La injusticia no existe

¿Podemos esperar de un cocodrilo que se comporte como un perrito faldero? ¿Podemos esperar del fuego que no queme? ¿Podemos creer que el agua va a dejar de ser mojada?

Esperar que las cosas sean diferentes a como son es ignorar la ley de la causa y el efecto: mientras exista la causa previa, solamente podemos vivir el efecto que tenemos.

Pretender que la realidad es injusta porque no encaja con nuestros deseos es negarnos a comprender que el fuego, los cocodrilos y el agua son como son y producen los resultados que producen. Pensar que su acción o su existencia es una injusticia nos llena de odio y de venganza…. ¿Y acaso te parece buena idea vivir odiando?

Cocodrilos, mordiscos e ignorancia

Un hermoso y tranquilo río, transparente y tentador en el atardecer cálido de una tarde africana. La tentación refrescante y relajante de un chapuzón. La posibilidad, incluso, de inmortalizar el momento en unas fotografías que mostraremos a nuestro regreso a Madrid.

Lanzarnos al agua y sentir, junto a nuestra piel ignorante y despreocupada el contacto frío y casi inmóvil de un cocodrilo discretamente inadvertido hasta entonces. El terror inundándonos hasta el tuétano de los huesos. No solo miedo, sino verdadero terror. El pavor a ser mordidos y atacados sacude nuestro cuerpo e intentamos salir del agua a toda velocidad. Deseamos no habernos metido nunca en ese río cristalino y, sobre todo, deseamos intensamente no recibir en nuestras carnes ningún mordisco de cocodrilo, posiblemente mortal.

El cocodrilo sigue inmóvil. No muerde. No se mueve. No tiene hambre. Si hubiese tenido hambre nada de lo anterior hubiera sido narrado. Nuestra vida sería historia. Hubiéramos sido merienda de carne blanca para un cocodrilo africano. Fin del cuento.

La realidad es, siempre, fruto de unas causas. Si somos comidos es por el hambre del cocodrilo y por nuestra imprudencia. Si salvamos la vida es gracias a que, simplemente, no tenía hambre. ¿Pero podemos acusar al cocodrilo de ser un animal ruin, injusto, ladino y malvado por amenazar nuestra vida? ¿Tenemos el derecho a dispararle y matarlo, por justicia, una vez en la orilla? ¿O acaso tenemos que empezar a aceptar que en los hermosos ríos africanos los cocodrilos existen y que los mordiscos son inevitables si nosotros nos comportamos con ignorancia?

Creo que esta última posibilidad salta a la vista como la más cierta. Si un cocodrilo me muerde, él está siendo quien es y yo estoy siendo un ignorante por olvidar que son peligrosos. No puedo culpar a los cocodrilos de mi falta de prudencia. No puedo clamar al cielo exigiendo justicia habiendo sido ignorante, ni exigiendo que los cocodrilos actúen ahora como corderitos.

Humanos, cocodrilos e injusticias

Podemos entender lo anterior con facilidad porque hablamos de un animal, un ser inocente que no puede dejar de ser un hambriento y mortífero cocodrilo. Comprendemos fácilmente que culpar a un cocodrilo de ser “injusto” es una forma evidente de intentar disimular nuestra imprudencia y nuestra ignorancia. Entendemos con el ejemplo anterior y sin mucha dificultad que el cocodrilo no es malo, ni injusto, sino que simplemente es como puede ser.

Pero llevar el ejemplo anterior a las personas suele costarnos mucho más. Intentar comprender que las personas que ejercen violencia, que son crueles, que roban…. no están actuando de forma injusta es, muy a menudo, difícil de aceptar porque pensamos que una cosa son los animales inocentes y otra muy distinta, las personas. Todavía puede costarnos más observar los dolores sociales: guerras, explotación, desigualdades… y pensar que no es algo injusto. ¡Nos hierve la sangre ante tanta injusticia!

