Una de las aportaciones más importantes del trabajo de Blay se resume en la frase “somos un potencial infinito de energía, amor-felicidad e inteligencia”. Podríamos decir que esta es la frase que resume de forma más adecuada todo el magnífico legado de Blay. Esta afirmación se puede trasladar a todo cuanto hay si observamos la vida que nos rodea. A la energía, amor-felicidad e inteligencia tenemos que encontrarle un significado más profundo del que estamos acostumbrados para entender que estos atributos están por doquier en todo cuanto existe.
En el caso de la energía no nos costará mucho entender, gracias a los avances de la física, que todo lo que se manifiesta está constituido por energía, que cuando cristaliza solemos llamar materia, aunque la dualidad energía-materia se transforman en unidad cuando penetramos en la famosa ecuación de Einstein: energía es igual a la masa (materia) por la velocidad de la luz al cuadrado.
La inteligencia tenemos que entenderla como organización, como orden y estructura. Todo lo que existe, toda la energía, es energía organizada, así por ejemplo un polímero es energía organizada, un compuesto químico, natural o sintético que consiste en unidades estructurales repetidas. Y el amor hay que concebirlo como interrelación, y comprender que toda energía organizada, toda forma, subsiste por interrelación, por amor. Y esa interrelación que hace que las formas subsistan podemos encontrarla en la relación Tierra-Sol, porque el Sol es uno de los elementos que han influido para que en la Tierra aparezca la vida, y así en cualquier cosa que existe. Cuando vemos, cuando sentimos, esta interrelación a nivel total, en todas las cosas, entonces llegamos a la Unidad, al Amor en mayúsculas. Esta triada se ve también en los seres humanos que son en el nivel de energía, energía vital, sexualidad, fuerza y materia física, en el nivel de amor-felicidad, afectividad en la forma de sentimientos y emociones, desde donde se experimenta el amor, la amistad, el cariño, y nos regocijamos con la belleza, y en el nivel de inteligencia, allí está la razón, las ideas, el discernimiento y la lucidez. Fijémonos que Blay no dice que tenemos energía, afectividad e inteligencia, sino que va más allá: Que lo Somos; y nuestra existencia reside en actualizar ese potencial infinito que Somos, en Crecer en comprensión de la Realidad, en interrelación y en esfuerzo.
Hay una práctica en el Trabajo que ayuda a experimentar esto que aquí se afirma, que somos un potencial infinito de energía, amor-felicidad e inteligencia. Se llama el ejercicio del centramiento, porque nos lleva a vivirnos en esos tres focos hasta experimentarlos como una unidad, como un eje que es el centro de todo. Como un centro que Somos desde donde funcionamos plenamente de un modo permanente, donde vivimos la verdad de las cosas, la positividad total de Ser expresión, la Energía de la Vida.
A continuación un fragmento del libro “La Realidad” de Antonio Blay donde se explica como se realiza el ejercicio del centramiento:
La duración recomendada por el mismo Blay es de 15-20 minutos. Aquí se reproduce la secuencia practicada en estas ocasiones siguiendo el orden habitual del ejercicio. Naturalmente, el momento de la práctica se ralentiza en cuanto a su ritmo, procedimiento necesario para poder profundizar en los estratos internos de la personalidad. Las frases están formuladas en plural pues el ejercicio se practicó en grupo. Es natural que en el trabajo individual el sentido de las mismas adopte una forma singular. CENTRAMIENTO Se trata del ejercicio de centramiento ya conocido, practicado ahora como una técnica de trabajo dirigida a la toma de conciencia de la realidad que somos. Hay que procurar estar vivos por dentro, despiertos, intentando que la secuencia sea vivida, vivenciada interiormente. Si se produce alguna pequeña interferencia, algún ruido, aceptadlos como naturales y no permitáis que os distraigan. Secuencia del ejercicio 1a fase Haremos varias respiraciones. Profundas, lentas, cerrando los ojos. Al sacar el aire, sentimos como todo el cuerpo se afloja y va quedando en una total comodidad. Ahora dejamos que la respiración salga totalmente libre. Para ello, sentiremos el gusto de respirar, como si en ello se expresara nuestro ser. Seguimos el movimiento libre de la respiración, la cual se produce espontáneamente. Este movimiento produce un estado de bienestar, de placer, como lo produce todo acto natural. Observemos