La sencillez del niño que una vez había sido
La mayor parte de nuestros pensamientos, emociones y acciones se produce en un nivel subconsciente que no percibimos a no ser que lo observamos expresamente. Por ejemplo, no prestamos atención a los movimientos que hacemos para caminar.
Pues bien, con los pensamientos sucede lo mismo. No nos damos cuenta de que cuando salimos de casa para ir al trabajo, pensamos donde está el trabajo. Y que, a la vuelta, recordamos donde está nuestra casa. La existencia de esta clase de pensamientos sólo se pone de relieve cuando se produce una anomalía, como la amnesia. Si sufro un accidente que me causa amnesia transitoria, lo único que sabré es que soy yo; pero no recordaré nada: ni como me llamo ni donde vivo. Es una de las maneras de quedarse sin personaje.