Si quiero llegar a vivir una plenitud afectiva, el único medio que existe es que yo ejercite activamente mi acto de amar, mi acto de responder con gozo, con felicidad a las situaciones. Mientras yo esté esperando que el exterior me llene de satisfacción, me llene de amor, estaré esperando toda la vida en vano. Lo único que me desarrolla es ese acto por el cual yo ejercito mi potencia.
Curiosamente eso se ve muy claro en el aspecto físico; yo sé que no puedo tener una fortaleza física que no sea el resultado de mi ejercitamiento físico. En la medida que ejercito, que hago gimnasia, que hago ejercicio físico, etc.…, en esa medida soy más fuerte y no puedo esperar ser fuerte si no me ejercito.
Pero, curiosamente, en lo afectivo estamos creyendo que es al revés, estamos creyendo que no depende de mi ejercitamiento sino que depende de lo que los demás me dan, como si lo afectivo fuera distinto de todo lo demás, como si fuera una especie de hucha y que se trata de que los demás me vayan llenando el depósito con afecto, con amor, con cordialidad.
Nunca seré feliz con el amor que recibo. Siempre seré feliz con el amor real que yo dé. Lo que sucede es que resulta fácil dar cuando se recibe, pero no es absolutamente imprescincible y, en este sentido, el tener unas situaciones que sean afectivamente agradables facilita, pero no sustituye, el que yo responda afectivamente.
En el aspecto inteligencia ocurre exactamente igual: mi capacidad de ver y comprender es el resultado del ejercitamiento activo que yo hago en actos particulares de comprender. Pueden llenarme la cabeza con la información de todas las bibliotecas del mundo y esto no me hará más inteligente. La inteligencia es la capacidad de ver, de comprender, de penetrar la verdad, el sentido o el significado de las cosas. Esto es un acto activo de mi propia capacidad central y sólo en la medida en que la ejercito se actualiza, se desarrolla. Yo puedo tener mucha cultura, que quiere decir información, pero eso no es la inteligencia. La inteligencia es la capacidad de ver por sí mismo, de comprender, y esto necesita también de esa actualización.
Así pues en todos los niveles siempre es lo mismo. Yo puedo tener un medio ambiente que sea agradable o desagradable, que estimule o que no estimule, pero lo único que en todo caso me desarrollará será en qué medida yo respondo a las situaciones, sean las que sean, con mi potencial real. Me desarrollaré en la medida en que viva más mi interés por comprender, más mi gozo y mi afectividad, más mi energía profunda en relación con las situaciones.
Nada puede sustituir a este acto de presencia, de respuesta total de mí mismo. Yo soy exactamente la resultante de lo que he ejercitado, ni más ni menos, como ser concreto. Por lo tanto, yo me he fabricado a mí mismo, dándome cuenta o no, según las respuestas que he ido aprendiendo a dar.
A partir de este fragmento de la obra de Antonio Blay SER. Curso de psicología de la autorrealización, podríamos plantearnos las siguientes preguntas.
¿Estás de acuerdo en que se puede / debe “ejercitar” el amor? ¿Si es así, cómo piensas que se puede hacer?
¿Estás de acuerdo cuando se menciona que hay diferencia entre información e inteligencia?
¿Hay aspectos de nuestras vidas en los que esperamos más del exterior que de nosotros mismos?
Si no actuamos según las premisas que nos propone Antonio, ¿qué otras alternativas tenemos? ¿Qué nos ha ocurrido cuando hemos actuado en base a ellas?
El amor se ejercita atendiendo a lo que tienes delante,no queriendo otra cosa distinta.
Sí,la inteligencia es la capacidad de ver por ti mismo el orden que hay en la realidad. La información es lo que les parece a otros.
En el amor se nos ha convencido de que dependemos de los demás. Y no es cierto, dependemos de nuestra integración en el mundo y de nuestro interés por ampliarla.
Ah, pero hay que ser muy valiente para ejercitar el amor en lo que tienes delante, porque socialmente está muy poco valorado.
En cuánto a la capacidad de hacer, un déficit en este centro se vive como impotencia, ¿no? ¿Cómo lo vive el personaje de cara a otros, como que no le respaldan?
Es verdad, Maria, hay que ser valiente, pero también te libera bastante, porque te permite no depender de los demás, si no más bien de la vivencia en ti que tienes del amor que eres a partir de la experiencia que tienes al ejercitarlo. En este sentido, se puede ver como una valentía más interna que hacia el exterior.
Algunas veces la persona lo vive primero como la constatación de su yo-idea de que no puede, de que no es capaz, de que aquella situación le supera sin remedio. Como esto, que puede llegar a ser insoportable, al mismo tiempo suele ser bastante inconsciente, es fácil que, como dices, vaya a buscar en el exterior una justificación a ese estado, y responsabilice a los demás de que no le respaldan, o no le respetan, o se aprovechan de él, o similares. Y eso es lo que le condena, porque en la medida que da el poder a los demás y se convierte en víctima de su entorno, se incapacita para buscar un desarrollo y un progreso interno.
No, la falta de respaldo se interpreta más bien como déficit de amor. El personaje que se siente impotente ve a los demás como crueles, opresores y manipuladores. Les proyecta la fuerza que él cree no tener e interpreta que la ejercen en su contra.
De acuerdo. Gracias Jordi
Grupo de debate de A Estrada (Pontevedra).
Realizamos dos encuentros para llegar a las siguientes conclusiones:
1º Estamos de acuerdo que el aspecto amor siempre se demanda del exterior, que tendemos a esperar que los demás nos den y guardar o dar con cuentagotas el poco amor que creemos tener; y vemos que la cosa no es así, que hay que dar, ejercitarse para que el Amor nos llene y se desborde.
