Tres dimensiones del Trabajo Espiritual: El Camino, La Verdad y La Vida

Todos nos morimos por vivir intensamente nuestra vida, por cumplir nuestros sueños, y por sentirnos vivos. Tenemos una noción clara de lo que es estar abiertos frente a la vida, aunque la tengamos sólo de modo interno, la tenemos todos. Y queremos que esto se muestre en lo externo, en nuestras circunstancias y en nuestra existencia con esa apertura que sabemos que se produce cuando vivimos plenamente. 

 

     Cada uno de nosotros tiene esta misma búsqueda, pero a su manera, cada uno de nosotros buscamos de un modo diferente este vivir pleno. Unos lo buscan a través del amor, de las relaciones, las amistades, o la familia, otros a través del trabajo, los negocios o los proyectos,  otros lo hacen a través del estudio y la investigación.

 

     Los objetivos que nos marcamos, no son sino una intensa búsqueda de ello.

 

     Cuando por cualquier motivo, -todos tenemos mil vicisitudes que nos ocurren en la vida-, no conseguimos los objetivos que nos proponemos,  cerramos esta experiencia, nos vamos cerrando, esto lo podemos incluso notar de una manera física, el cuerpo se cierra, los hombros caen hacia delante, buscamos protegernos, y provocamos tensión en el cuerpo. La mente hace lo mismo; dejamos de aceptar las cosas tal y como vienen, ponemos un tope a la experiencia que nos negamos a aceptar, y en nuestra mente comenzamos a crear ideas fijas de lo bueno, lo malo, lo mejor, lo aceptable, lo que no debería de suceder, o de ser….Terminamos con la mente, y el cuerpo cerrados, ¿y qué pasa con El Espíritu? Parece que hemos dejado de tener contacto con esta fuerza que es propia del Hombre, y es que no es que desaparezca, pero nuestra atención lleva muchos años desconectada de esta dimensión fundamental.  El Espíritu (la fuerza-amor y brillo del hombre) continúa influyendo sobre nuestra vida, pero en nuestro gesto de cerrarnos no podemos percibirlo de igual manera que antes.

 

     ¿Qué echamos de menos cuando recordamos nuestra infancia? ¿nuestra frescura? ¿de donde viene esa sensación de libertad que todos hemos experimentado de pequeños con claridad y hasta cierto punto en que en nuestra vida comenzaron las frustraciones?

 

     Hemos perdido El Camino, y el camino se recupera abriéndonos, aceptando todo lo que nos ha ocurrido como parte de un proceso lleno de riqueza, de aprendizaje, de experiencias y personas que nos han dejado parte de su vida con nosotros. Enseñanzas, amores, y enfados, todo es válido para el autoconocimiento si aprendemos a ser conscientes de nosotros mismos en éste proceso.

 

     Así aprendemos La Verdad, que es el tiempo en el que podemos percibir que nuestro Ser está conectado con una fuente Superior, que no estamos solos, que estamos siendo guiados incluso en las circunstancias más duras, y poco a poco, y con cuidado vamos entendiendo que ellas forman parte de un inmenso aprendizaje, desvistiendo estas experiencias de todo contenido social y familiar transmitido, y viviéndolas en sí, como son, parte de la vida a la que amamos, dejando que traspasen el corazón sin endurecerlo.

 

     Y aquí es donde podemos vivir la Vida.  Viviendo a fondo estas experiencias, escogemos de manera libre entregarnos a ellas de un modo total.

 

     La Vida que anhelamos vivir de manera intensa está ahí. Siempre lo ha estado, pero la mente estaba en otro lugar. Ahora está en casa, o al menos conoce cuál es el camino para estar en casa.

 

     Hay un momento en la vida en que cada uno sabe que es el momento para emprender ese camino. Si quieres caminar por el sendero que Antonio Blay nos despejó y que ADCA (Asociacón para el Desarrollo de la Conciencia y la Autorrealización) transmite con una conciencia despierta y una estructura clara, entra en nuestra web, infórmate de nuestros cursos y  hazte socio:  www.autorrealizacion.org

 

     El Camino es saber de qué ideas está hecho el personaje con el que estamos confundidos. Quizás sea la parte que todo el mundo se quiera saltar, y que da una base fundamental y segura para los siguientes pasos.

 

     La Verdad es la experiencia real de nuestra naturaleza esencial.

 

     La Vida es la plenitud que se experimenta al desarrollar el potencial que somos.

 

3 comentarios en “Tres dimensiones del Trabajo Espiritual: El Camino, La Verdad y La Vida”

  1. Hola, me ha gustado mucho el artículo y creo que aunque no haya comentarios somos muchos los que seguimos todo lo que escribís y publicáis.
    Yo pienso que las frustraciones también tienen un papel positivo en la vida pues son las que nos ponen en el camino de la búsqueda. Desde la complacencia no ha lugar a ningún descubrimiento.
    Hemos sido educados en la creencia de que la plenitud que anhelamos nos va a venir del exterior y por eso la buscamos en los proyectos, en las cosas, en las personas, … Y es a través del desengaño (salir del engaño) cuando estamos en las mejores condiciones para descubrir una nueva forma de mirar.

  2. Gracias Ana M. me ha hecho mucha ilusión que nos recuerdes que hay muchas que seguís lo que escribimos y publicamos, aunque no escribáis comentarios.
    Me parece que la falta de ellos es porque se quiere decir algo que se considere muy elevado o con mucho acierto,
    Pues ya veis que, lo que de verdad nos gusta, es que la gente se exprese.
    Opinar si es bueno o malo es un juicio desde la pesadilla. Bienvenida al club de las que deciden dar un paso adelante en su yo experiencia.

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