el movimiento, como suben y bajan el vientre y el pecho. Ahora, pasamos de la observación del movimiento, a esa fuerza que hace mover el vientre y el pecho. Hay una fuerza natural que funciona sola; es muy agradable. Ella hace que el vientre y el pecho suban y bajen. Prestamos atención a esta fuerza que origina este movimiento y descubrimos que procede de la parte de atrás. Esta fuerza respiratoria, rítmica, que va y viene… esta fuerza, es una fuerza de la vida. Es la fuerza de la vida… de toda la vida… que respira en nosotros. Esta fuerza es como una ola de un océano de vida. Es la vida, la fuerza de la vida… que respira en mí. Detrás de esa fuerza, existe como un campo muy grande de energía, un campo inmenso de energía. Este incesante ritmo respiratorio procede de allí. El movimiento de mi respiración es como una ola, de esa fuerza, de ese océano… Todo el poder de la vida está en el movimiento de mi respiración del mismo modo que todo el poder del mar está en cada ola. 2a fase Pasamos ahora a la zona del pecho. Imaginemos que estamos delante de una persona a quién queremos en particular, y a la cual expresamos concretamente nuestro cariño, nuestro amor, de tal manera que sentimos el amor… el cariño… el gozo…, la alegría. También podemos expresar ese amor, hacia Dios. Sintamos el amor. Ese amor que sentimos, esa alegría viviente que nos hace sentir llenos de gozo viene de un fondo que está detrás de lo que sentimos, y es como un Sol, un sol luminoso, profundo. El amor que sentimos es como la manifestación de unos rayos de este Sol. Nos situamos en este Sol, dejando ahora aparte la imagen de la persona que ha servido para conectar con este amor. Dejamos aparte toda imagen, toda idea, y nos situamos en este Sol, que es amor, que es felicidad profunda. Es algo que ya está ahí, es algo que ya Es. El sentir es lo más importante; solamente sintiendo. Sólo mirando y sintiendo, mirando el sentir. Sin pensar, sólo saboreando. De este Sol es de donde surge toda posibilidad de amor, de alegría, de felicidad, de plenitud. Eso que vivimos, lo somos. Eso está siempre presente. Y cuanto más nos centramos en eso, más intenso, más profundo, más elevado es ese amor, y esa felicidad. Ya está ahí, siempre. Ese gozo, es lo que soy. 3a fase Pasamos ahora a la mente. Vemos como una luz expandida, es un espacio de luz, de un color azul, eléctrico, intenso. De este azul viene toda la capacidad de comprender, de saber, de conocer. Es pura claridad, no tiene forma, pero es de donde surgen todas las formas. No hay ideas, pero es de donde surgen todas las ideas. Es sólo pura luz… del entendimiento. Es pura luz… de la inteligencia. Nos mantenemos atentos en este nivel de pura luz. Desde aquí, todo lo podemos comprender fácilmente, con suma facilidad, Del mismo modo que desde la zona del pecho, del fondo del pecho, del Sol del amor, todo es bienestar, es alegría, es felicidad, aquí todo es paz, lucidez, claridad, Luz de la mente. 4a fase Nadie nos puede quitar eso que somos. Seamos conscientes de la fuerza de la vida a través de la respiración, del gozo del amor a través del pecho, de la luz de la inteligencia a través de la cabeza. Ahora nos quedamos así, presentes, en Silencio, sin pensar en nada, solamente siendo la conciencia de nuestra presencia. y nos vivimos enteros, de arriba-abajo, muy presentes en una simple conciencia de Ser. Conciencia de Ser, aquí y ahora, que surge del Silencio, que emana de este profundo Silencio. Final Ahora recuperamos la conciencia exterior, pero sobre todo, nos mantenemos conscientes, interiormente abiertos a todo eso… Respiramos más seguido, moviendo brazos y manos con calma. Pero sobre todo manteniendo esta conciencia de lo que somos, al movemos, al hablar, al actuar. Tratando de que eso que somos se exprese. Hablando desde ahí, moviéndonos desde ahí, riendo desde ahí, sin quedar encerrados en la estructura externa habitual. Y me mantengo así todo lo posible, al máximo, funcionando así, viviendo desde esa verticalidad, y desde ese fondo profundo, que soy Yo mismo. Ahora lo importante es poder moverse desde ahí, desde esa calma, desde este espacio, desde esta luminosidad. Como si el andar surgiera de eso, como si toda la actitud surgiera de ese fondo; que el ver y el formular palabras, surjan de eso. y que toda nuestra vida sea una expresión de ese fondo; de ese fondo que se expresa en lo particular, sin dejar de ser el fondo. (La Realidad – Antonio Blay) |
Un gran articulo, David.
