La intensidad en el Trabajo espiritual

La experiencia enseña que uno de los grandes problemas que nos encontramos a lo largo de nuestro proceso interior, es la perdida progresiva de la intensidad en el despertar conciencial que debemos aplicar a nuestro vivir cotidiano; de manera que en el tiempo se corre el peligro de caer en una especie de “limbo acomodaticio” donde nos vamos desangrando poco a poco.

 

     Particularmente vengo de la parte técnica de la enseñanza y recuerdo la famosa ley de la electricidad que fue enunciada en 1826 por el físico alemán George Ohm. Descubrió que en los circuitos eléctricos se daban unas sencillas relaciones entre el voltaje, la intensidad y la resistencia. En síntesis, la ley que lleva su nombre, considerada como la más básica de los circuitos eléctricos se enuncia de la siguiente manera: “La intensidad que circula por un circuito varía en forma directamente proporcional a la variación del voltaje, y en forma inversamente proporcional a la variación de la resistencia”

 

     Si definimos el voltaje como el flujo eléctrico que circula por un conductor al establecer una diferencia de potencial entre dos puntos, tenemos que cuando estamos dormidos el voltaje es cero, es decir, los voltios conscientes brillan por su ausencia porque nos limitamos a vivir en una suerte de mundo ilusorio  controlado por un mecanismo automático, cuya única función es intentar cumplir con los presupuestos que previamente dicta una ego-isla llamada personaje; es una vida unidireccional donde nos limitamos a reaccionar al albur de las circunstancias y en muchos casos tristemente ni siquiera nos preguntamos el porqué. Ahora bien, en el mismo momento que nos personamos en nuestra conciencia y despertamos a la evidencia de lo que yo soy, aunque solo sean unos segundos, aparecen los dos puntos necesarios para que la inteligencia, amor y energía que constituye mi naturaleza Esencial circulen conscientemente por la forma que encarno en este mundo, esos puntos son: conciencia-existencia.

 

     Y es este empeño constante en vivir cada vez más tiempo desde la conciencia de mí, lo que establece que la diferencia de potencial entre los dos puntos cada vez sea mayor y como consecuencia vaya aumentando el voltaje. Esto quiere decir que, siguiendo la ley de Ohm, la intensidad o “Potencial Esencial” que circula por mi personalidad se ve intensificado en la misma proporción que con mi esfuerzo diario mantengo una presencia activa en respuesta a los estímulos que me llegan de la existencia. A veces, incluso se alcanza un estado en el que este circuito que represento en el colectivo “eléctrico” se mantiene casi por sí mismo; y esto es debido a que con mi esfuerzo individual consigo pasar del funcionamiento habitual y típico de un “acumulador eléctrico”, a convertirme en un “generador de energía” que aporta su luz, integración, y poder, en la mejora global de la red eléctrica, sin ninguna factura de por medio eso sí. Vaya que me convierto en ¡todo un astro luminoso!

 

     Pero… ¿y la resistencia? Claro nos habíamos olvidado de ella. La resistencia se puede definir como la oposición al flujo de corriente eléctrica a través de un conductor ¿Que sucede cuando el “astro luminoso” se confía y pierde la atención sobre el circuito que representa en esta existencia? Pues que la resistencia en forma de pereza, dejadez, desidia, apatía… va aumentando y como consecuencia, si nos acordamos de la ley de Ohm, la intensidad va disminuyendo en la misma proporción. O sea, que cuando soy arrastrado por los automatismos adquiridos dejo de alimentar el circuito, y de facto caigo en el error de ir desatendiendo mis “labores” espirituales; momento en el cual la personalidad se convierte en una especie de material semiconductor que, llevado por esas resistencias citadas, crean en nuestra mente una barrera que deja pasar mínimamente la corriente eléctrica quedando colgados, de esta manera, en ese “limbo acomodaticio” que comentábamos al principio. Eso sí, con el peligro acuciante de terminar transformados en un material aislante.

 

     Por eso es importante no ceder ni un voltio de esa tensión espiritual que aparece cuando despertamos a la conciencia de lo que yo soy; y tenemos el mejor apoyo posible para ello: despertadores, diarios, semanarios, centramientos, talleres, retiros… siempre con la vista puesta en que esa intensidad no decaiga y siga circulando en mí con la menor resistencia posible.

 

     A fin de cuentas, nuestra labor consiste en facilitarle a lo Superior que esa aspiración Divina que un día nació en mi interior, se concrete en forma de personalidad superconductora: que, dicho sea de paso, son esos materiales que al pasar por ellos la corriente eléctrica no generan perdida de energía ni crean resistencia alguna, incluso estando a temperatura cero, es decir, incluso cuando las circunstancias aprietan.

4 comentarios en “La intensidad en el Trabajo espiritual”

  1. Un Artículo muy «luminoso y eléctrico» Imanol.
    Muy apropiada la comparación de la ley de Ohm con el Trabajo.
    Siguiendo en la línea de lo que comentó Ester en su charla, cualquier cosa que vemos, vivimos o estudiamos nos remite al Trabajo. Esto permite que esté vivo y tenga una aplicación directa en la vida cotidiana.

  2. Gracias Imanol por un artículo que nos hace reflexionar sobre la práctica constante. Es un ejemplo muy claro para poner de manifiesto que no debemos dejar de alimentar el circuito espiritual.
    Un abrazo.

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