Coger el sujeto y olvidar el objeto. Coger el objeto y olvidar el sujeto

Desde un punto de vista práctico, ¿qué es lo más importante: la conciencia de mi o la conciencia de lo que tengo que hacer?, ¿el sujeto o el objeto?

Depende. A veces tengo que prestar más atención a  mi  realidad personal y a veces tengo que prestársela a lo que tengo delante.

¿Cómo podemos diferenciar ambas circunstancias? Pues es bastante fácil: tenemos que ver a qué cosa le estamos dando mayor importancia. Si lo que nos interesa es nuestro prestigio individual, nuestra valoración, nuestra fama y nuestro poder personal, tenemos que prestarnos atención a nosotros mismos por encima de cualquier otra cosa. En cambio, si lo que nos interesa es perfeccionar  lo que tenemos delante, llevar a cabo un proyecto, colaborar en un movimiento social, etc. entonces deberemos prestar la máxima atención posible a esta labor y dejarnos a nosotros mismos en un segundo plano.

Si reflexionamos y somos honestos con  nosotros mismos, cada uno verá en qué está más interesado. Como decía Gurdjieff: vale mas ser temporalmente egoísta que eternamente injusto; o sea que preocuparse por uno mismo no es ningún delito. Puedo preocuparme por mi porque necesito liberarme del personaje, porque necesito reforzar mi yo experiencia, porque siento el llamado del yo esencial que me pide tiempo para el centramiento o la meditación o porque he descubierto mi vocación y estoy reestructurando toda mi existencia. No hay nada de malo en ello. Lo único que se me puede pedir es que lo haga a conciencia.

Igual que se me requiere conciencia cuando el propósito es trasformar la realidad con mi acción personal. Si alguien piensa que puede trasformar algo cumpliendo estrictamente lo que la sociedad le exige, está muy equivocado. Todo el mundo conoce el refrán que dice: el que hace lo que puede no está obligado a más; pero en el Trabajo defendemos que, haciendo solo lo que uno puede, nadie se mueve de sitio, porque vive prisionero de sus limitaciones. Así que para modificar algo es preciso hacer mucho más esfuerzo del que se requiere para mantener las cosas tal como están.  

Lo que es fatal es invertir los esfuerzos en un ámbito con el fin de mejorar el otro. Por ejemplo:  intentar ganar prestigio y valoración a base de destacar públicamente o renunciar a ser uno mismo a cambio de poder político, económico o social. En ambos casos la acción está desvirtuada y en vez de fortalecer los ámbitos elegidos, los perjudica. Tanto el que se pretende reforzar como, por descontado, el que se ha optado por subordinar o ignorar.

Cada vez que nos sentimos mal retribuidos por lo que hacemos, no solo en dinero, sino en reconocimiento y prestigio, es señal de que nos tenemos que prestar más atención a nosotros mismos y reforzar nuestro yo experiencia. Porque de lo contrario, tampoco vamos a dar a los demás aquello que necesitan; lo que haremos será apoyar sus déficits para que ellos nos ayuden en los nuestros. Así que los esfuerzos que hagamos no van a solucionar nada y dejarán insatisfecho a todo el mundo.

La acción real que transforma nuestro entorno sólo se puede hacer cuando nos sentimos lo suficiente seguros de nosotros mismos como para prescindir de cualquier clase de retorno. Y eso no significa que los demás nos tengan sin cuidado, significa todo lo contrario.   

          

 

6 comentarios en “Coger el sujeto y olvidar el objeto. Coger el objeto y olvidar el sujeto”

  1. Me gusta el título del artículo y la reflexión que haces, pero pienso que la mayoría de las veces, la cotidianeidad está entre las situaciones antes descritas. Para mí el reto es mantener la conciencia en los momentos que podemos decir “normales” cuando caminas por la calle, hablas con la gente, lees, estudias,….aquí es donde para mí es un reto. Tener conciencia de que soy yo el que está ejecutando todas esas acciones, incluirme.
    Cuando voy solo, me resulta más fácil que cuando voy con otra persona, porque el hecho de prestarle atención y estar despierto, es más complejo y difícil en los inicios. Después, con el tiempo se puede conseguir.
    Si voy en grupo es un poco más fácil, puedo hacer “zoom”, es decir intervenir en un momento y a continuación seguir mirando, seguir estando.
    Me gustaría saber tu opinión sobre cómo afrontar esas situaciones

