Transformarse en el sendero mismo

Tanto en el ámbito del denominado “desarrollo personal” como en la esfera de la espiritualidad en sentido estricto, se usan con frecuencia los términos proceso y sendero para hacer mención a la dinámica que desemboca en la transformación de uno mismo. Así se suele contemplar: como un camino en el que ir avanzando. Sin embargo, Helena P. Blavatsky, en La Voz del Silencio, afirma: “No puedes recorrer el Sendero antes de que te hayas convertido en el Sendero mismo” (I,58). ¿Qué significa esto?
     
Es un espléndido aviso a navegantes: a ti que te pones en marcha e inicias la travesía para descubrir quién eres realmente y vivir coherentemente como tal, no olvides nunca que no se trata de buscar un camino exterior a ti mismo, sino de centrarte en ti y conocerte plenamente. Y el conocimiento de ti mismo tiene un punto de partida obligatorio que radica en saber cómo eres en el momento presente y examinar todo lo que en ti se mueve y manifiesta. Es decir, analizar conscientemente tus emociones y deseos, tus ideas y pensamientos, tus motivos y motivaciones, tu naturaleza interior… las raíces de tu ser. Y ningún aspecto debe quedar fuera de este examen que, por otra parte, nada tiene que ver con la culpa, la carga y el pecado generados en el imaginario de las religiones dogmatizadas.
 

Refiriéndose también al sendero, Je Tsongkhapa indicó hace seis siglos que hay que empezar por “mi ocasión única actual”. Y es que, efectivamente, solo podemos comenzar donde estamos. El arranque se sitúa en la manera que, aquí-ahora, actúas en el mundo. Por esto, pregúntate dónde estás en la vida ahora mismo. Esta es la primera y esencial cuestión que hay que responder. Y la contestación a la misma, tal como subrayó Joy Mills en su magnífico libro De la Transformación interna a la externa, nos conduce al reconocimiento de la transcendencia e importancia de cada encarnación en la forma humana.
     
Por tanto, céntrate en ti y mantente en el discernimiento de que no hay evolución –personal, consciencial, espiritual- si no hay transformación. Sin esta, cualquier noción o pretensión de cambio es una fantasía mental, un auto-engaño. Y, a partir de ahí, ten igualmente muy presente el objetivo de aquello que serás –el resultado de la transformación- cual brújula para, en el aquí-ahora, dirigir tus acciones. Toma consciencia de esto: necesitas la visión próxima y la mirada y la atención lejanas; has de concentrarte en tu ocasión única actual y ver y prestar atención al paso siguiente. Es una de las implicaciones más directas de la famosa máxima de Eihei Dogen; “nariz vertical, mirada horizontal”.
     
Y con el telón de fondo de esta práctica, en La Voz del Silencio se describen los tres Vestíbulos que esperan al “peregrino” en el recorrido del sendero, que es, a su vez, el despliegue de la consciencia de él mismo y en él mismo.
     
Primeramente, el Vestíbulo de la Ignorancia o Avidya, que es un estado de inconsciencia en el que se carece de conocimiento acerca de lo real, no viendo la esencia que hay tras las apariencias, la unicidad que late tras la diversidad, y viviendo en la identificación con el yo físico, emocional y mental –y la personalidad a él asociada-, sin percatarnos que este solo es el instrumento que utilizamos para vivenciar la experiencia humana y limitando la percepción de lo que nos rodea a la limitada información que ofrecen los sentidos físico-corporales.

Ahora bien, es en este estado donde empieza nuestro proceso de transformación: es aquí, en la encarnación física, en la oscuridad de nuestra ignorancia, donde, en algún momento, empezamos a percibir el resplandor de la luz. De ahí que haya que insistir en la importancia de la encarnación física: cada paso hay que darlo en esta encarnación; es en ella donde hemos de plasmar nuestra inmortalidad… Contemplamos el primer resplandor de la luz en el Vestíbulo de la Ignorancia y comenzamos a adquirir conocimientos y comprensión, lo que nos permite acceder al Vestíbulo del Aprendizaje, que exige que actuemos sobre lo que hemos visto.
     
