Ausencia de progreso

Ésta es otra de las dificultades importantes. Uno practica, practica, y no experimenta nada en absoluto de lo que le han dicho. Pero con frecuencia esta falta de progreso es sólo aparente; en realidad, siempre que uno está tratando de trabajar, progresa, es inevitable. Sólo el hecho de que yo me esfuerce en hacer algo en contra de mis hábitos, en contra de mi rutina, eso sólo, está desarrollando esta capacidad reactiva.

Esta reacción contra lo que es automatismo está desarrollando en mí un nuevo órgano, una nueva capacidad, aunque yo no vea ningún resultado inmediato; pero sólo por el hecho de que yo esté practicando, intentándolo una y otra vez, esto es lo que desarrolla.

Casi podríamos decir -sin que ello sea cierto siempre- que las sesiones en las que uno no nota nada de particular, pero en las que se está esmerando en hacerlo lo mejor que puede y sabe, son las sesiones de mayor progreso, de mayor eficacia, porque eso quiere decir que allí se está edificando en profundidad, que se está haciendo un trabajo profundo de re-educación.

En cambio, otros días se pueden sentir unas sensaciones o unos estados muy agradables, pero aquello no es necesariamente una garantía de profundidad; puede ser, simplemente, que se haya tocado una zona relativamente superficial de la sensibilidad, por lo que uno se encuentra muy bien en estas sensaciones, pero eso no es indicativo de una transformación; puede ser excelente, aunque quizá se ha aprovechado más el tiempo otro día en que no se ha sentido nada pero se ha estado creando algo realmente nuevo dentro de sí.

Por lo tanto, no juzguemos nunca la eficacia de unas prácticas por lo que sentimos mientras las hacemos. A la larga, siempre notaremos resultados concretos durante la práctica y después de ella, esto es algo inevitable. Y si no se notan resultados es que el trabajo se realiza mal; ésta es otra posibilidad: el que no exista progreso por algún enfoque erróneo de las prácticas.

En este caso es cuando se hace más evidente la necesidad de seguir una dirección, de tener a alguien que sea capaz de controlar el trabajo de la persona y de aconsejarle de un modo preciso para ayudarle a salir de los atascos interiores, a corregir actitudes deficientes, y también para animarle en un momento determinado.

Solamente puede ejercer esta función alguien que tenga una experiencia real; no busquemos nunca consejo ni siquiera la opinión de personas que han leído mucho, que hablan mucho, pero que no han practicado, porque será desacertada. Éstas son cosas que pueden ser conocidas por teoría, pues existe mucha información, pero para poder orientar, para poder dar la norma precisa en el momento preciso, sólo puede hacerlo la persona que sepa detectar lo que ocurre, por qué ocurre y lo que conviene hacer en una fase determinada, y esta dirección sólo puede aportarla alguien que tenga una auténtica experiencia en estos temas y que realmente viva el trabajo interior.
  

Antonio Blay
EL TRABAJO INTERIOR. Técnicas de meditación
Primera edición: Noviembre, 1993

3 comentarios en “Ausencia de progreso”

  1. Las personas que ya han vivido la experiencia son las que mejor te pueden ayudar para seguir éste camino. Cuando leí el primer libro de Blay no entendia ni la mitad de lo que decia, pero sabia que ése era lo que yo buscaba.
    Más tarde he podido constatar como las mismas palabras dichas por distintas personas, una no me llegaban, sonaban huecas y el que habia tenido la experiencia cuando hablaba lo ves, lo vivies.
    Gracias por el artículo.

  2. Excelente artículo con el que me identifico mucho y que desde que leí hace unos días me viene a la mente asiduamente.

    Estas palabras de Antonio me ayudan a recordar la importancia de no perseguir nada, sino «simplemente» de abrirme a Dios. Así como de no confundirme con las sensaciones; me recuerda la humildad y sencillez de lo inmenso, de lo eterno.

    Gracias Imanol.

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