Dice Antonio Blay: la lucidez es el que ve en el acto de ver; el sujeto que ve y la actualización de la capacidad de ver; actualización que, obviamente requiere de un objeto que está siendo observado. Pero fijaros que aquí no hay juicio por ninguna parte; la lucidez no opina si lo que ve está bien o está mal. Ve lo que hay y el sentido que tiene.
Últimamente se habla mucho de exceso de información. Dicen que este exceso nos impide asimilar una noticia porque justo cuando la estamos mirando nos llega otra. Dicen que esto ha conseguido hacernos impermeables a las desgracias y que las cosas que suceden ya no nos sorprenden ni nos alteran. En otras palabras: no tenemos tiempo de juzgar la información que recibimos y nos olvidamos de ella. Y se quejan de que esto genera despreocupación moral, porque no juzgamos ni condenamos; ya nada nos sorprende.
Sin embargo, la gente se traga toda clase de necedades que aparecen en el ámbito virtual, noticias que buscan ser sorprendentes: da igual que sean ciertas o falsas, lo importante es que sean emocionantes. El placer de enterarse de algo y transmitirlo al círculo inmediato no tiene precio porque concede protagonismo; lo de menos es si lo que se difunde es cierto o falso. Incluso se ha acuñado un término para describir este tipo de información: la postverdad. Qué lejos queda aquel argumento tan socorrido de que no leemos los periódicos “porque solo dicen mentiras”.
En realidad los periódicos ponen de manifiesto lo que nuestros ojos parecen negarse a ver: no es que una noticia se solape con otra, es que las mismas noticias se repiten a diario, solo cambia la localización: fenómenos meteorológicos catastróficos, ataques terroristas aparentemente irracionales, desahucios, refugiados ahogados en el mar…y declaraciones políticas vacías de contenido, interesadas únicamente en disimular la incapacidad del que las realiza.
Incluso se valora la estrategia que consiste en ignorar la realidad y actuar como si no pasara nada, porque permite contemplar impasible el fracaso de todos aquellos que intentan proponer soluciones. A la gente no le gusta que le propongan soluciones porque esto implica reconocer que hay problemas; así que nadie sigue a estos agoreros que, al poco tiempo, se retiran de la escena sumidos también en la impotencia. Pero claro, la situación va a peor: o sea que lo que vendrá a continuación será convertir al denunciante en alborotador y culpable.
Este próximo año vamos a asistir a este fenómeno: el vecino será el responsable de nuestros problemas; así que cada país se encerrará sobre sí mismo y los gobernantes utilizarán las palabras unidad y diálogo como un arma arrojadiza contra los demás, quienes, supuestamente, se negarán a participar en los esfuerzos por mejorar la situación. Poco a poco, conceptos como pleno empleo, estado del bienestar, jubilación, etc. se irán relativizando porque ya nos han advertido de que las cosas no volverán a ser como antes. Así que no nos quedará más remedio que revisar un sistema que está impidiendo claramente que la humanidad avance.
Entonces será el momento en el que la gente lúcida, que no divide el mundo en buenos y malos, podrá empezar a plantear la necesidad de nuevos valores de referencia para organizar el colectivo; valores distintos de la productividad, el beneficio, la riqueza material, la competencia y el mercado; y se podrá empezar a hablar de sabiduría, salud, sociedad, bienestar psicológico, seguridad material, vocación, solidaridad y espiritualidad.
Esto no es una utopía porque ya es algo real en estos momentos; hay muchas personas que miran y ven el mundo de esta manera; el problema es que el poder económico y político está haciendo cuanto puede para impedir que esta visión se consolide; y la gente educada en el consumismo sigue siendo mayoría. Pero los mensajes y las proclamas de los gobernantes ante los continuos desastres que se suceden, suenan cada vez más vacíos y más absurdos. Se demostrarán tan inútiles que no tendremos más que resaltar de nuevo el potencial del ser humano, de cada ser humano, de cada pueblo y de cada nación, y reivindicar respeto, libertad y dignidad. Sea lo que sea que nuestros ojos tengan que contemplar, nadie podrá oscurecer la lucidez que habrá en ellos.
Así que debemos caminar mirando hacia este horizonte, evitando caer en las trampas del personaje social y de la miseria emocional, que todavía nos afecta porque nuestro psiquismo es débil. A veces las circunstancias adoptan un aspecto muy desagradable, pero hemos de tener claro que es falso, que es nada, vacío. Nuestros ojos han de traspasarlas para ver la realidad desde la conciencia de nuestro ser espiritual; y esto implica serenidad, amplitud y seguridad interior, derivadas de una corriente de luz que desciende de arriba e ilumina la verdad.
