amor y ternura profunda que establecí con un conejito no puedo compararla con ninguna otra, ni siquiera con la de los seres humanos. La felicidad interior que disfrutaba de niña, su recuerdo, ha sido para mí la semilla que ha ido alimentando mi ansias de buscar. En esas ansias de buscar encontré muchas cosas, desde personas hasta métodos, desde esoterismo y magia hasta asociaciones y congregaciones religiosas. Nunca me detenía, nunca cesaba, ¿dónde estaba lo que buscaba? ¿por qué se ocultaba? Cuando un mazazo en la vida te deja para el arrastre, fue mi caso, me quedé por fin quieta…y apareció el Trabajo. Hay cosas que me tocaron las cosquillas, que no entendía desde mi dogmatismo y mi falta de formación; supongo que el confiar es lo que me ha ayudado a superar las etapas duras, que el camino también las tiene. Pero como digo muchas veces Dios es muy insistente y no acepta un no como respuesta.

  4. Blay escribía desde una inmensa libertad interior, no condicionada por ninguna vinculación religiosa en particular.
    Sin duda fue una persona genial de su tiempo.

  5. Al leer el texto me viene a la cabeza las palabras de Jordi cuando nos indica la importancia y el compromiso del trabajo por el cual desarrollamos la personalidad. Primero desactivar el personaje y despues el desarrollo activo del yo experiencia. Creo que si no fuera una demanda sincera de lo superior el personaje lo tumbaria a la mínima de cambio, cuanto viera que no cumple sus expectativas y tambien, en mi caso particular, gracias a la ayuda de Jordi y su persistencia, lo cual le agradezco. Un saludo para todos!!

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