Más sobre la fe…y la realidad

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Lo que yo explico es precisamente un modo de trabajar la fe. Cuando os digo que la intuición que tenemos de realidad  [entendida ésta en sentido profundo y central:  aquello que no depende de nada más que de sí mismo] es nuestra verdadera identidad y que hemos de aprender a vivir centrados en ello, eso es lo mismo que hablar de la verdadera fe.

 

 

 

     De hecho, la verdadera fe se encuentra allí donde nosotros vivimos la noción más elevada de realidad. Y por esto no hay que confundir la fe con la creencia. La fe es una fuerza, no es sólo una creencia, y se halla allí donde está situada nuestra noción de realidad, la más elevada.

 

     Esto en general se ignora porque siempre se habla de la fe en tanto que adhesión a un contenido, a un mensaje, a unas ideas determinadas. Y no es eso. La fe es una fuerza espiritual; aunque es cierto que esta fuerza del espíritu puede ir asociada a unos aspectos intuitivos, internos, o una adhesión a algo exterior. Pero la fe en sí es una cualidad intrínseca de nuestro ser superior. La fe es lo que hace que la realidad que yo soy -o que Es- en un nivel, se pueda actualizar aquí y ahora, instantáneamente. Fe es ver que aquello es la Realidad; no que es una realidad, sino que es la realidad.

 

     San Pablo define la fe diciendo que es «la substancia de las cosas que esperamos y la evidencia de lo que no vemos». O sea, se trata de una realidad que está en un nivel pero no en otro: «la substancia de lo que esperamos»; y es «la evidencia» (o sea, una cosa totalmente clara y segura), «que no vemos» (no es una evidencia sensorial ni de razonamiento, es una evidencia a partir de esas facultades superiores). Y además se nos ha dicho una y otra y otra vez que la fe todo lo puede. Que todo lo que nosotros pidamos o creamos con fe, se produce. O sea que además se nos dice que esta fe es todopoderosa.

 

     Se trata, una vez más, del problema de la inversión de los valores. Ahora estamos viviendo con las creencias sacadas de la experiencia sensorial. De lo que percibo con los sentidos y de todas las ideas y esquemas mentales que me he hecho a partir de eso; y esta es mi noción de realidad, de mí y del mundo. Y sin embargo, realmente la realidad es al revés. La verdadera realidad está arriba, es lo que Es «en el Reino de los cielos», «en la mente de Dios», o en el «plano espiritual», y esto de aquí es una expresión, progresiva, contingente, relativa, temporal, de esa realidad superior. Así que descubrir esa realidad superior y actuar en función de ella, permite transformar radicalmente las cosas de aquí abajo. Pero mientras yo crea que lo de aquí abajo es lo real, no podré cambiar nada.

 

     Resumiendo, yo quedo totalmente supeditado a aquello que creo que es real. Y si creo que son reales las ideas que tengo sobre el mundo físico o una estructura social o un modo de ser humano -o simplemente una raya de tiza que hacen a mi alrededor diciéndome que no la puedo atravesar-, en la medida que yo crea que eso es real, estaré supeditado a esta visión y no podré salir de ella. En cambio, en la medida en que yo traslado mi noción de realidad y que yo descubro que lo real es otra cosa, entonces desde lo real puedo manejar fácilmente lo no-real, lo aparente.

Antonio Blay Fontcuberta. «La realidad». Ediciones Indigo. Barcelona.1994. 

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