Sin embargo, quiero que lo analicemos con cuidado. ¿Acaso ignoramos que, si un bebé no recibe los nutrientes alimenticios suficientes puede desarrollarse con importantes déficits que marcarán, de por vida, una fragilidad corporal que de otro modo no tendría? ¿Verdad que podemos entender que una persona adulta puede tener una salud delicada de por vida si, durante los períodos críticos de su infancia, no recibió los nutrientes suficientes y adecuados?

Lo mismo sucede cuando una persona, en su momento, no ha recibido suficiente apoyo, suficiente afecto, ni suficiente información: se puede volver una persona sin capacidad de empatía, agresiva, incapaz de amar… Las personas así existen. Las personas con un pozo interior sin fondo y llenas de dolor existen. Están ahí. Son fruto de un pasado que las convirtió en eso.

Es una muestra de ignorancia por nuestra parte pensar que todas las personas adultas han tenido un pasado hermoso y nutritivo. Es una muestra grandiosa de ignorancia por nuestra parte pensar que todas las personas adultas tienen los suficientes recursos internos para olvidar las afrentas, las dificultades y sanar el pasado. Muchas personas heridas y dolidas circulan por las calles, toman el metro, trabajan con nosotros, son nuestros vecinos y vecinas.

Ignorarlo y culparlas por actuar desde donde lo hacen es tan absurdo como meterse en un río africano sin vigilar que no haya un cocodrilo cerca. Culpar al cocodrilo del mordisco será una forma de no aceptar mi responsabilidad: debo saber que no solamente hay cocodrilos en los ríos africanos, sino también en las calles de mi ciudad.

No te llenes de odio

Si hemos comprendido lo anterior, veremos que llenarnos de odio ante el dolor, el robo, la violencia, las desigualdades… no lleva a resolverlas. Al contrario, nos llena interiormente de odio y nos impulsa a vengarnos. Naturalmente, cuando la venganza se instala en nuestra alma sentimos la llamada a ejercer un castigo, un dolor, una violencia contra quien nos hizo daño…. ¡y la espiral de violencia y desamor se hace inevitable!

Un conocido maestro espiritual dijo que pusiéramos la otra mejilla cuando alguien nos agrede. No quería decir que nos dejásemos pegar, sino que respondiésemos desde otro nivel de conciencia. Nos invitaba a comprender que no todas las personas saben lo que hacen, ni pueden saberlo, ni pueden actuar diferente. Nos invitaba a construir una realidad justa, que él llamaba reino de los cielos, sin agredir a nadie, sabiendo que cada persona llegará a entender la realidad cuando sea su momento, pero que no podemos culparlas de ser cocodrilos y de dar mordiscos por ello.

Nosotros no podemos cambiar a los demás. Sería prepotente pretender que podemos transformar a los demás cuando queramos. Sería un absurdo. Pero sí somos responsables de nosotros, de nuestro interior.

Pretender que el mundo está lleno de personas equilibradas, felices y conscientes es mentirnos, es ignorar la realidad de los adultos que todavía son cocodrilos. Culparlos por sus acciones y creer en la injusticia es una excusa para que yo les agreda, para que yo actúe como un cocodrilo. Es una forma de llenarme de odio y ser, yo mismo, otro cocodrilo y no poder alcanzar en mi interior la paz invulnerable que conlleva el reino de los cielos.

La injusticia no existe. Creer que existe la injusticia me llena de odio y me convierte en un vengador y en un motor que lleva a mi vida más odio y más dolor. ¿Quiero eso para mi vida? Comprender que la injusticia no existe y que solamente existe la ignorancia, me permite vivir desde un nivel de conciencia superior que me llena de una paz invulnerable. Repito, la injusticia no existe y yo no actúo en contra de nadie sino a favor de lo que promueve más armonía, más paz y más equilibrio. De este modo mi vida se llena de paz, de servicio y de felicidad.

