La base de nuestro trabajo

Aprender a vivir cada cosa en su propio nivel: esta es la base de nuestro trabajo.

 

     Somos este nivel superior, no pedimos nada que no se pueda realizar; estamos pidiendo que aprendamos a reconocernos, a descubrirnos y a vivirnos más; a reconocer esa aspiración que hay en nosotros de alegría, de libertad, de plenitud, de amor completo; aprender a ver eso que llevamos todos internamente; aprender a sentirlo.

 

     Cuanto más lo miremos, cuanto más nos abramos a ello, más se expresará, pues ya está en nosotros. Estamos hablando de algo de lo que todos tenemos testimonios; lo que sucede es que nunca lo hemos ejercitado. Nuestra mente vive tan apegada a lo sensorial y, a través de lo sensorial, a lo sensual, que, aunque hemos vivido en algunos momentos esta potencia interna, nos parece que todo ello forma parte de una especie de mundo ideal, apto sólo para soñadores y poetas. Y no es así, sino que está al alcance de todos; lo único necesario es que lo reconozcamos y lo vivamos.

 

     No nos hemos de quejar de la vida ni lamentarnos de las personas, ya que lo que estamos buscando a través de ellas, de las circunstancias, lo somos ya; está ahí, está esperando sólo que le prestemos atención y que permitamos que se exprese. Este es el secreto de toda realización: no hemos de llegar a nada, sino que simplemente hemos de ver y de abrir, hemos de dejar que el Amor se exprese y que el gozo y la alegría se manifiesten. Mas para hacer esto he de estar atento a ello. Este es el ejercicio, en esto consiste el trabajo.   

 

     Primero podemos realizarlo en momentos aislados, excepcionales; después hemos de intentar ponerlo en práctica más y más en nuestra vida diaria, junto con lo personal; de este modo, nuestra personalidad se convierte poco a poco en lo que está destinada a ser: en un vehículo de transmisión, de encarnación de lo que es espiritual, de modo que pueda, a través del mundo vital, afectivo y mental, dar paso y forma a lo que es la Luz y el Amor, a lo que es gozo de Ser y la esencia de vivir; que lo pueda encarnar, pues esta encarnación se traduce siempre en transformación, en redención.

 

     Redención significa hacer limpieza, elevar la conciencia de lo otro y de los otros. La redención no consiste en perdonar unas cosas, sino en iluminar una conciencia que estaba oscura, significa redimir de la ignorancia, de lo que es oscuro, para que pueda vivir aquello que Es, la Luz, la verdadera vida, la verdadera forma del ser espiritual.

 

     A esto es a lo que estamos todos destinados, a servir de vehículo, primeramente para vivirlo en nosotros y, luego, para irradiarlo a los demás, colaborando así a un trabajo conjunto de redención o de evolución. Redención de la conciencia y evolución de la vida es exactamente lo mismo.

Caminos de autorrealización, pág 57

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