Paz, por favor

«Está claro que la guerra no es la solución y que el statu quo ya no existe. Mi liberación como palestina no puede venir a través de la sangre de bebés judíos. Pero reconozco que el sentimiento palestino de que ‘por fin alguien devolvió el golpe’ es la reacción normal de un pueblo ocupado y dominado. Necesitamos voces diferentes.»

Rula Daoud, palestina-israelí, directora de Standing Together, una organización que trabaja por la paz.

The New York Times.  24-10-2023

«Los palestinos tienen una causa justa, la liberación de sus tierras, y los peores abogados: Hamas y la Autoridad Palestina.»

Bichara Khader (Zababdeh, Palestina, 1944). Palestino con nacionalidad belga y profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina.

La Vanguardia. 29-10-2023

 

«Aprendí dos lecciones. En primer lugar, que mis enemigos, en este caso los terroristas palestinos, son seres humanos.

¿Y la segunda lección?

Pues una vez lo entiendes a él [el terrorista], a ellos como pueblo, entiendes que la ecuación entre ellos y nosotros es muy simple: nosotros tendremos seguridad cuando ellos tengan esperanza. Los militares saben que no se puede disuadir a una persona o a un grupo de personas si creen que no tienen nada que perder.»

Almirante en la reserva, Ami Ayalon fue jefe del Shin Bet, el servicio secreto interior de Israel.

La Vanguardia. 09-10-2023

 

 

     Tengo un buen amigo judío que vive en Tel Aviv; he estado en su casa y él en la mía.

   

     Tan solo recuerdo vagamente algunos conocidos palestinos que estudiaron conmigo la carrera en aquellos lejanos años de universidad.

 

     Al día siguiente del ataque de Hamás, viendo lo que se estaba preparando, mi amigo hebreo, que se confiesa ateo, me escribió: esto es un infierno.

 

    Aquello fue vivido por él y por parte de la población israelí como el fracaso de la política de “segar el prado” desarrollada por Netanyahu. Ya no podían confiar ni en su gobierno ni en los militares, para estar seguros.

 

     Dejadme hacer un resumen, forzosamente incompleto:

 

     El conflicto Palestino-Israelí es un tema de larga data que se desencadena con la creación del Estado de Israel en 1948. Este proceso involucró una resolución de las Naciones Unidas y un conflicto armado en la región. Además, el nacimiento de la nueva nación estuvo influido por movimientos sionistas previos que abogaban por un estado judío en Palestina; junto con el contexto histórico del Holocausto y la posguerra que influyó en la opinión internacional.

 

     En 1947, las Naciones Unidas aprobaron la Resolución 181, conocida como el Plan de Partición de Palestina, que recomendaba dividir Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe, con Jerusalén bajo un estatus internacional especial. Esta resolución fue un paso crucial hacia la creación de Israel y obtuvo el apoyo de la mayoría de los estados miembros de la ONU.

 

   Sin embargo, la implementación de esta resolución desató tensiones entre las comunidades judía y árabe en Palestina, llevando a la Guerra de Independencia de Israel en 1948. Durante esta guerra, Israel declaró su independencia el 14 de mayo de 1948, y varios países, incluyendo Estados Unidos y la Unión Soviética, reconocieron al nuevo estado.

     De esto resultó el desplazamiento de cientos de miles de palestinos, un evento que ellos llaman la «Nakba» (la catástrofe). Se estima que entre 700.000 y 800.000 personas abandonaron sus hogares. La población palestina que permaneció en el área que se convertiría en Israel en 1948 se estima en alrededor de 160.000 personas.

 

     Los palestinos que permanecieron en Israel terminaron siendo ciudadanos israelíes y, con el tiempo, su población ha crecido significativamente. En la actualidad, la población de palestinos israelíes se estima en más de 1,9 millones, lo que representa aproximadamente el 20% de la población total de Israel.

 

     Los palestinos de Gaza son alrededor de 2 millones y de Cisjordania unos 2,7 millones (cifras de 2022).

 

    El problema gira alrededor de tres ejes:  1.-el reconocimiento de dos estados, tanto por ellos mismos como por la comunidad internacional. 2.-El problema religioso: El pueblo de Israel es “el Pueblo Elegido”; y su consecuencia, Yahvé nos ha dado este territorio. 3.-El problema socio-económico: a grandes rasgos, aquí hay un estado rico y poderoso y al lado un pueblo pobre, ocupado y débil.

 

     Continuamente decimos en el Trabajo que el conflicto es una indicación de algo que funciona mal por lo que hay que mirar con interés para intentar resolverlo. Si nos fijamos, tanto los medios de comunicación como el sentir general de la sociedad nos empujan a situarnos en uno de los bandos y denostar al otro. Ese tiene la razón, y esos son los míos, el otro está equivocado y los otros no tienen los mismos derechos. Desde que el personaje decide que funciona así, se siente autorizado a criticar todo y a juzgar  sumariamente. No importa la verdad de las cosas sino tener razón, reafirmarse.  Como si de esa manera fuera a cambiar algo.

 

     Es preciso pararse para analizar lo que sucede, actualizando la capacidad de ver que somos, con el estudio, la lectura o la formación a la que tengamos acceso.

 

     Lo que yo veo de este conflicto es que la política de seguridad de Israel, fundamentada en la fuerza militar y policial, ni es justa ni se está demostrando eficaz. Y me estremezco cada vez que veo las imágenes del sufrimiento que se está causando a la población de Gaza, a la que se está matando como animales encerrados en una trampa, incluyendo a civiles, niños , enfermos, ancianos y no importa quién .

 

     En esa pequeña área del mundo se está reproduciendo el conflicto fundamental de la especie humana: no hay para todos, debemos competir; el fuerte se impone al débil (la ley de la selva o del más fuerte, que plantea A. Blay). Y la historia está demostrando tozudamente que hay que cambiar de rumbo.

 

     La defensa de los derechos humanos y de la dignidad del hombre, no es palabrería, porque se basa en la esencia de lo que somos. Ese cambio de rumbo, pasa necesariamente por un salto cualitativo de conciencia. Un ascenso a un nivel de conciencia superior desde el que se contempla al otro como un hermano, no como un competidor. Desde el que se ama al enemigo, aunque no se esté de acuerdo con él. Y en el que se sabe, porque nos lo está diciendo la  mirada que, despiertos,  desde nuestro interior, dirigimos afuera: todos vivimos en una misma casa común y somos parte de una misma totalidad, cada uno con su peculiaridad.

 

     Esta convicción es tan íntima y clara, que no oculta su dificultad. No se trata de una política que haya que implementar. Se trata de un salto de conciencia que, a nivel individual es lento, y a nivel colectivo es, a veces, inapreciable. Pero, si miramos más veremos que hay una evolución en la historia.  Ahora se reconocen derechos que hace tan solo 100 años sería inimaginable.  

 

     Vista la dificultad, me sumo a la exigencia de un  alto el fuego inmediato, de un acuerdo pactado y urgente de paz, y de la entrada de ayuda humanitaria. El único arreglo es la vía diplomática en la dirección del reconocimiento de dos estados.

 

     Quizás, alguna vez recuerden que ambos pueblos proceden de una persona/arquetipo común, Abraham. Y el judío se de cuenta de que es un poco árabe, y el palestino de que es un poco hebreo.

 

     Y que el otro y yo somos lo mismo.

 

Carlos Ribot Catalá. 01 Noviembre 2023.

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