Esta afirmación: todo es energía, amor e inteligencia, ha sido la clave del camino que he recorrido. Me acuerdo que un día me di cuenta de que no era una frase bonita, que no era ningún ideal sino una verdad. Y desde entonces, cada vez que algo que sucede me parece inaceptable, injusto o cruel, sé que no lo estoy observando bien. Mejor dicho, sé que no lo he observado para nada y que ha sido el personaje el que ha emitido esta opinión.
Claro, la realidad se ve así cuando la miramos, no cuando la pensamos. Y para mirarla, como mínimo, tenemos que estar despiertos, conscientes de que esta inteligencia, amor y energía, se manifiestan en nosotros como capacidad de entender, participar y transformar esta realidad.
El ejercicio del centramiento, nos lleva al fondo, al centro de la conciencia, allí donde esto se hace totalmente evidente. De hecho, este ejercicio bastaría por si solo para alcanzar la autorrealización. Pero también tenemos que estar en el exterior, en la vida cotidiana; porque para eso hemos venido: para expresar estas capacidades y perfeccionar las cosas que manejamos y las situaciones que nos toca vivir.
Así que lo adecuado, es destinar cada día un tiempo para contactar con este fondo y tenerlo muy presente el resto del tiempo. Y recordar que estamos en este plano para aportar esta luz, este amor y esta realidad que somos.
Exacto Jordi, como dijo Blay, el mal es una apariencia, un contraste entre dos cosas positivas, y el problema reside en que exigimos a un nivel lo que es propio de otro. Hay que vivir conforme a la verdad y con una exigencia de autenticidad, con un esfuerzo constante por actualizar el potencial que somos, ahí también entra intentar influenciar para que haya más energía, más amor y más luz en nuestro entorno, para que éste suba de nivel. No se trata de conformarse con la positividad – en un grado u otro – de los hechos, se trata de que estos niveles superiores se manifiesten con más intensidad. Está en nuestra naturaleza trabajar por ello, porque la motivación por la combatividad consciente para perfeccionarnos y para perfeccionar nuestro mundo nunca la tenemos que perder, es una de las actitudes que nos otorga más humanidad.
Gracias María, estoy seguro que lxs compañerxs de la asociación lo mejoraréis. Es lo que nos toca. 🙂
Un abrazo!
La verdad es que este ejercicio del centramiento es muy importante porque supone el paso de la teoría a la práctica, de entender una explicación y encontrarla interesante o cautivadora a vivirla en nosotros mismos como experiencia de SER. Y eso tiene unas consecuencias tremendas, de las cuales quisiera destacar una en este escrito: la constatación de que, de alguna manera, este ejercicio y su vivencia práctica deviene en cada uno de nosotros la espoleta que desencadena nuestro progreso interior. Porque resulta que tras descubrir que somos energía amor e inteligencia, normalmente con gran alborozo, nos encontramos que ante los primeros vaivenes más o menos serios de la vida nuestras respuestas ante ellos difieren mucho, sobre todo al principio, de ser una emanación pura y directa de este potencial infinito que Antonio nos otorga. Observamos, ya con menos regocijo, que a pesar de que hemos visto que éramos eso, nuestras reacciones surgen desde niveles de conciencia no tan excelsos, y las consecuencias de estas respuestas suelen ir en consonancia. Pero ya no hay marcha atrás, ya sabemos lo que somos, ya hemos degustado nuestra naturaleza esencial. Y ahí está la lucha, ahí está el camino por ser fieles a nosotros mismos y expresar en nuestra vida, como dicen Jordi y David, lo que somos realmente con la misma plenitud y abundancia con las que lo experimentamos en el centramiento.