Expresado más claramente: llegados a este punto, hay que aprender a discriminar lo real de lo irreal, lo verdadero de lo falso. Y la discriminación se consigue únicamente cuando hay opciones: en el Vestíbulo del Aprendizaje nos encontramos constantemente con la elección. Se trata, por tanto de la vida misma. No es algo teórico, sino absolutamente práctico. En el horno de la experiencia, en la existencia encarnada, se nos presentan opciones y elecciones. Y lo que decidas y hagas con respecto a ellas muestra fehacientemente, aunque quizás solo lo sepas tú mismo, tu estado de consciencia: quién y cómo eres realmente, tu conocimiento, visión y comprensión, tu valor, constancia y confianza, tu mayor o menor decantación por el egoísmo y lo egocéntrico o por el altruismo y la generosidad, etcétera. La persona que pasa con éxito las pruebas, que abre su consciencia a un horizonte más amplio, accede al Vestíbulo de la Sabiduría.
     
La entrada en él se efectúa porque ha tenido lugar un vasto proceso de evolución-transformación en el que nuestros componentes emocional y mental se han purificado y limpiado de deseos y pensamientos egóicos, apegos y hábitos egocéntricos, prejuicios y tendencias que atan a lo mundano (eskandas), autolimitaciones mentales y sistemas de creencias… Por esto, la experiencia en el Vestíbulo de la Sabiduría señala un cambio fundamental en nuestra naturaleza. Sin embargo, no es la conclusión de nuestro viaje: ahora la búsqueda comienza en serio y hay que hacer más elecciones que nos llevará hasta el ·nacimiento espiritual” o “segundo nacimiento” (“nacer de nuevo” lo denominó Cristo Jesús).
     
Desde luego, llegados a este punto, el margen de maniobra de las elecciones se va haciendo cada vez más estrecho. Aunque sería más certero señalar que la verdadera elección solo puede tener lugar ahora, porque mientras el mundo emocional, la mente y el corazón estaban ofuscados por el deseo egóico, la elección no era en verdad libre y vivíamos en un conglomerado de hábitos, condicionamientos y pre-ocupaciones egocéntricas que nos llevan a reaccionar automáticamente, sin auténtica libertad, por lo que no podía hacerse ninguna verdadera elección.
     
Y ahora, en el Vestíbulo de la Sabiduría, habiendo dejado atrás tantas cosa que nos cegaban y esclavizaban, es la hora, por fin, de la genuina elección. No en balde, aún es posible optar por una liberación para el yo individual. O, renunciando a esta, decantarnos por una liberación interna que nos  permita vivir en beneficio de la humanidad y de todos los seres y formas de vida. Si así fuera, se abre ante nosotros una nueva vida basada en lo que Buda llamó la Acción Correcta y cuyo fundamento se halla en la Sabiduría-Compasión.
     

Emilio Carrillo
http://emiliocarrillobenito.blogspot.com.es/

Podrás ver a Emilio Carrillo del 12 al 14 de Octubre en el Congreso «Autoconocimiento y Espiritualidad en el siglo XXI. Práctica de la obra de Antonio Blay».

Más información: congresoantonioblay.com

9 comentarios en “Transformarse en el sendero mismo”

  1. Muchas gracias, Emilio, por este texto tan claro, y al tiempo tan enriquecedor, para cualquier persona que emprenda, o transite, por un camino de desarrollo interior. En especial, estas premisas que estableces durante todo su recorrido de transformación y operatividad en nuestro día a día, que considero fundamentales.

  2. La verdad es que el texto, a priori, pareciendo complejo es muy rico. Me quedo con muchas cosas,pero sobre todas con que lo primero es ser conscientes de la ignorancia, que es una cosa que no suele gustar nada, aunque es imprenscindible verlo y constatarlo de un modo objetivo, desposeyéndola de toda idea de culpa y de pecado.
    Después de ésto viene el esfuerzo en despertar, que se refleja en las acciones y elecciones que hacemos en el día a día, que son las que verdaderamente nos situan en un nivel de conciencia u otro. En ésto no hay posibles engaños.

    Al cabo, el renacer espiritual hace que la toma de decisiones diaria sea más auténtica, porque verdaderamente nos libera de la elección automática, y nos lleva más allá de lo que el mecanismo personal o social puede esperar.

