Jordi: En este punto me vais a permitir que lea un texto de Blay que, probablemente sorprenderá a muchos. Es del Tomo II de la trilogía: Caminos de autorrealización, y dice lo siguiente:
«Hay una frase en los Libros Sagrados que dice que el Verbo está encerrado en la Tierra, dentro de la existencia, clamando con gemidos inenarrables. Así se explica el misterio de lo que está empujando toda la existencia: es el Verbo, el Cristo que trata de expresarse a través de toda la existencia, a través de toda la naturaleza.
Cuando nos damos cuenta de esto, la persona de Jesucristo adquiere un sentido nuevo. Es una vinculación a través de la persona de Jesús, del aspecto Verbo, que establece un nexo, un puente, no ya en la naturaleza, que esto existía desde siempre, sino en la conciencia de la humanidad. Es un hecho particular que se reafirma en Pentecostés: no ya el proceso normal de evolución que está siguiendo todo, sino un proceso añadido, un proceso extra, particular, especial, por medio del cual, desde Arriba, se alargan los brazos hacia lo humano para que este ascenso a nivel de la realidad espiritual sea más fácil. Es realmente un enriquecimiento, una conexión entre la conciencia humana como un todo y el nivel superior o espiritual. Estos brazos alargados que tratan de ayudar a los que quieren subir reciben el nombre de Gracia, o de cualquier otro que quiera dársele, pero en todo caso es algo particular que facilita el trabajo. Así, pues, empieza a descubrirse que es verdad eso de que toda salvación se hace a través de Cristo, pero un Cristo no ya en el sentido de una fe particular, de unos modos externos, formulados a través de una doctrina y de unas prácticas, sino un Cristo en ese sentido de conciencia crística del Verbo Divino, que desde nuestro nivel espiritual se introduce activamente en el reino de la conciencia humana para servir de puente, para estimular el ascenso de los puntos o focos de conciencia de la humanidad que quieren ascender a lo alto.
El sacrificio nada tiene que ver con el dolor. Es un error el que hayamos ido identificando la palabra sacrificio con la palabra dolor. Sacrificar significa ofrecer totalmente una cosa a alguien. Los sacrificios en los ritos mistéricos de las tradiciones tenían siempre este carácter de ofrecimiento de alguna cosa a quien es el dueño de todo. En este sentido, ofrecimiento y sacrificio es lo mismo. Yo me ofrezco totalmente a Dios, porque yo soy totalmente de Dios, por Dios, y lo que hago es simplemente poner las cosas en su sitio, dejar de atribuirme una posesividad, una independencia que no existen más que en mi ignorancia. Yo simplemente reconozco las cosas como son, retorno las cosas a su lugar, que es Dios, operando aquí y ahora, en cada momento, Dios en sus modos de hacer, en sus modos de manifestación de existencia, sean cuales sean tales modos y momentos. Eso es poner las cosas en su sitio.»
Si os sorprende esta referencia de Blay a Cristo, a Pentecostés o a la Gracia es porque el Blay que hablaba de lo Superior se ha difundido muy poco. Nos hemos quedado en la existencia vivida desde una perspectiva exclusivamente psicológica, pero cuando miramos un poco hacia arriba se nos plantea la famosa frase: hágase tu Voluntad como algo inherente a nuestra naturaleza que nos empuja a actuar.
Maju: Hacer la Voluntad de Dios, es permitir que actúe en nosotros, ¿no? Pero para ello es preciso estar desidentificado del yo, incluso de la personalidad, ¿no?
Juan Maria: No, Blay lo explica muy bien.Habitualmente la palabra voluntad se entiende mal. Hacer la Voluntad de Dios significa complacer a Dios, no es someterse a Él. Hacer la Voluntad de Dios es ser lo que somos, imagen de Dios, y eso nos da satisfacción porque en esto encontramos la libertad.
La mejor expresión de que somos imagen de Dios es la imagen de la huella: el hombre es huella, huella de algo de una gran calidad que intuimos. Es como si alguien hubiera pasado y hubiera dejado la marca de sus pies: presencia en la ausencia; ha dejado una marca, pero no está allí.
Esta huella la tenemos dentro, Cristo nos ha revelado nuestra naturaleza esencial, nuestra naturaleza profunda. Nos ha hecho evidente que éramos esclavos, identificados con las cosas del mundo, y hemos sido liberados al reconocernos cómo algo que está por encima de estas cosas.
¿Quién nos ha liberado?: uno que no está; lo podemos llamar Dios, pero es un dios que no se dejará atrapar. En esta búsqueda de Dios tenemos a veces la impresión de que nuestra vida es un fracaso total. Sin embargo, la huella permanece y tenemos que averiguar de quién es.
Sin embargo, esta conciencia requiere de nosotros un compromiso personal en respuesta a una ausencia que turba la existencia. Todos tenemos claro que estamos viviendo muy por debajo del potencial que nos ha dado el Ser Absoluto; así que seguir el camino de Cristo es lo único que tiene sentido; y esto es lo que nos convierte en hermanos.
Pero hemos de hacer un esfuerzo para ser consecuentes. Hemos de ser conscientes de nuestra propia imperfección personal y social. No nos podemos considerar los buenos, los puros, esto es una visión farisaica, no se puede trazar una línea de demarcación entre buenos y malos porque esto sería inhumano. Tener que enfrentar las dificultades es benéfico, sobre todo para los más maduros, porque impide que la tranquilidad nos lleve a echar la siesta.
Lo que no tienes sentido es complacernos en rebuscar en el basurero y disfrutar denunciando la porquería que encontramos. Dios sabe que el ser humano es frágil, débil e inconsistente, que está en un tiempo intermediario, y respeta esta fase del tránsito. Para él todo es presente, o sea que somos nosotros los responsables de nuestra historia, no hay un Dios que maneje los hilos de la misma, nosotros somos los únicos protagonistas.
Parte de la ponencia 7 del Congreso “Práctica de la obra de Antonio Blay” 2022.
Maju, Jordi Sapés, Juan María de la Torre.
Este artículo es la cuarta y última entrega de la ponencia 7 del III Congreso “Práctica de la obra de Antonio Blay”; titulada “ El compromiso esencial”. Barcelona 01 de Noviembre 2022.
Imagen propia.