Ejercicio práctico para verificar e integrar:

Cuando nos encontremos ante algo que nos parezca una injusticia os animo a realizaros las siguientes preguntas:

1.- ¿Acaso he olvidado que las personas que dañan a otras lo hacen porque están dañadas ellas mismas y no pueden actuar sino como cocodrilos? ¿Acaso he olvidado que los cocodrilos no solo están en los ríos africanos sino también por las calles de nuestras ciudades?

2.- ¿Qué puedo hacer para reducir el dolor sin incrementarlo dañando al cocodrilo y a los demás? ¿Cómo puedo actuar de forma que el dolor se reduzca y no genere más odio en mi entorno? ¿Cómo actuar sin ánimo de venganza?

3.- Si el cocodrilo está dispuesto a aprender, ¿puedo enseñarle a ver la vida de forma diferente para que pueda actuar de forma diferente? En caso contrario, ¿puedo protegerme de él y, a la vez, aceptar que él no cambiará hasta que esté dispuesto a aprender y que debe sufrir las consecuencias de sus actos, pero que no me corresponde a mí dañarlo ni vengarme?

4.- ¿Puedo marchar deseándole lo mejor? ¿Puedo protegerme deseándole que descubra la empatía y el amor?

Respetar el proceso de evolución de cada personas es una muestra de amor y de conciencia elevada que solamente puede ser comprendida y llevada a término por quienes han entendido que la injusticia no existe.

Dejando de creer en la injusticia y haciendo lo que te toque hacer, el mundo se llenará de amor.

 

   Daniel Gabarró

Podrás escuchar a Daniel Gabarró del 12 al 14 de Octubre en el Congreso «Autoconocimiento y Espiritualidad en el siglo XXI. Práctica de la obra de Antonio Blay».

Más información: congresoantonioblay.com

14 comentarios en “La injusticia no existe”

  1. Gabarro, como de costumbre, aporta un interesante punto de vista que nos obliga a seguir sumando preguntas a las planteadas por él. Me animo a lanzar un par de ellas: ¿Las situaciones que provoca la ignorancia no merecen un adjetivo? Ya sé que no debemos juzgar pero muy difícil prescindir completamente de los adjetivos calificativos.Tal vez no debamos calificarlas de injustas y deberíamos decir mejorables pero me suena un poco a trampa semántica…
    Por otro lado, la explicación sicológica que remite a las carencias en el pasado de cada individuo ¿no queda un poco coja? Echo en falta una dosis de análisis sociológico. Hay gente que actúa como actúa no porque tenga un pasado negro sino por todo lo contrario, porque ha crecido en un ambiente en el que se ha encontrado todo hecho y ha visto que lo natural es que haya gentes que estén por debajo de su nivel. En este caso sus actos también serán dirigidos desde la ignorancia pero me parece importante matizar que no tiene la misma responsabilidad el ignorante criado en una favela que él que tiene un master en Harvard.

  2. Poner la otra mejilla es aceptar que los cocodrilos forman parte del paisaje y juegan un papel en el hábitat que los contiene. El del cuento que se tira al rio para bañarse se cree que está en un parque temático, así que no le habría ido mal que el cocodrilo le hubiera dado un buen susto.

    Podemos intuir que la persona que se comporta de forma agresiva ha sido a su vez víctima de una violencia anterior pero esto no hace más que trasladar el problema a una fase previa. Y en ningún caso me permite sentirme feliz porque constato que el otro está sufriendo.

    Aquí es pertinente una frase que me soltaron una vez que estaba acusando a alguien de haber actuado de una forma injusta; su respuesta fue: “El Todo está hecho de lo justo y de lo injusto, si no puedes admitir lo injusto jamás comprenderás el Todo”.

