Yo soy el otro

pixabay

El punto más importante, el punto capital en la relación humana, es éste:

     Cuando yo vivo en el mundo de las circunstancias, cuando yo trato con alguien, ¿espero algo de ese alguien, me apoyo en lo que voy a conseguir de esta persona? Es decir ¿establezco una relación dependiendo del objeto, o mi relación se apoya en el sujeto?

     En la medida en que yo vea lo otro como importante para mí, yo estaré dependiendo de lo otro: que una persona me entienda, que me acepte, que un asunto me salga muy bien, o algo parecido. Entonces yo quedo supeditado al objeto, y ya no vivo mi realidad sino que vivo la realidad de lo otro. Y condiciono mi realidad, mi felicidad, mi satisfacción, a la incidencia que ocurra en relación con lo otro (o con el otro). Y esto, de entrada, es una posición errónea. Yo he de vivir siempre, en todo momento, lo que Soy; y desde ahí vivir abierto a todo lo demás. No es que yo me quede encerrado en esto que soy, sino que desde ahí, yo quede totalmente disponible, abierto, para crecer en la conciencia de lo otro.

 

     El otro es otra dimensión de mi conciencia, cuando yo me abro al otro y trato de comprenderlo, entenderlo, aceptarlo. Pero sólo cuando yo estoy instalado en la conciencia que es mi Yo real podré abrirme al otro, a mi otra conciencia, sin alterar, sin renunciar para nada a lo que yo soy. Será una expansión de conciencia, no una supeditación de conciencia. Por esto yo aconsejo tanto que se desarrolle esta base de sujeto, de conciencia que yo vivo como mía. Todo lo que yo percibo, conozco, valoro, son dimensiones de mi conciencia; pero para ordenar y unificar todos los contenidos de mi conciencia debe haber un sentido de organización, un valor jerárquico, y el valor jerárquico, de momento de un modo inmediato, soy yo, como centro de todos los demás sectores.

 

     Cuando yo vivo mi relación con otra persona desde la plenitud de mi conciencia propia, entonces se trata de un enriquecimiento que hago de mí mismo, nunca habrá un litigio, nunca habrá conflicto, porque sé que el otro no constituirá un peligro. Cuando vivo centrado, el otro nunca es peligro, siempre es oportunidad. No es peligro porque no puede quitarme nada de lo que soy, no puede lesionarme nada de lo que es mi naturaleza esencial. En cambio siempre es oportunidad porque es un medio de expansión de mi conciencia existencial. Cuando yo puedo comprender y aceptar al otro, yo vivo en el otro, siendo el otro. Yo me realizo existencialmente expandiendo mi conciencia de ser, que incluye al otro. No al otro como objeto, sino al otro desde sí mismo, al otro como expansión de mi conciencia de sujeto. El otro es otro modo de ser de mí mismo. Cuanto más yo miro dentro de las personas, más descubro que somos iguales. Las diferencias solamente son periféricas; cuanto más adentro voy, mayor igualdad… hasta llegar a una total identidad… en el centro.

 

Antonio Blay Fontcuberta. “Conciencia, existencia y realización”. Ed.Indigo. 1995.

Imagen: pixabay

2 comentarios en “Yo soy el otro”

  1. Antes de empezar el Trabajo, el tema de la relación con los demás era mi talón de Aquiles.
    Vivía totalmente supeditada al otro y a lo que pensaría de mí.
    En la actualidad mis relaciones tienen menos de «montaña rusa» pero mucha más veracidad y equilibrio.
    Se trata de disfrutar con el otro y estar bien conmigo cuando no está.
    En este sentido, el Trabajo, ha sido una terapia en toda regla.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio