El trabajo de lo sagrado en lo profano.

A lo largo del  ejercicio del Trabajo han ido sucediéndose los pasos de un proceso luminoso de impregnar  de amor-felicidad la relación con la cotidianidad. Lo he descubierto primero como un propósito que ya estaba previamente Diseñado en mi natalidad, y ahora como un proyecto de profundización y actualización.

Las personas, mi persona incluida, y los objetos en la vida práctica, se atienden y se manejan con excepcional respeto viéndolos en un plano existencial  y a la vez trascendente. Con un hacer lleno de armonía, energía, serenidad y alabanza. La belleza, el ingenio y la habilidad operativa, van a la par en un orden práctico que se cuida con esmero y renovación. 

Cuando se pone toda la atención a una persona o a un objeto, ésta o éste se perciben completos, con la belleza de lo que es. Ello origina un darse cuenta del ser en la manifestación. 

Sacar de su contexto a una persona o a un objeto es extraerlo del pensamiento sobre el campo existencial que lo incluye. No podemos opinar sobre él. No lo podemos relacionar. No lo podemos comparar. Nos faltan los referentes. Referentes de experiencia personal y referentes de experiencia cultural, más allá de las modas y de los modelos idealizados por el estándar social.

En la historia artística del surrealismo Duchamp inició el proceso de sacar al objeto del contexto para el que había sido creado, lo cual permitía convertirlo en objeto singular y darle otra  oportunidad creativa, y a la vez, conferirle la categoría de objeto único. Salvarlo de la comparación y del utilitarismo, y elevarlo a la esfera del arte, es decir a esta mirada incondicionada que  penetra en la Presencia de la existencia, el Ser manifestado, y la ama profundamente.

En mi caso esta última experiencia ya la había tenido en los trabajos de dibujo y pintura que ejercía. Por ejemplo en el retrato se presentaban todo tipo de fisonomías: las que el personaje encontraba agradables, desagradables y las que le resultaban indiferentes. Tras el ejercicio de observar y dibujar, se demostró  al mirarlas de cerca, es decir atentamente y sin comparación, que todas sin excepción eran de una sencilla integridad y peculiar belleza. Y también que dibujar permitía acariciar los rasgos y amar el hecho en sí, de materializarlos en una recreación. Ello se debe a la simple experiencia de existir y afirmarlo, en el intento de plasmar el misterio manifiesto de lo que es. En el ejercicio de pintar pasa también algo sorprendente y es que cada color es percibido como un estímulo distinto para cada uno a un nivel físico y psicológico, y al mismo tiempo a un nivel espiritual es vivido como Luz vivificante. Porque tanto el interior, la luz del ver consciente, como el exterior, la luz o energía electromagnética en que son bañadas las cosas, participan del mismo potencial, tienen un origen común que las trasciende.

En el trabajo de arte terapia que actualmente conduzco, sucede también que cualquier trazo, forma, color es mirado desde un estrato más profundo donde cobra carta de realidad en la recreación de la experiencia interna, mediante sucesivos pasos que se observan, se conciencian y se superan en incesantes y auténticas transformaciones.

Pero el arte, la caricia, la luz, no tienen que limitarse a la plasmación de un dibujo o pintura, sino a la vivencia profunda de la luz del ver y del gesto en sí mismos, dirigidos al entorno  y  a nuestros congéneres,  puesto que  es posible materializarlo  en lo cotidiano, y sacralizar lo profano a través de nuestra acción consciente. Esta se desarrolla en un espacio de representación que es a la vez un cuadro viviente.

Es preciso renovar el propósito de sacralizar lo profano en las acciones más sencillas a través de la visión y el sentimiento espiritual.

 

6 comentarios en “El trabajo de lo sagrado en lo profano.”

  1. Magnífico este artículo de Rosa en el que pone de manifiesto como la Luz pura del Ser se diversifica y manifiesta para dar lugar a las formas concretas. Tradicionalmente se ha considerado al artista como el único capaz de captar al Ser en las formas sin necesidad de abstraerlas como hace el pensamiento; porque el pensamiento, al abstraer lo que tienen en común los objetos o las personas, deja atrás la vida real de estos objetos o de estas personas.
    A menudo nos preguntamos por el objetivo que tiene el Ser al crear el mundo; y esta puede ser una respuesta: se está recreando a si mismo, para disfrutar de su Realidad y multiplicarla de un modo infinito.

  2. Maravilloso artículo, Rosa. Enhorabuena. Está escrito con mucha sensibilidad. Cuando lo colgaba hace pocos días leí tres líneas y ya me calaron. Hoy lo he leído entero y me ha encantado la profunda y rica manera con la que explicas el proceso de captar la realidad a través del arte. Se puede oler la experiencia de toda una vida, así como la profesionalidad, el respeto y el rigor con los que has vivido tu trabajo a través de tu evolución espiritual.
    Muy interesante el matiz que explicas en referencia al pensamiento, Jordi.

  3. A mi éste texto me sugiere un proceso de despertar, narrado a través del proceso del dibujo. Esta parte donde hablas de Duchamp, Rosa, me ha impactado. Pues encontrarnos como seres singulares, tener nuestra propia oportunidad creativa, salvarnos de la comparación y el utilitarismo, etc… Este proceso, es el de un artista que desea realizar su obra. Y a la vez podemos reflejarnos en el artista, y también en su creación. Precioso

  4. Querida Rosa me ha encantado este texto. Hablas desde la experiencia de una evolución espiritual profunda hasta llegar a percibir el Ser en todo. Desde luego transmites luz, sensibilidad, amor y la energía suficiente para tener en cuenta tu invitación a sacralizar todas las actividades diarias (cuanto menos intentarlo).
    Entiendo que hablas de dos gestos: uno, que desde un nivel Superior que implica Presencia, percibo el Ser en Todo y segundo gesto, desde esta presencia que Soy, como tú dices, impregno el mundo.
    Hermoso. Gracias

  5. Realmente, es que no se puede hacer comentario alguno sin destacar el gran regalo que Rosa nos hace con este artículo, no tan sólo por la autenticidad que trasluce, y que sólo da una experiencia profunda y mantenida en el tiempo, si no por las puertas que nos abre para poder vivir el arte y, diría que de un modo casi mágico, cualquier cosa en tanto nos permite apreciar lo que realmente es: una manifestación divina. Este texto nos postula, si no como artistas, sí como expertos degustadores del arte sublime, y sagrado, que es la vida.

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