La plenitud existencial

Al hablar del desarrollo económico de las sociedades occidentales, suele decirse que nuestras necesidades esenciales están cubiertas. Se entiende por “necesidades esenciales” no solo las biológicas sino también las culturales: el bienestar que disfrutamos incluye nuestra formación  intelectual y nos asegura la protección y el cuidado de la colectividad en caso de enfermedad, accidente, jubilación etc. Parece incuestionable que nuestra existencia se desarrolla en condiciones muy superiores a las de otras áreas del planeta o a las de tiempos pasados.

Sin embargo, nos sentimos  desconcertados por  el hecho de no experimentar el grado de satisfacción que sería de esperar; y no se nos ocurre qué más podemos hacer para alcanzar el grado de felicidad y sosiego que tanto anhelamos. La respuesta es que ningún objeto, sea material, mental o emocional puede satisfacer verdaderamente nuestras necesidades esenciales.

Es como encerrar un pájaro en una jaula de oro y suministrarle el mejor alpiste y el agua más fresca y cristalina; eso le asegura la satisfacción de sus necesidades físicas elementales. Pero las necesidades esenciales distan de ser satisfechas porque lo que define al pájaro es su capacidad de volar; y lo esencial para él es poder ejercitar esta capacidad. Si le abrimos la jaula comprobaremos cuan rápidamente renuncia a todas las comodidades que le hemos proporcionado. Pues lo mismo sucede con el ser humano: si lo que nos define es nuestra capacidad de comprender, amar y hacer, solo el ejercicio consciente de estas capacidades puede satisfacer de verdad nuestras necesidades esenciales.

Pero el sistema económico que nos ofrece el bienestar material se hace cargo de ellas para invertirlas y administrarlas, supuestamente en beneficio del colectivo. Su fuerza y dinamismo es enorme frente el individuo singular. Parece que solo tienen la opción de ejercitar su humanidad de una manera personal aquellos que destacan. Por eso nos identificamos tanto con el lugar que ocupamos, o podemos llegar a ocupar, en el engranaje colectivo. Y dado que disponer de poder sobre el entorno está al alcance de muy pocos, nos dedicamos a soñar que un día formaremos parte del grupo de los elegidos. Este sueño nos aliena al  sistema de una manera total: enérgica,  mental y afectivamente: queremos llegar a ser alguien y nos olvidamos de que ya somos nosotros.    

La impresión de que el ser humano no puede expresarse de forma plena en el marco existencial presente parece ganar terreno. Mucha gente quiere transformar el mundo para hacerlo más acorde con la naturaleza esencial del hombre; pero topan con un engranaje económico que parece inalterable en su propia dinámica. Seguro que el esfuerzo acumulado de muchos hará evolucionar el colectivo con los años; pero esta idea no satisface el hambre de plenitud que tenemos aquí y ahora, ni el deseo de  vivir una existencia significativa. Si la sensación de inutilidad cristaliza en nuestro psiquismo, el sistema puede acabar por destruirnos internamente, llevándonos a un nihilismo relativista fundamentado en la decepción y disfrazado de “experiencia”.

Pero existe otro camino que no se relaciona con la personalidad social sino con el ser esencial. Cuando uno toma conciencia de este ser esencial las cosas se perciben de manera muy distinta, porque la personalidad deja de ocupar la totalidad de la conciencia. Continúa siendo útil, indispensable para relacionarnos con los demás y movernos en el mundo, pero pasa a ser una herramienta de este ser esencial que el sistema había desterrado al inconsciente. 

Constatar experimentalmente que somos algo más que la personalidad social nos permite relativizar la repercusión que tenemos en el mundo sin devaluar la totalidad de nuestra existencia; podemos sufrir la falta de resultados manifiestos sin que eso genere en nosotros un sentimiento de nulidad personal. O sea que tendremos más facilidad para ser nosotros mismos; no necesitaremos que nadie nos homologue. Desde la conciencia del yo esencial seguiremos actualizando nuestra capacidad de pensar, sentir y hacer, porque esto es existir; pero lo haremos como expresión de lo que ya somos, dando más importancia a la labor que a los resultados.

Ser uno mismo significa ejercitar de forma consciente y voluntaria la capacidad de comprender, amar y hacer genérica  del ser humano de una manera propia y específica, la de cada uno; teniendo en cuenta el entorno pero percibiéndolo como un estímulo en vez de un obstáculo o una finalidad. Ser uno mismo significa gozar de la capacidad de comprender, amar y transformar el entorno; no de los resultados que se deriven de su ejercicio. Los resultados pueden ser muy válidos, pero no son Yo.

