
Desde pequeña cuando iba a misa, rezaba el padre nuestro con auténtica devoción y amor hacía Dios.
No tuve una infancia ni una adolescencia fácil, mis padres estaban separados y eso me ocasionó muchos problemas de todo tipo. Crecí con miedos, e inseguridades, no me sentía valiosa, cuando era pequeña me decían tu eres tonta no haces las cosas bien etc.
Al hacerme mayor vivía totalmente desconectada de esa devoción y amor a Dios que había experimentado cuando era niña. Llevaba una mochila llena de creencias que me estaba saboteando la manera de relacionarme con el mundo. Tenía pensamientos repetitivos: no puedes, no vales para nada; tenía miedo de ir a trabajar, miedo a tomar decisiones. Miedo de vivir. Tuve una serie de problemas familiares que me desbordaron por completo, esto desembocó en una profunda depresión, no me quería levantar por las mañanas, el mundo se me caía encima, el dolor era insoportable.
Un día mi marido, Joaquín trajo a casa el libro de Eckart Tolle y empecé a leerlo; al principio no entendía bien lo que decía pero a medida que leía el libro iba experimentando momentos de paz.
Más tarde conocí a un grupo de personas que se reunía para hablar de temas de espiritualidad, en ese grupo conocí a Ana Balado, Cointa y Cruz. Ana Balado nos comentó que estaba experimentando paz en su vida cotidiana, que ahora sabía lo que era despertar, nos comentó el trabajo espiritual que estaba haciendo con Jordi y María Pilar. Joaquín y yo nos apuntamos.
La propuesta de trabajo espiritual que nos comentó Jordi, era un trabajo serio. En dos niveles, espiritual y psicológico. Para mí apuntarme al trabajo significó un cambio radical en mi vida. Cuando llegué era como una plantita que estaba totalmente seca, muerta en vida y fue como recibir agua fresca y empezar a florecer. Fue ir de la oscuridad hacía la luz.
Desde el primer momento que nos apuntamos en el trabajo ya entramos de lleno en la práctica; empecé con unos ejercicios para despertar, para llevar la atención a mí. Y pude experimentar paz, presencia, en mi vida cotidiana, en mi trabajo laboral, en la cocina de mi casa pelando unas zanahorias, con mi familia. Deje de ser víctima para ser la protagonista de mi vida.
El trabajo también me llevó a vivir la muerte de otra forma, quiero recordar a Ana Balado, que gracias a ella pudimos conocer a Jordi.
Cuando Ana enfermó todos en el grupo nos sentimos desolados pero aprendimos a ver la muerte desde el amor desde la compasión, y afrontarla con naturalidad como una parte más de la vida.
Para mí esa experiencia que tuvimos con Ana, el acompañarla y despedirnos de ella, me cambió la visión de la muerte y de la vida.
Tenemos que vivir la vida sin miedo para morir sin miedo. Para mí la visión del trabajo me llevó a vivir la muerte de Ana como un gran aprendizaje, dejé de verla como algo terrible.
Esto nos unió mucho a Joaquín, Cointa, Cruz y a mí
El amor, la paz, la vida está en nosotros sólo tenemos que despertar para acceder a ese lugar. En nuestra mano está continuar con la práctica constante y poner mucha voluntad y no desanimarnos.
Os invito ir desde la oscuridad hacia la luz. Que pongáis luz en vuestras vidas
Muchas gracias.
Mónica Carrión Salas.
Resumen del «Aula Magna» que expuso el día 22 de Marzo 2025 por videoconferencia.
Puedes verla clicando en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=EY5cMcF7FF4