Un Trabajo bien hecho

Igual que muchos de nosotros, antes de conectar con el Trabajo de Blay,  llevaba muchos años moviéndose por círculos esotéricos y grupos de espiritualidad. Contactó con el Trabajo en un seminario que hicimos en marzo de 2015 y empezó a trabajar los despertadores y a explicar un poco los detalles de su vida personal.

Cuando empezamos en el Trabajo nuestro personaje agradece poderse comunicar  con alguien que se interesa por él, alguien que no le conoce y a quien puede explicar sus desgracias, sufrimientos y también los méritos a los que se siente acreedor. Ella hizo como hace todo el mundo: procurar dar la mejor imagen de sí misma. Y tenía mucho que contar porque mostraba una fuerte personalidad, una personalidad que había rechazado jugar el papel tradicional de mujer sumisa y se había enfrentado a la familia y a la sociedad que la rodeaba defendiendo su autonomía y sus derechos.

Pero claro, se encontró con que el Trabajo bendecía esta afirmación personal pero responsabilizaba a su personaje de sus sufrimientos y le echaba por tierra su presunta superioridad moral en el papel de consejera que desarrollaba en paralelo a su actividad como terapeuta.  Como es típico en esta fase del Trabajo, explicaba que, a menudo, cerraba el ordenador de golpe, molesta por mis comentarios, para volverlo a abrir más tarde con calma y paciencia para reconsiderar lo que íbamos observando. Que nos digan que una parte importante de nuestros sufrimientos son un invento del personaje es un aliciente cuando no nos apoyamos en el victimismo, pero que nos despojen de nuestra presunta superioridad sobre los demás duele mucho: y ella lo aguantó primero y lo aceptó después.

Transcribo aquí palabras suyas: “En la medida que voy trabajando, observo que hay menos esfuerzo, menos pretender, mas atención, mas alegría. Estoy como aprendiendo a simplificar, a no quedarme enredada en conflictos, a no tener que arreglar, cambiar, desear mejorar nada y a no convencer a nadie de nada. Esto es muy liberador: voy experimentando, sintiendo una fuerza interior y seguridad nuevas; las siento en mí, cuando me relaciono, vivo; es una actitud contundente, al mismo tiempo que liviana, es como si supiera e hiciera lo que quiero, sin dudas, miedos o pesares. Por eso soy mas clara, firme, libre y también autoritaria sin ser déspota, es una fuerza reposada y tranquila.”

Lógicamente esto se transparentaba: ella participaba en un grupo que se reunía para tratar temas espirituales y sus compañeros advirtieron que algo estaba cambiando en ella y se interesaron por lo que hacía. Así es como se divulga de verdad el Trabajo. Por eso cuando organizó un taller en el que tuvimos la oportunidad de explicar la vía de Antonio Blay y el método que seguíamos fueron varios los que se subieron al carro y están ahora compartiendo nuestro camino.

A veces nos quedamos en la teoría y en transmitirla, pero este no fue su caso: una vez visto el personaje, se puso a trabajar el yo experiencia y en poco tiempo transformó radicalmente su entorno. Mantenía la relación laboral con el negocio familiar por sus derechos en tanto que copropietaria pero ejecutaba su labor en medio de una total incomunicación. Así que, superando el rol de perjudicada que le había fabricado el personaje, se dedicó a revertir esta situación con su iniciativa propia y se marchó hablando y saludando a todo el mundo.
Y aquí se responde una pregunta que nos hacemos a menudo: ¿para qué sirve la enfermedad?: pues sirve para estimular la capacidad de amar en la gente de nuestro entorno; sirve para que nuestros seres queridos actualicen el amor que son y experimenten la felicidad que se deriva de cuidar y acompañar a otra persona en el trámite difícil de abandonar este plano existencial.

Claro que en su caso, esto no fue un trámite difícil sino un ejemplo de realización personal porque en todo momento, concilió su deseo natural de curarse y volver a una existencia normal con la aceptación de la Voluntad de Dios y la progresiva experiencia del Ser esencial, que se manifiesta con mayor intensidad cuando el cuerpo se debilita.

También son palabras suyas: “Estoy tranquila y en paz, esto es lo que hay, no me preocupa nada. La realidad no está equivocada en nada: a esta conclusión he llegado sobre todo a través de la enfermedad, de todo este proceso; mi cuerpo está cansado, débil, dolorido, pero yo no. Si vuelvo la vista atrás y recuerdo tanto sufrimiento… esto es Jauja. Je, je, solo se lo puedo decir a los que estamos en el Trabajo. No hay el sufrimiento ni la pena típicos de cuando deseamos que las cosas sean de otra manera, hay realidad, sin más. No paro de dar gracias a Dios por haberme permitido llegar despierta hasta aquí. Todos los conflictos aparentes en los planos inferiores se desvanecen cuando se contemplan desde más arriba. Mi experiencia me dice que me he pasado toda una vida tratando inútilmente de resolver problemas de estos que crea nuestro personaje, o el personaje de la gente que nos acompaña, y estos problemas se han resuelto en el momento que he podido contemplarlos y actuar desde un nivel de conciencia superior, al reconocerme en lo que soy y obrar en consecuencia.”

Obrar en consecuencia no consiste en seguir determinados protocolos o códigos morales, consiste en ser lo que somos y dar testimonio de esto que somos. Este testimonio es lo que nos hace mejores a todos porque ilumina nuestra propia realidad. Y su luz ha sido especialmente intensa estos últimos días; tanto que ha conseguido disolver en la nada el miedo a la muerte de quienes la hemos acompañado.

Ha sido un privilegio.