¿Cómo?, para ello previamente hay que estar despierto, si estamos dormidos no hay yo experiencia, hay que ejercitarse en el día a día en todo tipo de situaciones, fáciles y difíciles, y desde esa presencia responder/dar el Amor que somos, sin esperar nada, el mismo acto de Amor es lo que nos da plenitud, no el resultado; también entendimos que para poder ejercitar el Amor sin repetir patrones es necesaria la Inteligencia.
Ana expuso varios ejemplos de actos de amor en distintos ámbitos de su vida, muy bien explicados, pero es difícil de ver y más para alguien que no conoce el despertar como alternativa a la inconsciencia del personaje, como le ocurre a Mila; aunque supimos que tiene un rincón de la naturaleza por donde pasea que le provoca despertar siempre que pasa por allí. Carmen dijo que uno de los principales caminos es la comprensión, ponernos en el lugar del otro. Y Klaus que ejercitarse en el amor es ir hacia la libertad plena. Yo utilice el refrán: “más vale pájaro en mano que ciento volando” como representación de la resistencia por parte del personaje hacia el acto del amor y que para que suceda este, hay que abrir la mano para no asfixiar y dejar que vuele el amor, sin miedo a volar con/en Él.
Utilizamos una escena de la película Sin límites (2011) Dirección: Neil Burger, donde los efectos de una droga provoca despertar y actuar desde el yo experiencia, las imágenes con ayuda de la voz en off son muy explícitas. Comentamos que no son necesarias las drogas para resultados semejantes; que el Trabajo nos lleva a potenciar esa lucidez, intuición, efectividad y empatía que el protagonista obtiene con la droga.
2º. En cuanto a la Inteligencia y la energía apenas lo comentamos porque nos quedo claro que el aspecto más deficitario y más difícil de ejercitar es el Amor. Pero entendemos que para que el yo experiencia sea plenamente efectivo hay que incluir los tres centros energéticos: Inteligencia, Amor y Energía.
3º No vemos otra alternativa, si no quieres seguir dormido y actuar mecánicamente, solo queda despertar y desarrollar lo que somos. ¿Qué ocurre? Al vivir desarrollando nuestro potencial, interiormente uno se experimenta más seguro, completo y despierto, más real y vivo; y exteriormente vamos relacionándonos y actuando más concientes y viendo que las situaciones, la realidad se trasforma, es más clara, amplia, cercana y plena.
ANA.
Durante mucho tiempo viví en la creencia de que el amor me lo tenían que dar. Cuando lo recibía me duraba poco y si no me lo daban me sentía infeliz. Sin embargo recuerdo que sentía una felicidad inmensa y satisfacción cuando expresaba afecto haciendo cosas muy sencillas: desde hacer un recado que me pedían los abuelos, un regalo a una amiga o un gesto amable. No me daba cuenta de aquella felicidad que sentía se generaba en mí y la expresaba en esas pequeñas acciones. Lo vi más tarde cuando me puse a investigar con El Trabajo, a experimentar el despertar. Porque cuando estoy despierta, este ejercitar consciente es fácil tanto en las situaciones favorables como en las que se me presentan como una dificultad.
Llamo situación difícil, cuando uno de mis hijos, o los dos, mis padres o un cliente…me dicen que estoy haciendo exactamente lo que les prohíbo, me reprochan que no les telefoneo o se queja diciendo que en la tienda nunca tengo nada. Y es en este momento que me doy cuenta de que a medida que hablan y escucho, lo primero que siento es rabia, rechazo y dolor; y si estoy despierta (la circunstancia lo requiere), en vez de rechazar, dejo que entre hasta el fondo…y ya no hay molestia, ni dolor y respondo:
A mis hijos les digo que es cierto, a mi padre que no sabía que me echara de menos y que yo también me acordé de él, a la clienta que no tengo el producto que quiere pero que estoy encantada de conseguírselo.
Y mi hijo se calla, mi padre cambia el tono y charlamos y la clienta se relaja y me pide que le consiga el producto.
A medida que avanzo en El Trabajo compruebo que el amor y la inteligencia van juntos; en ocasiones siento con más intensidad el amor y veo, en otras veo primero y siento seguidamente.
Y lo que verdaderamente me llena es mi respuesta de afecto y comprensión o de comprensión y afecto. Lo curioso es que sin esperar una respuesta favorable, esta llega.
Cuando digo comprensión , no me refiero a ese “ te comprendo” mecánico que decimos tan fácilmente y que muchas veces, significa poco . Porque resulta que sí , que te comprendo, e incluso te entiendo, y hasta puede que te quiera un poco pero en el fondo sigo deseando que seas como yo quiero , sigo deseando que las cosas sean o hubieran sido como a mí me gustaría que fueran. La comprensión de la que hablo es otra cosa , es aceptar los fallos y las debilidades del otro sin esperar nada , sin motivos , sin metas .
Me toca vivir esto ahora con alguien cercano a quien tardé toda una vida en ser capaz de comprender ; es una gran liberación que se manifiesta en una energía increíble y un amor inmenso, incondicional que surge así , espontáneamente . Me doy cuenta de que, en la medida en que lo voy comprendiendo, va desapareciendo el conflicto ,me voy sintiendo libre de él y soy capaz de sentir y expresar el amor , la energía y la inteligencia que soy .
Claro , hablo de una comprensión consciente , estando presente , despierta ; entonces puedo , de verdad, meterme en los zapatos del otro ; y esto, sin el Trabajo hubiera sido imposible.
Carmen