  3. «Esto es una injusticia, no lo puedo entender», sería la reacción opuesta a lo que Gabarró nos transmite en su artículo.
    No se trata tanto de tener una actitud pasota: «todo el mundo es bueno» y por lo tanto no hacer nada. Más bien evitar la tentación de escaparse de la realidad, eludiendo los compromisos que ésta nos pide, mediante el falso argumento: «como eso es injusto, ni entiendo, ni tengo que hacer ningún intento por entender»
    Las cosas son y suceden de una determinada manera, intentar comprender por qué es nuestra obligación como seres humanos, sociales y que vivimos para actualizar nuestro potencial, porque eso es lo que somos. Y de esta manera, implicarnos en mejorar nuestro mundo.

  4. Coincido con Pedro en que también hay muchos cocodrilos de traje y corbata, e incluso cocodrilos disfrazados de grandes meditadores; quizá estos últimos los más hambrientos. En mi opinión no se trata de creencias que las hay para todos los gustos; los hay que creen que la injusticia es un hecho y los hay que creen que no existe, esto o se experimenta en vena, o nos quedamos divagando por los terrenos pantanosos de las ideas. Lo que resulta evidente es que cuando uno atiende las cosas despierto no se para a pensar si lo que tiene delante es justo o injusto, ni si quiera se le pasa por la cabeza; se ocupa de lo que la realidad le presenta porque constata que todo forma parte del terreno de juego donde le ha tocado desenvolverse como ser humano; cocodrilos incluidos.

    Muchas gracias por el articulo Daniel.

  5. La realidad es la que es y es cierto que, como dice Daniel, «llenarnos de odio ante el dolor, el robo, la violencia, las desigualdades… no lleva a resolver esas situaciones». No nos dejan indiferentes las situaciones que juzgamos como injustas pero sí que tenemos la capacidad de aportar y sumar. Cada cual desde el lugar en el que esté.

  6. Diría que, con matices, estamos tod@s de acuerdo. Si hay algo mejorable en el mundo (eso se deduce de la mayoría de comentarios) es que hay situaciones inconvenientes, mejorables o injustas. El nombre no importa mucho. Por otro lado, despiertos también juzgamos y valoramos: no es el juicio del personaje, es evidente, pero incluso aunque a veces no nos percatemos de ello, hay una rapidísima evaluación de la situación seguida de una acción que desarrolla el potencial y hace una aporte al mundo.

  7. Yo creo que ver injusticias o no se basa en ver los sucesos desde niveles de conciencia distintos. En mi experiencia, al estar despierta, cosas dificiles de digerir para mi en otras circunstancias, han estado perfectas, y no requerían de ninguna explicación.
    Otra cuestión es que yo admito que me es dificil situarme con esa lucidez y esa conexión con Lo Superior en todo momento porque lo emocional y tantas informaciones empujan con mucha fuerza, y salen mis tendencias personales y mis ideas de justicia, claro que sí, pero intento no perder de vista la verdad que en un momento de máxima lucidez y paz he visto clara.

  8. Primero de todo felicitar a Daniel por su labor y por este didáctico texto, introducido por la metáfora del cocodrilo, que como todas las metáforas bien estructuradas se meten en lo más profundo de nuestra psique, difícilmente la olvidemos. Continua comentando de manera racional las actitudes del personaje, que él califica de ignorancia humana, para finalmente plantearnos una batería de preguntas, que obligan a un trabajo filosófico individual.