Estoy de acuerdo contigo Jordi en que esta situación que se presenta trágica ante nuestros ojos y que el poder político evidentemente se afana en hacernos ver de esta manera, tarde o temprano tiene que revertirse. La parte positiva es que el punto dramático al que estamos llegando en muchos ámbitos socio-políticos tiene también la virtud de despertar conciencias. Esta tarde, sin ir más lejos, leía el testimonio de un amigo que ha acudido como voluntario a un campo de refugiados griego y la vivencia que se adivina detrás de las imágenes y las palabras me han llegado hondamente. No me cabe la menor duda de que este chico está viviendo el Ser y actualizando las capacidades al 100%. También leía el testimonio de un ciudadano francés que se enfrenta a 5 años de prisión por ayudar a refugiados que vienen a su casa pidiendo comida o cobijo. A pesar de las presiones y el riesgo que corre, él ha decidido no mirar hacia otro lado y continúa ayudándoles. Al igual que ellos, hay muchas otras personas que con sus esfuerzos están removiendo conciencias y enfrentándose al statu quo. Son ellos quienes nos hacen ver la luz entre las tinieblas, que estoy segura poco a poco se irá haciendo más nítida e irá iluminando nuestra conciencia.
Qué analisis mas lúcido de la situacion que vivimos! Pero muy de acuerdo con Leire: esta situacion tiene de positivo que ayuda a despertar conciencias, o al menos, a buscar una via de solucion que sea verdadera. Estoy convencido de ello. Hay una nueva sensibilidad que ya esta en marcha. Hay gente que ya ha descubierto la mentira sobre la que se asienta este sistema y busca cambios profundos y verdaderos. Tambien hay una nueva politica en marcha. Pero claro, de esto la prensa no informa. No es noticia. Pero espero que cada vez seamos mas los que reclamamos y trabajamos en la construccion de ese futuro donde las personas seamos lo mas importante.
Articulos como este, sale de dentro, sin filtros, con fuerza, difundirlos de inmediato. Ahi echamos de menos un enlace directo a nuestro muro de facebook y twittearlo a todos nuestros seguidores.
Gracias por esta reflexión, Jordi. En cuánto a lo que comentas de los periódicos, uno de los problemas con los que me encuentro últimamente es que me parecen muchos de ellos especialmente tendenciosos o cada vez más vacíos de contenido (los digitales, y cada vez más las versiones impresas, llevan publicidad escondida por todas partes, y también están trufados de todas estas “idioteces anecdóticas” que comentas y que tanto le gusta compartir a la gente). Hace ya unas cuantas semanas que hasta me sorprende cada vez que entro en la web del periódico de más tirada en Catalunya, en portada, el otro día unas diez entradas sobre recomendaciones sobre todo lo que podrías hacer si te tocase la lotería: los coches que te podrías comprar, los viajes que podrías hacer o la supuestamente extraordinaria noticia de que no tendrías que volver a trabajar.
A parte de esto, que es una opinión mía, el problema general es que la gente los percibe como un saco de terror, aunque eso no es excusa para no investigar qué pasa ni para aislarse en una burbuja de falsa paz. Pero este sensacionalismo barato en el que parece que algunos periódicos de peso están cayendo, creo que puede pasarles factura y ser substituidos por otros que serán más rigurosos para los que nos gusta saber una opinión de fondo ante un suceso que en gran parte desconocemos. Cada vez se compran menos periódicos físicos y el consumo es cada vez más digital; en internet no se requieren patrocinios ni presiones para imprimir diariamente cientos de miles de ejemplares, con lo cual también puedes encontrar más rigor, más compromiso y más veracidad.
De vez en cuando le doy un buen repaso a “Le Monde Diplomatique”, que se puede encontrar en castellano en grandes quioscos, y últimamente un amigo me ha recomendado Ctxt y La Marea, ambos derivados del diario Público me parece. En todo caso, las versiones digitales me parecen rigurosas y serias y sin anuncios escondidos ni noticias estúpidas o sensacionalistas por todas partes.
Tomando como referencia la primera parte del articulo donde Blay nos dice que la lucidez es el sujeto que ve y la actualización de la capacidad de ver, sin juicios ni interpretaciones parciales, es decir, ve lo que hay y el sentido que tiene. Llevado esto al panorama actual, aunque no es bueno generalizar, se observa una corriente que lleva a gran parte de las personas a un egoísmo particular donde lo imperante es preocuparte de manera inmediata solo por lo tuyo y desinteresarte, también de manera inmediata, por lo del otro. Y esto además está amparado y propiciado por un sistema que no le interesa que las cosas cambien ya que vive y subsiste alimentado y engordado por este egocentrismo personal. Desde luego no es cuestión de separar entre buenos y malos pero ¿qué sentido tiene todo esto? Pues quizá servir de estimulo para actualizar la capacidad de ver individual y social. Sin embargo me gustaría resaltar que creo que una persona lucida no es aquella que se queda simplemente contemplando lo que sucede, sino mas bien aquella que viendo, sin juicios ni interpretaciones, lo que ocurre, hace lo que tiene que hacer, precisamente porque se da cuenta del sentido de lo que ve.