Es sorprendente que tengamos que resaltar que nuestra capacidad de investigar es más valiosa que toda la información disponible en la totalidad de las bibliotecas de este mundo. Esta información cabe en un gran ordenador, pero es imposible dotar al ordenador de la capacidad de investigar. 

También nuestra capacidad de amar es superior al reconocimiento que podamos conseguir. Eso lo saben muy bien todas las personas que viven del éxito del público. Amar es ampliar el Yo, incluyendo en él un entorno cada vez más amplio. Nuestra capacidad de amar es tan ilimitada como el universo, porque está  orientada a contenerlo todo entero. Pero eso implica integrar lo que nos parece extraño, injusto o inadmisible. La felicidad no es un estado de embobamiento derivado de no tener que preocuparnos por nada; todo lo contrario, es el resultado de interesarnos por aquello que se nos presenta de entrada como una agresión personal. Es la experiencia de poder transmutar  los sentimientos negativos con solo prestar un poco de atención y consideración a aquello que nos aflige. Así, iremos descubriendo que cada cosa tiene su lugar y su función; y que esta función resulta siempre benéfica para nosotros. Aunque de entrada no lo parezca.

Con esta percepción del mundo la acción se convierte en un toque personal, como el artista que recompone de un modo singular el paisaje que sus sentidos perciben. No lucha contra nadie ni quiere conseguir nada, solo ejercita la capacidad que tiene de rediseñar su entorno. No nos hace ninguna falta salir en los periódicos para sentirnos protagonistas de nuestra existencia; solo necesitamos ganas de vivir. A esto, a las ganas de vivir, es a lo que llamamos plenitud existencial: a la ilusión de levantarnos por la mañana con un montón de cosas por hacer, de pequeños objetivos que nos hacen vibrar. 

Por más amplias que sean nuestras metas, todas están hechas de pequeños logros que son la manifestación progresiva de aquello que ya vivimos como real en nosotros mismos, algo que deseamos contemplar también en el exterior. Somos capacidad de comprender, amar y hacer; y en la medida en que las ejercitamos nos las encontramos fuera, ante nosotros, en forma de “mundo”. Este es el gran secreto. 

 

10 comentarios en “La plenitud existencial”

  1. En una época como la que estamos viviendo, en la que al pajarito ahora le dan grano del barato, el agua es de grifo, y además le han metido cuatro periquitos más en la jaula para aprovechar el espacio, esta sensación de inutilidad y de decepción existencial puede acrecentarse de forma considerable en muchas personas. Sin embargo, este estado actual de las cosas puede también hacernos evidente que debemos buscar en otros sitios que no sea el exterior y sus condicionantes esta felicidad y plenitud que anhelamos para nuestra existencia.

  2. Me gusta cuando dice que la personalidad deja de ocupar la totalidad de la conciencia porque es cierto y experimentable. Una vez que lo has comprobado sabes que es así. Ese es un gran cambio en la manera de ver el mundo y a mi misma. El resultado se suele apreciar por una reserva extra de serenidad que no sabía que tenía

  3. Hay una parte que no he entendido creo. Es la parte final de este trozo:

    «Mucha gente quiere transformar el mundo para hacerlo más acorde con la naturaleza esencial del hombre; pero topan con un engranaje económico que parece inalterable en su propia dinámica. Seguro que el esfuerzo acumulado de muchos hará evolucionar el colectivo con los años»

    El esfuerzo acumulado de muchos… ¿Te refieres a gente que ha avanzado mucho profesionalmente?

    Es verdad que yo soy de los que se enerva con el sistema actual. Aunque es cierto que hubo otros sistemas y la codicia humana y la necesidad de pisar al otro estaba ahí. Es un problema, como siempre, del nivel de conciencia desde el que estamos viviendo.
    Personalmente, en este caso me cuesta no caer en el personaje, y a menudo deseo que la sociedad funcione de otra manera; que las personas recuperasen todo su protagonismo real y perdiera fuelle este frenesí por el poder, el consumo, la imagen etc.
    Y los dichosos lobbies, ¡qué bien estaría que más a menudo se les pusiera nombre y apellidos y se explicaran sus presiones! La información es básica…Aunque el interés por estar informado más

  4. Me refiero a que la humanidad está llena de personas sensibles que la hacen evolucionar con su acción personal, profesional, familiar, asociativa o del tipo que sea. Pero el ritmo de esta evolución es tan lento que raramente podemos contemplar el fruto de nuestros esfuerzos.
    Ahora bien; si tú sabes que la conciencia de la humanidad depende de la tuya y de la de tu vecino, y consigues despertar un poco al vecino; entonces sabes que estás ahaciendo algo real.
    En cambio si sólo la utilizamos para lamentarnos de lo mal que va el mundo; es una conciencia que no fructifica y se desperdicia.