    Haciendo una lectura rápida de las respuestas, parece ser que ha removido a más de uno. Por eso, creo que hay que contextualizar lo dicho para comprender la enseñanza que Daniel nos transmite. Es decir, es un texto dirigido a personas con una orientación al Trabajo, entendiendo el trabajo como una búsqueda de la Verdad. Desde un punto de vista físico, podemos llamar Verdad a la energía inteligente de la que tomamos conciencia mediante el ‘sahasrara’, capaz de limpiar nuestro psiquismo de la ignorancia, por tanto esta Verdad también es la fuente del verdadero Amor. Esta orientación a la Verdad y al Amor nos aporta paz, un equilibrio entre cuerpo y mente. Todos podemos comprobar por experiencia que si disminuye la conciencia de este flujo de energía, ya sea por ira, odio, o demás reacciones, disminuye nuestra paz. Y como pretendemos trascender la ignorancia, a la que bien apunta Daniel, en un momento del Trabajo, este aporte de energía nos es necesario en continuo en nosotros, pues si la malgastamos en batallas el propósito queda desatendido. La idea es dejar las batallas para quien le correspondan, entendiendo que si queremos amar de verdad, no debería ser ya esta nuestra función andar luchando con unos y otros. Pues si hacemos guerra nos corresponderá guerra, si hacemos paz nos corresponderá paz, y ha esto se refiere en la primera frase donde habla de la ley de causa y efecto. Así i todo, sería necesario matizar que en este proceso no se excluye la tenacidad, entendida como la cualidad de determinarse en una dirección y mantenerse contra viento y marea. Eso sí, orientado hacia la Verdad y Amor, y la prueba de que es el buen camino, es que los actos no dejan residuo.

    Muy contento que Daniel participe en el congreso y siga aportando información de Verdad y Amor a aquel que la necesite. Gracias de nuevo.

  9. Cuando estoy despierto, la palabra “justicia o Injusticia” pierde sentido.
    Observadlo: soy yo y la realidad; estoy abierta, lucida y dispuesta a la acción; sin juicios ni prejuicios. En este estado de conciencia, no caben discursos ni moralinas. Si aparecen es señal de que he cambiado de nivel de conciencia y me he vuelto a dormir. La moral es preferible a la revancha pero no es la solución. Es importante detectar estos cambios para no liarnos: todos sabéis que cuando estamos despiertos no hay juicios; simplemente vemos y damos respuesta a lo que se nos presenta.
    Mi agradecimiento a Daniel por su articulo.

  10. Pues a mi precisamente la metáfora del cocodrilo (o la del fuego, o la del agua) no me convencen del todo. Me parece que Dani hace una pequeña trampa poniendo al mismo nivel las leyes que rigen el mundo natural con las acciones que se dan entre personas. El fuego siempre te va a quemar si te acercas demasiado, es evidente, pero, por ejemplo, no todos los mandatarios van a gastarse el dinero público destinado a un quirófano en una juerga loca de fin de semana. Quienes estamos en el Trabajo podremos afrontar este último hecho si sentir odio ni repulsa, simplemente actualizaremos nuestro potencial del modo que veamos conveniente (recabar pruebas, denunciar el hecho, etc.).
    Otro tema es que ese hecho ha ocurrido y quien lo ha hecho tiene motivaciones. Por supuesto, pero eso no me lleva a calificar la situación como perfecta.Tampoco creo que el estar en el nivel de conciencia del Yo Experiencia o del Yo Esencia vaya a hacer que mi respuesta varíe demasiado. Será más atinada, más inspirada en el segundo caso pero en ninguno de los dos podré aprobar el hecho (aunque sea parte del Todo, cuestión indudable pero, a efectos prácticos, intrascendente)

  11. Hola Pedro y familia. Puede que haya mucho mas que contextualizar y creo, que seria conveniente, para solventar estas lógicas dudas, estudiar a fondo uno de los mejores maestros de estos últimos tiempos de los que Daniel ha sabido sacar su jugo. Con el absoluto respeto a la figura y obra de Antonio Blay de la que, a mi parecer insuperable en explicar el génesis y mecanismo del personaje, llevar a la práctica los niveles superiores, y mucho más, siendo quien tiene la ‘culpa’ de que yo encontrara un camino hacia la Verdad gracias a la mano del genio Jordi Sapés, al que todos conocemos y queremos. Hay como decía este maestro del otro lado del charco, ya fallecido, pero que indudablemente ha dejado huella en el trabajo espiritual de Daniel, el colombiano Gerardo Schmedling, fundador de «la escuela de magia del Amor». Que basa su enseñanza en la aceptación y la explicación de las leyes generales espirituales. Así que ya tenéis el dato, ahora os toca a vosotros investigar y profundizar si lo deseáis.