  2. Me gusta el título del artículo y la reflexión que haces, pero pienso que la mayoría de las veces, la cotidianeidad está entre las situaciones antes descritas. Para mí el reto es mantener la conciencia en los momentos que podemos decir “normales” cuando caminas por la calle, hablas con la gente, lees, estudias,….aquí es donde para mí es un reto. Tener conciencia de que soy yo el que está ejecutando todas esas acciones, incluirme.
    Cuando voy solo, me resulta más fácil que cuando voy con otra persona, porque el hecho de prestarle atención y estar despierto, es más complejo y difícil en los inicios. Después, con el tiempo se puede conseguir.
    Si voy en grupo es un poco más fácil, puedo hacer “zoom”, es decir intervenir en un momento y a continuación seguir mirando, seguir estando.
    Me gustaría saber tu opinión sobre cómo afrontar esas situaciones

  3. Me gusta el título del artículo y la reflexión que haces, pero pienso que la mayoría de las veces, la cotidianeidad está entre las situaciones antes descritas. Para mí el reto es mantener la conciencia en los momentos que podemos decir “normales” cuando caminas por la calle, hablas con la gente, lees, estudias,….aquí es donde para mí es un reto. Tener conciencia de que soy yo el que está ejecutando todas esas acciones, incluirme.
    Cuando voy solo, me resulta más fácil que cuando voy con otra persona, porque el hecho de prestarle atención y estar despierto, es más complejo y difícil en los inicios. Después, con el tiempo se puede conseguir.
    Si voy en grupo es un poco más fácil, puedo hacer “zoom”, es decir intervenir en un momento y a continuación seguir mirando, seguir estando.
    Me gustaría saber tu opinión sobre cómo afrontar esas situaciones

  4. Me gusta el título del artículo y la reflexión que haces, pero pienso que la mayoría de las veces, la cotidianeidad está entre las situaciones antes descritas. Para mí el reto es mantener la conciencia en los momentos que podemos decir “normales” cuando caminas por la calle, hablas con la gente, lees, estudias,….aquí es donde para mí es un reto. Tener conciencia de que soy yo el que está ejecutando todas esas acciones, incluirme.
    Cuando voy solo, me resulta más fácil que cuando voy con otra persona, porque el hecho de prestarle atención y estar despierto, es más complejo y difícil en los inicios. Después, con el tiempo se puede conseguir.
    Si voy en grupo es un poco más fácil, puedo hacer “zoom”, es decir intervenir en un momento y a continuación seguir mirando, seguir estando.
    Me gustaría saber tu opinión sobre cómo afrontar esas situaciones

  5. Vale, pero mi artículo se dirige más bien a la consideración global de la existencia; en momentos en los que uno no sabe qué postura tiene que adoptar ante la vida, si preocuparse más por si mismo o dedicarse a un proyecto o a una persona. Esta dicotomía no se presenta cuando estás despierto todo el tiempo, pero es muy frecuente antes de ver el personaje y cuando recién lo acabas de vislumbrar.
    Más adelante, la conciencia de que eres tú el que actúa pasa a ser una premisa; es decir, ya no hace falta que te prestes atención expresamente: estás por lo que haces consciente de ser tú el que lo haces, y no se te ocurre preocuparte ni por cómo estás quedando ni por los resultados que vas a obtener. Si te preocupa es que has de reforzar el sujeto o el yo experiencia.

  6. El origen de la fatalidad que apunta Jordi en su escrito es que corremos el riesgo de vincular nuestro prestigio individual, nuestra valoración, nuestra fama y nuestro poder personal al reconocimiento exterior, sobre todo si hacemos caso de la educación que hemos recibido y de los mensajes que la sociedad transmite de manera monocorde desde hace décadas, por no decir siglos. Curiosamente, nos dejamos a nosotros en un segundo plano como necesidad indispensable para conseguir encontrarnos en esta valoración externa de fama, prestigio, poder, o sueldo. Inmersos esta dinámica, constatar que constatar que cobramos poco, además de ser una desgracia económica pasa a ser, encima, la evidencia de un suspenso personal integral. Y parece ser que sólo las decepciones, a menudo varias y en una frondosa variedad de formas, nos van a llevar a plantearnos que quizá el problema requiere un estudio más profundo para su resolución.

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