  5. Bajo mi punto de vista – y dado que estamos en una línea no dogmática, si no investigativa – quizás habría que revisar lo que se entiende por evolución de la humanidad y ver si hubiera que poner en cuestión la teoría del progreso indefinido, teoría establecida como verdad sobretodo desde los siglos XVIII-XIX como referencia central para el proyecto industrial cuyo fin es el desarrollo económico.

    Habría que preguntarse que aspectos de la humanidad evolucionan y cuales son esas fuentes que argumentan esa teoría de que cualquier tiempo fue peor, también ver si en la historía hay aspectos que a veces progresan y que otras veces retroceden. Y finalmente ver si existen fuerzas que intenten impedir que la humanidad crezca en conciencia.

    Hay una cita de Orwell que invita a investigar sobre este tema: «Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”. Controlar el pasado entre otras cosas significa aleccionar en la idea de que el momento actual es mejor que cualquier momento anterior.

    Otra frase, esta vez de Maquiavelo: «El único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla, porque el recuerdo de su antigua libertad no les concede, no puede concederles un solo momento de reposo». Entre otros procedimientos, destruir el recuerdo de su antigua condición y hacerles creer que viven en el mejor momento de la historia.

    Antonio Blay decía que es cierto que hay poderes que nos intentan manipular, y que lo que hay que hacer ante eso es no dejarnos manipular. Pero primero hay que ser conscientes de esa manipulación que se encuentra en nosotros, en el modelo social interiorizado.

  6. ¡cuanto nos acordamos de Orwel últimamente! Estoy de acuerdo en que una poderosísima forma de no dejarse manipular es intentar mantenerse consciente, pero ¿qué me decís de aquellos que niegan la mayor? ¿aquellos que se niegan a cualquier cosa porque tienen miedo a ser manipulados? Es necesario ser consciente de lo que hay y de lo que somos pero también hay que mantener la frescura y la ilusión por la vida. Ahora que releo los comentarios veo que lo que intento decir es lo que dijo Jordi S. solo que peor dicho, pero la idea es la misma. Solo añadir que en mi experiencia una de las cosas que me hace seguir intentado vivir despierta es ver el efecto que esto tiene en las personas que me rodean.

  7. Estoy dormido me digo yo Esteban : En barcelona una vez fui testigo de los mas crueles intercambios. Me era conocido un mendigo de las ramblas de Barcelona por lo ruidosa y persistente de su mendicidad, con una lata iba haciendo sonar escandalosamente los céntimos y monedillas que le daban, así se pasaba todo el santo día moviendo fuertemente la lata por las terrazas de Barcelona de la mañana a la noche ,lleno de mugre de aspecto anciano ,cuando se te acercaba te dabas cuenta que era prácticamente un adolescente mendigando .Una tarde sentado yo en un parque del interior de las ramblas lo vi acercarse con su lata al final del día después de pasarse todo el día mendigando a un despierto macarra de mediana edad muy chulo que le vacío la lata recontó las monedillas y regateándole el asqueroso camello , le entrego la papelina de heroína al esclavo yonqui heroinómano .Yo recontaba mis propias monedas que sacaba pidiendo la voluntad haciendo de pallaso hinchando globos en las ramblas ,hoy nuestros elegidos políticos progresistas o fascistas nos tienen prohibido bajo amenaza de cárcel, persecución policial,arrestos , ¡no me atrevo a decir mas ! pedir limosna en las ramblas para guardar la imagen de progreso ,no es bueno para el interesante negocio de la telefonía móvil la mendicidad. Quiero creerme eso de que la verdad y el despertar me hará libre.
    Gracias amigos.

  8. Obviamente María, en eso estamos de acuerdo, mantenerse paralizado por miedo a ser manipulado no desarrolla, como dice Jordi corremos el riesgo de ser destruidos internamente por el sistema. Pero es en la toma de conciencia del montaje cuando este cae y podemos empezar a hablar de desarrollo consciente, por eso en el Trabajo se empieza por el desmantelamiento del personaje, que también es modelo social, y eso no entra en contradicción con mantener la frescura y la ilusión por la vida.