    Y todo ésto es el cámino, ni una sóla parte puede ser obviada para llegar a ser verdaderamente libres. Éstas fases aquí bien definidas yo las vivo de modo simultáneo,comprenderlas y diferenciarlas es de gran ayuda. Gracias

  3. El camino no pasa por la vida cotidiana tal como la entiende y la vive esta sociedad, empieza cuando nos cuestionamos el papel que se nos atribuye y los objetivos que se nos proponen. Y este cuestionamiento, por el hecho de separarnos de lo que piensa la mayoría, se nos presenta inicialmente como una falta de capacidad personal para disfrutar de lo que parece satisfacer a todo el mundo. Se agradece que se nos diga que el despertar espiritual no tiene nada que ver con la culpa y la carga moral que nos han impuesto tradicionalmente las religiones.

    Por eso hay que ir con mucho cuidado en evitar que esta llamada a la transformación se interprete como un cambio en la personalidad. La transformación es un salto en el nivel de conciencia que nos permite tomar conciencia de lo que somos y desde allí observar lo que no somos. Esto posibilita discriminar lo real de lo irreal y optar entre una reacción mecánica y una respuesta consciente. Después, si persistimos, lo real excluye por sí solo al ego y hace que la compasión sea la única manera de vivir.

    Gracias por tus palabras Emilio

  4. “No puedes recorrer el sendero antes de que te hayas convertido en el sendero mismo”
    El que recorre, la acción de recorrer y el sendero o proceso, son tres elementos que operan al unísono iluminados por el foco de atención del sujeto para promover la autoconsciencia.
    Quien inicia la andadura es azuzado por la demanda esencial, que está sin duda dentro de él y que quizá todavía no reconoce como tal, sino que es vivida como una atracción hacia determinados aspectos de la vida. El sujeto que se sabe en la ignorancia, elige su acción considerando las pruebas que le ofrece el presente como un reto de aprendizaje. El proceso de exploración y de balance creativo a través de las evidencias, le lleva inexorablemente a una transformación en conciencia, espíritu y humanidad.

  5. Siempre me ha llamado la atención la palabra sanscrita Avidya cuyo significado es engaño, ilusión, sin embargo, de ese mismo término surge Vidya que viene a significar, conocimiento de la verdad. Todo esto me sugiere que no hay sabiduría que no pase por un reconocimiento sincero y honesto del sueño profundo que nos lleva a suprimir la naturaleza real de las cosas, no nos podemos convertir en el sendero mismo si en nosotros no hay proceso que vaya de la ilusión al conocimiento de la verdad, no como algo separado sino más bien como un continuo que nos lleva a constatar la realidad esencial de lo que siempre hemos sido, somos y seremos. Muchas gracias por el articulo Emilio.

  6. Diría que las tres etapas de Emilio coinciden con los tres estados de conciencia que identificamos en nuestra línea de Trabajo:el Personaje, el Yo Experiencia y el Yo Esencial. La mayoría de nosotrxs estamos instalados en el Yo Experiencia con ocasionales reflujos al vestíbulo de la Ignorancia y con fugaces destellos del Vestíbulo de la Sabiduría. Esto es, como bien dice Emilio, estamos en la etapa de ampliar nuestro conocimiento, visión y comprensión y de desarrollar el valor, la constancia y la confianza valiéndonos de las ocasiones que nos brinda la vida. Sin duda, ir transformándonos en el sendero es un inmenso regalo

  7. Gracias Emilio por tu escrito. Para mí, que al igual que mis compañeros de ADCA, hemos escogido la línea de Blay para hacer el Camino, es hermoso constatar que con diferentes palabras, estemos tratando de definir lo mismo.

    Los tres vestíbulos que citas me parece que se refieren al camino de transformación en el que nos vamos despojando de todas las identificaciones.

    Desde la ignorancia del personaje vamos dejando atrás viejos patrones de pensar, sentir y actuar para comenzar a ver la Realidad tal cual y tras pasar por los Vestíbulos del Aprendizaje y de la Sabiduría vamos construyendo un Yo Experiencia cada vez más rico.

    Pero sólo si se hace “la correcta elección”, abandonando la tercera cámara y dejando atrás el Yo Experiencia con toda la sabiduría que nos haya podido aportar, es cuando se accede al Yo Esencial o Samadhi y entonces es cuando se empieza a recorrer el Sendero siendo el propio Sendero .

  8. Gracias, Emilio, por este artículo donde se muestran los pasos del Recorrido espiritual. Gracias también a los que habéis escrito comentarios, que me han ayudado a entenderlo mejor.

    Lo que a mí me sugiere lo de transformarse en el sendero , es aquello que experimentamos a veces y que Blay nos recuerda: «Ya soy». Lo que sucede es que lo hemos olvidado.

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