Pero sobre todo tengo interés en que entendáis el sentido del silencio. El silencio es de una riqueza extraordinaria cuando se ve como el acto en que es posible una toma de conciencia de sí, más directa, más inmediata, más plena. Tanto es así, que podemos deducir el valor de lo que hace una persona en función del valor de su silencio. El valor de su silencio es el que da la medida de su conciencia de realidad; entonces, lo que haga, o como viva, será expresión de esta conciencia de realidad. Pero, por otro lado, no puede llegar al silencio si no vive una vida rica, plena, intensa, lúcida, consciente, responsable.
¡Es tan extraordinario sentirse libre de las ideas! Y descubrir que uno no es ninguna idea -buena o mala- que tenga de sí mismo…, que no hay ninguna idea que le afecte a uno, substancialmente…, que ninguna idea me quita ni me añade absolutamente nada de lo que soy… ¡Es una liberación tan grande…! que es como de nuevo… nacer.
Es descubrir que la plenitud no depende de las cosas, ni de las personas, ni de la salud, ni de las circunstancias, ni de absolutamente nada. Que la plenitud es la realidad en sí misma; y que la plenitud la soy. Que es mi condición natural de ser en el Ser absoluto; y que eso no tiene nada que ver con las incidencias, con el devenir, con la evolución. Todo el devenir, toda la evolución… es una expresión de Eso. Pero no es una causa que conduce a este efecto de plenitud. En todo caso, el devenir es un modo nuevo de expresar y realizar la plenitud. Nuevo, añadido; porque la plenitud ya está siempre, es inherente a la realidad. Todo lo que existe sólo es expresión de lo que ya es. Por lo tanto, lo esencial es descubrir lo que Es, para poder existir de un modo más auténtico. Pero cuando yo confundo el ser con el existir -o espero ser a través del existir-, estoy alterando el orden, y por lo tanto convirtiendo mi gozo en sufrimiento.
P: ¿Es posible llegar a este «nacer de nuevo» que dices, mediante un trabajo inteligente y perseverante?
R: Sí, es posible. Pero no podréis experimentarlo si de entrada no tenéis una noción o intuición de lo que anda mal ahora, porque si experimentáis mal -como a mí mismo me ocurrió durante cierto tiempo-, entonces, aunque se consiga un cierto resultado, no es esta cosa óptima, tan acelerada, tan extraordinaria. Por esto es necesario que uno entienda, comprenda, intuya… Uno va al silencio del mismo modo en que vive; y como se vive con una conciencia fraccionada, también se vive el silencio como otro aspecto más de la vida, con una conciencia fraccionada. Entonces el silencio deja de tener ese poder de actualización total, instantáneo, de todo el ser. Y por eso, aunque yo haga mucho, si lo hago mal, avanzaré muy poco. Entendiendo de entrada lo que anda mal es lo que hace posible ir por el camino correcto.
P: Así, pues, para no equivocarnos ¿qué es lo básico?
R: Es necesaria una toma de conciencia clara de sí mismo.
Yo, como energía, toda mi energía presente.
Yo, como inteligencia, toda mi visión, o lucidez, presente.
Yo, como amor-felicidad, todo yo presente.
Esta es la fase de entrada correcta. Pero si en el trabajo que tú has hecho antes (y en la vida diaria) has ido actualizando estos aspectos, en el momento del silencio, al tomar conciencia de ti, estará todo esto presente. Si previamente no lo has hecho, entonces tendrás que ir evocando tus energías, tus experiencias de bienestar, de lucidez, todas, una por una.
CONCIENCIA, EXISTENCIA, REALIZACIÓN
Lecciones y diálogos
Antonio Blay
Entiendo que nos habla del silencio como una profundización en lo que ya vivimos en la vida diaria. Si nos vivimos en la vida diaria unificados, compartiendo la misma esencia con el otro y con los otros, el silencio se será rico.Entiendo que nos habla del silencio como una profundización en lo que ya vivimos en la vida diaria. Si nos vivimos en la vida diaria unificados, compartiendo la misma esencia con el otro y con los otros, el silencio será rico.
Desde la carencia el hijo pide al Padre, al que podemos llamar también Totalidad, Dios, Ser Absoluto, Campo Unificado, etc. El hijo se confunde al esperar ser a través de existir. El orden está alterado, lo cual convierte el gozo en sufrimiento. La lucidez, el gozo y la plenitud, no se tienen que alcanzar, porque son la misma realidad. El Padre no abandona al hijo. Es éste que lo abandona a Él, porque no se identifica, no participa, no se reconoce en su espíritu. La conexión, no basta como concepto, tiene que ser una intensa, total, real y profunda vivencia.