    Sin embargo, para mí la mayor no es sólo negarse a hacer cualquier cosa por miedo a ser manipulado, que también, sino que la mayor en estos tiempos que vivimos es todo lo contrario, rogar ser manipulado y tutelado de por vida para poder hacer cualquier cosa, como niños que se niegan a crecer. Antes huíamos de la esclavitud, hoy huimos de la libertad. La primera Constitución de 1812 – la que ahora se celebra en sus 200 años – decía, “El objeto del Gobierno es la felicidad de la nación” y así hasta hoy, con el Estado del bienestar, como si la condición humana se redujera a un felicismo zoológico exento de esfuerzo personal. ¿Hay que esperar que el Estado nos conceda la felicidad si la felicidad la somos?. Pues parece que eso es lo que ha calado en nuestra sociedad, aceptamos ser manipulados como mercancía – fuerza de trabajo asalariada y especializada – de los poderes económicos, aceptamos ser manipulados por la publicidad para ser fagocitadores de bienes y servicios, aceptamos ser tutelados por el Estado mediante sus aparatos de adoctrinamiento y su propaganda desde la cuna hasta la tumba, aceptamos caer en manos de cualquier otro, sediento de poder, dispuesto a tutelarnos, con la esperanza que el sistema nos otorgue la felicidad en forma de bienes sociales y materiales. Hoy la búsqueda de la comodidad y el hedonismo se han convertido en eje central de nuestra sociedad, un ejemplo de esto – y hay muchos – fue el reciente macrobotellón de Granada donde más de 20.000 chavales se reunieron para emborracharse y sentir la euforia del alcohol en sus venas.

    El sistema tendría que ser aquel que permitiera, sin cortapisas, el máximo desarrollo integral y consciente del individuo, y en eso las personas más despiertas tendrán que ejercitar su capacidad de rediseñar su entorno.

    Un beso.

  9. La gracia es que todo este bienestar, por el que se supone que nos hemos vendido, nos continúa dejando igual de insatisfechos. Pero no debemos despreciar el progreso económico; porque, cuando ignoras qué vas a comer mañana, poco tiempo te queda para la trascendencia. Precisamente porque ya tenemos el estómago lleno empezamos a preocuparnos por otras cosas que no son materiales; a darnos cuenta de que quizás no nos interesa ganar más dinero sino tener más tiempo libre. O sea que no caigamos en el error de despreciar el bienestar económico y de aceptar con mansedumbre que se aproveche la supuesta crisis para rebañar el derecho de las personas a un empleo estable y bien remunerado. Siempre habrá fuerzas reaccionarias que pretendan hacer que la historia vaya para atrás; pero esos intentos sirven precisamente para ver que debemos exigir mucho más que un aumento del bienestar. Ya va siendo hora de reivindicar que la economia y la política estén al servicio del hombre y no al revés. Y de no dejarse engañar por esta mentira de que pretendemos vivir por encima de nuestras posibilidades.¡Lo que nos falta todavía para llegar a vivir de acuerdo con nuestras posibilidades!

  10. Jordi, estamos de acuerdo en lo esencial, es el momento de buscar algo más que bienestar, porque me parece muy poco revolucionario salir a la calle a reclamar la vuelta del consumismo a todo trapo. No sólo retroceder, también es reaccionario pretender conservar sin mejora posible lo dañino de una sociedad, aparte que hay que ver si en algunos aspectos ya hemos retrocedido en relación con tiempos pasados y aquellos fueron más revolucionarios que nosotros.

    En cuanto a vivir de acuerdo a nuestras posibilidades y al progreso económico, si se trata de seguir ignorando los costes externalizados, de vivir a costa de las gentes del tercer mundo y de la explotación del planeta pues quizás haya que replantearse si se puede vivir para la trascendencia con esa carga a nuestras espaldas.

    No estoy seguro que una sociedad con un progreso económico y tecnológico como la nuestra sea más apta para la espiritualidad que otras comunidades donde el monetarismo queda en un segundo plano – o incluso no existe – en beneficio del convivencialismo, donde son más autosuficientes, construyen sus propias casas, hacen sus propios alimentos, necesitando menos horas al día para conseguir sus medios de subsistencia – porque no nos vamos a engañar, el asalariado dedica para sí mismo muy pocas horas en cada jornada laboral y muchas más para el capitalista. Comunidades donde el individuo ha desarrollado más su yo-experiencia en equilibrio con la naturaleza y de una forma más integral, y donde son más dueños de su propia vida porque participan en el gobierno asambleario de sus aldeas, gestionan comunalmente sus recursos y sus medios de producción, funciona el apoyo mutuo y les queda tiempo para participar de una forma activa en su arte popular, en sus actividades lúdicas, en la transmisión de su cultura, su experiencia, sus tradiciones, etc.

    Podríamos hablar largo y tendido de todo esto, pero no quiero monopolizar el debate y aburriros. En resumen como bien dices, hay que conseguir una economía y política al servicio de lo humano, pero mucho más, por ejemplo la voluntad de verdad es anterior a la política y también tendría que ser algo a conquistar (me gusta más esa palabra que “reivindicar” o “pedir”).

    Un abrazo
    P.D.: ¡¡¡Venga, los compañeros que no lo habéis hecho todavía, animaros a participar!!! 🙂

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