12 comentarios en “Un Trabajo bien hecho”

  1. Gracias Jordi, por estas palabras.
    Como dices, un trabajo bien hecho. Y ahora nos ha dejado paz, un sentimiento de enorme serenidad.
    Ese, es el comentario unánime del grupo cuando nos hemos reunido en Coruña.
    Me siento agradecida, por haber tenido la suerte de vivir y compartir esta experiencia.
    Gracias

  2. Es gratificante leer el testimonio de Ana,es claro y conciso como ha trascurrido las etapas del trabajo hasta que se ha ido tranquila y en Paz.
    Gracias por compartir ésta experiencia.

  3. Ana Balado sigue viva. Morir es lo contrario de nacer, no lo contrario de la vida que es eterna.
    Su cuerpo se ha transformado en ceniza, vida para otras vidas.
    Cuando alguna persona fallece me gusta decir que ha pasado a mejor vida. Y si a quien me dirijo dice que es agnóstico le recuerdo que nadie muere mientras permanece en el recuerdo.
    Conocí a Ana en el «Taller práctico de lectura» como ella bautizó a la reunión quincenal que
    hacemos un grupo de amigos en Coruña desde hace unos cuatro años.
    Fue muy hermoso compartir con ella la amistad que nos propicio la vida.
    Ella a pasado a otra dimensión, pero sigue a nuestro lado, seguimos compartiendo la Vida.
    Siento y disfruto de su apoyo y ayuda.
    Vamos juntos haciendo el camino de vuelta a casa y ahora me guía su ejemplo y su Luz.

  4. Bonito tributo Jordi. Coincidí con Ana dos veces y en ambas tuve la pulsión de acercarme a ella, pero las inseguridades del personaje se interpusieron. La primera vez, en Oseira, pensé que su enfermedad me conmovía pero pronto supe que no era compasión sino atracción, admiración por su personalidad, manifestada en la fortaleza de su semblante y en el brillo incólume de sus ojos. La segunda, en el Pazo, durante el taller, la observé, casi furtivamente. Cuando hablaba, la calma se cernía en el ambiente y te llevaba de la mano a esa dimensión profunda donde los pensamientos de la Humanidad entera desaparecen. No intimé con ella, es cierto, esa fue mi corta experiencia y así la cuento, me hubiera gustado charlar e interesarme más y, de paso, a buen seguro, aprender unas cuantas cosas. Ahora ella se ha liberado de estas gafas de no ver que es nuestro cuerpo físico y cabalga las estepas del alma, o quizás ha empezado a dibujar su nuevo mandala existencial. Yo la recordaré. Gracias.

  5. Desde que me enteré de la enfermedad de esta compañera me pregunté si la conocía y llegué a la conclusión de que no…no me sonaba para nada y eso que creía conocer a toda la familia. Ahora que acabo de leer el artículo el corazón se me acelera porque acabo de recordar a Ana en Oseira. Estuvimos hablando en uno de los descansos largos y me contó su historia, la del negocio familiar…me he quedado impactada porque recuerdo muy bien los pormenores y recuerdo que perfectamente que pensé en la valentía tan grande, con su edad, de cambiar toda su vida para vivir acorde con una realidad más auténtica y verdadera. Pensé: «Dios, esta mujer está loca» porque, aun con problemas, su economía y su rol estaban tan definidos que empezar de cero implicaba también perder muchas comodidades y relaciones personales. Qué alegría escuchar que pudo remontar el vuelo y deshacerse de lo superfluo para vivir desde lo esencial. Querida Ana, gracias por ser un ejemplo vivo, gracias por resucitar con Cristo.

  6. Supe de la existencia del grupo de Coruña a través de Cruz y me animó a asistir a las reuniones.
    Allí conocí también a Ana. Tenía una especial alegría y hablaba con la determinación y el convencimiento de alguien que está viviendo lo que dice. Despertó en mí el deseo de seguir el mismo camino. Cuando comencé el Trabajo ella era un estímulo con sus palabras de aliento y con su ejemplo.
    Me siento enormemente agradecida, es un regalo haber compartido el camino a su lado.

  7. Hablé más a fondo con ella por casualidad. Fue en el aeropuerto de Barcelona volviendo de uno de los seminarios del inconsciente. Ella me contaba su vida, y se cambiaron los roles, yo era el que aconsejaba, y ella la que escuchaba. Cuando, comentando lo que vivía con una persona cercana que tenía algún conflicto con ella, le comenté lo que tenía que decir, me respondió, sencillamente:
    No sé lo que le diré, cuando le vea ya lo sabré.

    No lo puedo olvidar porque es una manera bien práctica de enseñar el despertar. No tenemos que tener preparadas las respuestas, porque cada momento es diferente.

    Después estuve hablando con ella varias veces sobre cómo tratar su dolor, y siempre repetía lo mismo: No tengo miedo.

    Gracias, Jordi, por traérnosla ahora que se acaba de ir.

  8. Yo quisiera decir tantas cosas sobre Ana , que las palabras y el papel se me harían pequeños , es más ,estoy escribiendo sin saber que voy a decir …, pero no quisiera dejar pasar esta oportunidad de dar gracias a todos por lo que he leído en vuestros escritos que estás llenos de amor y dulzura hacia ella . Por mi parte solo puedo decir que la desaparición de su cuerpo no ha entristecido mis siguientes días, por el contrario sonrío a cada paso ,viéndola en tantos rincones que hemos compartido y recordándola en tantas conversaciones que hemos tenido. Ella ha conseguido con su ejemplo de superación y con sus palabras ayudarme a no tener tanto miedo a la vida , y al final de la suya me ha enseñado a no tener tanto miedo a la muerte . Mi querida Ana , te doy infinitas gracias por haber podido acompañarte.

  9. Ana siempre estará presente porque su mejor legado es este grupo de personas que desinteresadamente ha estado atendiéndola hasta su partida.

    Muchas gracias a todos.

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