Pero no es fácil, ¿verdad?
Abundando mas en lo que comentáis, lo fantástico del asunto, en mi opinión, es que cuando te ves pillada en una situación en la que salta el automático , también saltan todas las alarmas; como dice Jordi, sabes que no lo estas mirando ni poco ni mucho. Entonces, no persistes en la situación, no te empeñas en que el mundo te de lo que en ese momento piensas que te mereces, te retiras y esperas a poder verlo como es debido, normalmente en el próximo centramiento. Y esto es lo que te hace libre, te haces absolutamente responsable de tu vida y de tus circunstancias, no es un camino de rosas pero es amplio y luminoso.
Y, además, María, eres consciente de que te estás esforzando en una buena dirección, lo cual ya te reconforta. A decir verdad, sólo el hecho de ver que eres capaz de saltar por encima de dinámicas que, normalmente, te han acabado metiendo en bastantes berenjenales, ya es un motivo considerable de alegría
Muy buenas,
Os voy a plantear una duda para el ejercicio del Centramiento, que he vuelto a retomar tras haber comenzado de forma sincera a trabajar el Yo- experiencia inicialmente y el inconsciente. Realmente quiero tener las ideas claras respecto al ejercicio en sí y agradecería vuestros comentarios.
Cuando Antonio habla del campo de energía en la zona de atrás, del fondo de amor detrás de lo que sentimos y del fondo de luz:
¿Habla de una visualización que tenernos que hacer sobre campos inmensos de energía, amor y luz en los que situarnos o realmente llegamos a descubrir que este campo existe como fuente y que es nuestra identidad central?
Cuando hago ejercicios de presencia con atención al campo y al sujeto, mi experiencia me dice que todo objeto de mi conciencia no lo soy. Sólo puedo intuirme y es por ello que este ejercicio me plantea dudas: ¿Descubrimos una fuente (que sería un objeto de mi conciencia) o nos vivimos como fuente-Sujeto?
Hasta la fecha, buscando la fuente de la fuerza de mi respiración, observando el origen de mi amor en la zona del pecho y en la nuca, percibo calor en la zona de atrás y la apertura esporádica y por destellos de un foco de energía. Sin embargo, es tan corto de espacio que no da tiempo a centrarme allí. Además parece cerrarse en cuanto intento situarme allí.
Muchísimas gracias y enhorabuena por la web.
Un abrazo,
David
Hola David: no has de hacer ninguna visualización, esto es una experiencia real que se alcanza cuando atraviesas los focos del amor y de la inteligencia (el de la energía es desaconsejable por su intensidad)
Cuando llegues al fondo, sabrás que lo que experimentas no es fenoménico porque tiene un sabor absolutamente distinto. Y ves que tú eres eso.
Una de las dificultades más habituales en el centramiento reside en el hecho de que la gente mira para dentro pero no van hacia adentro. No se trata de “girarte” y mirar hacia adentro, se trata de retroceder, como si estuvieras caminado de espaldas, hasta tocar el fondo. Y cuando tengas la impresión de que no puedes avanzar, quédate ahí parado, pero como si llamaras a una puerta.
En la nuca no has de percibir nada, el foco de la inteligencia está en la coronilla, dos cm. por encima del cráneo.
Hola Jordi,
Lo primero de todo agradecerte enormemente las indicaciones dadas porque además me están viniendo muy bien también para el trabajo de reeducación con el niño interior.
Por otro lado, te comento que los focos aparecen de forma sucesiva, lo cual me distrae. Es decir, cuando centro mi atención en la respiración y siento el bienestar natural, surge un foco de amor en mi espalda. Y cuando visualizo a una persona querida y le expreso mi amor, al mismo tiempo surge el foco intelectual en la coronilla.
En resumen, me resulta difícil centrarme en un foco porque prácticamente surgen en cadena uno detrás de otro. Entiendo que debo separarlo por etapas para realmente llegar al fondo de cada centro ¿verdad?
Una vez más muchísimas gracias,
David
Puedes hacer eso o trazar el eje que une los tres puntos y «empujarlo» hacia atrás. De todas maneras, te será más fácil profundizar en el foco del amor «ignorando» los otros dos, es decir, dejándolos como algo que está ahí pero a lo que, de momento, no prestas atención.