La libertad interior

La “prueba del algodón” de la libertad interior es experimentar la posibilidad de hacer algo nuevo, diferente de lo acostumbrado, aunque nuestra situación personal no lo requiera. Y esta libertad no la podemos suponer si no la ejercitamos. Acostumbramos a confundir libertad con ausencia de imposiciones externas, pero la libertad es la capacidad de decidir personalmente lo que queremos hacer; no es hacer lo que nos da la gana, es estar en condiciones de hacer lo que vemos adecuado. Ésta es la verdadera libertad, la libertad interior nuestra, personal e intransferible; la de personas autodeterminadas, que no dependen de hacia dónde sopla el viento, sino que examinan ese viento y se colocan en una posición que les permita seguir avanzando hacia donde ellas quieren ir.

[…]

     Y aquí encontramos la clave de esta línea de Trabajo espiritual: en el hacer, no en el pensar o en el querer. Hemos tomado conciencia de nosotros mismos, despertando, y hemos observado la mentira en la que el personaje nos tenía encerrados. Ahora, vamos a romper esta cárcel mirando, sintiendo y actuando de una forma nueva; no solo por distinta, sino porque es el resultado de utilizar conscientemente las capacidades que nos hacen humanos. El Trabajo espiritual nos da la oportunidad de experimentar en qué consiste ser nosotros mismos actuando en la existencia, nos convierte en actores conscientes de la misma. Si esta espiritualidad no repercute en nuestro entorno, si nos limitamos a la contemplación y a la meditación, acabaremos por devolverle la batuta al personaje, que ya sabe manejarse por los terrenos que acostumbramos a pisar. Y para ese viaje no hacen falta alforjas.

Jordi Sapés de Lema. ­«El trabajo del “yo experiencia” en el Centro Motor». En «Práctica del camino de Antonio Blay». Editorial Boira. 2020.

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