  12. En absoluto es intrascendente que lo veamos parte del Todo. Si lo vemos parte del Todo no vamos a actuar como si el problema fueran exclusivamente estas personas sino que, además, vamos a denunciar un sistema que posibilita que esto suceda. Un sistema con el que convivimos y contra el cual no luchamos lo suficiente porque solo reaccionamos cuando las desviaciones son flagrantes.

    Olvidarnos del Todo, facilita que nos quedemos satisfechos por el hecho de denunciarlo y que ricemos el rizo de la bondad por el hecho de no sentir odio ni repulsa por los que han actuado de esta manera. Hacemos bien en no sentir odio ni repulsa por esta gente pero hay que mirar de recuperar el dinero del quirófano porque hay enfermos pendientes de ser operados.

    Me parece que da igual el ejemplo que pongamos: cocodrilos o quirófanos; el caso es que para superar la dialéctica de buenos y malos a lo mejor es preferible vernos deficientes como un Todo que pretender destacar colocándonos por encima del bien y del mal, es decir: siendo súper buenos; porque esto no soluciona nada.

  13. Quiero aclarar que el que yo sepa o intuya que las cosas son perfectas, y que mi criterio respecto a ellas, en el fondo importa poco, no quiere decir que yo no vaya ganando en el deseo de actuar y de expresar el criterio que tengo respecto a todo lo que me afecta, y tampoco significa que todo me parezca bien.

    Yo creo que tendemos a tener una idea de la finalidad que tiene todo lo que ocurre, y que esto acarrea una sensación de injusticia. Muchas veces me he quejado de muchas cosas, y me sigo quejando, pero acaso yo sé si hace falta que los que lo hacen se gasten el dinero del quirófano para que la gente despierte un poco y se situe? Y otra cosa es que además creo que esta crisis que tanto nos revuelve se situa en todos los niveles de la población, no sólo en los altos.

    Bueno, la finalidad de los sucesos que nos trae la vida creo que arrasan con todas las posibles previsiones.

  14. Es una lástima, escribí el viernes pasado una entrada pero parece que los duendes se la llevaron… Intentaré recordar lo escrito. Claro que es importante tener una percepción de que somos un Todo que avanza a diferentes ritmos y desde diferentes niveles de conciencia pero veo que hay gente que, sin saberlo o sin percibirlo de forma consciente, actualiza el potencial de forma impecable. Los que estamos en el Trabajo ya sabemos que esto no es una película de buenos y malos porque en todo el mundo hay un fondo de A-I-E. También sabemos que en las motivaciones no existe el mal, quien hace cualquier acción lo hace motivad@ por el interés, el placer, etc. Pero las acciones tienen consecuencias y entre estas no todas son iguales. Llegados a este punto no puedo avanzar sin adjetivos. Hay consecuencias que podemos calificar de inconvenientes, no deseables, provocadoras de daño físico y moral, etc. A mi no crea ningún problema calificarlas de injustas.
    Defiendo un discurso de autorrealización que sea comprensible y asumible. No me vale con decir que tal vez, por poner un ejemplo, los nazis mataron judíos porque en el plan divino el pueblo judío debe pasar esa fase para despertar. O la misma afirmación pero aplicada al pueblo palestino en el siglo XXI. Eso forma parte del misterio, nunca vamos a llegar a saber nada empírico sobre el diseño divino y mientras tanto hay que vivir actualizando el potencial para hacer nuestro aporte al mundo. A mi me mueve la lucha contra la injusticia, intentando siempre enfrentar el hecho y no la persona y probando siempre a mover todo el Amor y la empatía que pueda.Como decía aquella compa del otro lado del charco, «en esa vaina estamos..».

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