La plenitud: ejercitación del potencial

Susana Portilla

Nuestra vida es un proceso por el cual nosotros mismos somos los creadores de nuestra plenitud. Yo no puedo vivir otra plenitud que la que es consecuente a la actualización de mi capacidad de comprender, de amar y de actuar. En la medida en que ejercito esto, en esa misma medida yo crezco. Y crezco en un sentido externo de capacidad de vivir; y crezco en un sentido interno, de propia plenitud.

 

 

     Es muy importante mirar si se ve con certeza que esto es así. Porque nuestra vida está construida sobre una creencia totalmente distinta. Nuestra vida está construida sobre la creencia adquirida de que son las circunstancias y las personas que me rodean las que hacen que yo sea feliz o desgraciado, las que hacen que yo llegue a una plenitud o a un fracaso. Estamos viviendo bajo esa convicción, y por eso siempre echamos la culpa a los demás. Porque vivimos bajo esta creencia.

 

     En cambio, si uno llega a ver con claridad que nada del exterior puede suplir lo que es la actualización de mí mismo, si esto se llega a ver claro, marcará un cambio radical en la actitud que tenemos ante nosotros mismos y ante la vida.

 

     Cada uno, cuando se da cuenta de esto, se da cuenta que a su vez, es el responsable único de lo que realmente vive. Porque el exterior me puede producir circunstancias, agradables, favorables o no favorables, o desagradables, pero la respuesta que yo doy a esas circunstancias, eso, depende de mí, eso puedo yo crearlo, puedo yo ser dueño de mis respuestas. Y son estas respuestas, precisamente, las que me desarrollan, las que me actualizan.

 

     No tengo ningún otro modo de llegar a un desarrollo de algo si no es mediante la ejercitación de ese algo (la ejercitación activa). Si yo quiero llegar a vivir una plenitud afectiva el único medio que existe es que yo ejercite activamente mi acto de amar, mi acto de responder con gozo, con felicidad, a las situaciones.

 

     Mientras yo esté esperando que el exterior me llene de satisfacción, me llene de amor, estaré esperando toda la vida en vano. Lo único que me desarrolla es este acto por el cual yo ejercito mi potencial.

 

     Curiosamente, esto se ve muy claro en el aspecto físico: yo sé que no puedo tener una fortaleza física que no sea el resultado de mi ejercitación física. En la medida en que yo me ejercito, que hago gimnasia, que hago ejercicio, en esa medida, yo soy más fuerte. Y no puedo esperar ser fuerte si no me ejercito.

 

Antonio Blay Fontcuberta. “Curso de psicología de la autorrealización”. San Cugat del Vallés 1982.

2 comentarios en “La plenitud: ejercitación del potencial”

  1. Afortunadamente, el día a día nos trae mil y una situaciones para que actualicemos ese amor que somos y veamos con claridad que nuestra plenitud no depende del exterior sino de la respuesta que demos ante él.
    Después de varios años de Trabajo en la línea de Antoino Blay, pienso que esta es la clave. Que no me crea que ya estoy autorrealizado porque le dedique mucho tiempo al Trabajo. Lo que mide el progreso en el camino es esa cosa tan simple que consiste en ver con claridad que nada del exterior puede suplir lo que es la actualización de mí mismo.

  2. No podemos elegir los estímulos que recibimos del exterior, pero sí la respuesta que demos. Y ahora sabemos que hay diferencia entre dar una respuesta automática o una respuesta despierto: estando yo, directamente, en esa respuesta.

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