Ver y pensar

Hay una gran diferencia entre estar simplemente atentos a algo y el razonar sobre algo. Al razonar nos estamos pronunciando sobre ese algo, estamos formando símbolos, estamos juzgando, valorando, seleccionando. Pero cuando yo miro algo, cuando aprendo a dirigir mi atención de una manera fija, sostenida, sobre algo, estoy simplemente mirando y es manteniendo esta actitud de mirar cuando se puede llegar a ver, del mismo modo que sólo manteniendo la actitud de escuchar se puede llegar a oír. Y al decir escuchar quiero decir escuchar de veras y en consecuencia, oír de veras; porque lo que ahora hacemos no es escuchar de veras, pues mientras estamos escuchando también estamos pensando, estamos comparando, razonando o criticando lo que escuchamos, y esto nos impide desarrollar nuestra capacidad de oír del todo.

Como estamos tan acostumbrados a escuchar de este modo ni siquiera nos ha pasado por la mente la idea de que realmente existe la capacidad de escuchar del todo. Uno cree que ya está atento, que ya se está enterando de todo, pero luego, cuando la persona tiene que repetir o dar cuenta de lo que ha escuchado, se evidencia que la persona sólo ha cogido unos pequeños fragmentos de lo que se ha dicho -y aun esos fragmentos los interpreta mediante una óptica totalmente subjetiva-, que no ha tenido la capacidad de escuchar realmente lo que el otro decía, cómo lo decía y desde la perspectiva en que lo decía. 

En el sentido de la atención sostenida ocurre lo mismo que en el escuchar. Hemos de aprender a mirar sin razonar, a fijar nuestra atención, muy clara, muy despierta, muy lúcida, en un acto simple de mirar aunque a primera vista esto nos parezca muy tonto, pues, como se dice en forma de chiste, los mochuelos se «fijan» mucho. A pesar de que parezca una cosa tonta, es preciso practicar para llegar a descubrir que ahí está la clave más importante para entrar en el reino interior, en este mundo oculto, en este mundo de posibilidades inmensas que hay en nuestra mente y en nuestro corazón.

Repito: se trata de la capacidad de mirar con una atención sostenida, sin razonar. Después ya razonaremos si conviene, ya que no se trata de abdicar de nuestro juicio crítico, sino simplemente que cuando se trata de mirar, en la medida en que tratamos de razonar estamos disminuyendo nuestra capacidad de mirar. Cuando «miramos» manteniendo esta actitud de atención sostenida, se produce un fenómeno extraordinario: entonces la mente adquiere la capacidad de entrar dentro de la cosa que mira, adquiere la capacidad de penetrar; y ahí está una de las principales diferencias entre mirar y pensar. Con el pensar nosotros solamente representamos las cosas por medio de ideas, no entramos dentro de nada, nos limitamos a tomar fotografías y hacer combinaciones con esas fotografías, con los datos, con las ideas. En cambio, a través del mirar aprendemos a hacer el contacto del «foco» de nuestra mente con otros focos que existen en nosotros, sea al nivel del sentimiento, sea al nivel de la intuición, de la sensación, de lo que sea; y cuando mantenemos esa atención sostenida, entonces se produce una penetración de nuestro foco mental dentro de este otro sector, del sentimiento o de la sensación, entramos en él, y al penetrar se produce el descubrimiento de unas fuerzas que transforman; transforman la mente, transforman la capacidad de vivir.


Extracto de la obra: El trabajo interior, técnicas de meditación. A. Blay. Ediciones Indigo 1993

 
 

5 comentarios en “Ver y pensar”

  1. Pensaba en este artículo y lo comparaba con un viaje en tren ,donde vemos pasar árboles,montañas,flores,animales…..pero en el que cuando queremos observar algo con detenimiento ya ha pasado, y tenemos lo siguiente y vuelve a pasar……es un viaje incesante y con una velocidad que nos estamos perdiendo los detalles más bonitos de la vida.
    Si el mundo quiere ir deprisa que vaya, a mi me gustaria disfrutarlo con todo lujo de detalles…….

  2. El quid de la cuestión es descubrir que podemos bajarnos del tren siempre que queramos para luego volver a él, o incluso ralentizar o acelerar su velocidad cuando lo consideremos necesario, porque nosotros somos los que manejamos el tren de nuestra vida. Pero necesitamos ser conscientes de ser dueños de esta capacidad, y aprender a ejercitarla. A medida que lo hagamos, no tendremos ninguna necesidad de pensar el mundo porque no lo apreciamos lo suficiente cuando lo teníamos delante, en lugar de eso podremos verlo con todo el detalle que creamos adecuado.

  3. “La bicicleta nueva”

    Tengo que decir que soy gran consumidor de la web de ADCA,generalmente no participo escribiendo porque mis redacciones las veo pobres cuando encuentro que lo que yo leo en la web me hace disfrutar de una pintura que a lo mío me suena a garabato.
    Hoy posiblemente estoy con bicicleta nueva y por primera vez me he subido en ella y es a lo que a mi respiración nunca pude observarla sin intervenir en ella con años de yoga detrás . Mi descubrimiento parece ser que después de un año con los despertadores y recién empiezo los centramientos el poder observar mi respiración despierto a sido el paso que me sitúa en lo que Blai me pareció entender como el fondo y desde ese fondo se es invulnerable. Bueno mas o menos, de momento estoy como veis con un juguete nuevo en esto de los centramientos .Por ello me siento agradecido al equipo de ADCA.Pilar, Jordis,colaboradores.

    Un abrazo Esteban

  4. Saber mantener la atención mientras miramos, requiere focalizar, es decir, concentrar la energía en eso que miramos. Esa manera de incidir en lo observado, permite ir más al fondo y penetrar en este reino interior del que habla Blay. La atención sostenida, actúa como un picaporte, una llamada, un intento para que se abran puertas y se revele lo pertinente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio