El pasado sábado 12 de octubre tuvo lugar la primera Asamble Anual de ADCA. Fue una magnífica oportunidad para revisar el camino recorrido hasta el momento y también para compartir con todos los asistentes las excelentes perspectivas que la Asociación, gracias a la colaboración de todos, tiene en estos momentos.
Por la tarde se celebraron varias ponencias, de las cuales iremos dado cumplida cuenta en otros apartados de esta web.
Por mi parte, quisiera centrar el discurso de este artículo en las que tuvieron por motivo la exposición de diversas experiencias en la aplicación del Trabajo en el mundo laboral. En concreto, hay cuatro puntos que quisiera destracar.
1.- La constatación de la posibilidad.Fue un gran placer comprobar como varias personas habían hecho posible que las ideas del Trabajo dieran sus frutos más allá de una perspectiva personal que estuviera orientadaexclusivamente a su propio crecimiento interior. Por primera vez podíamos constatar con hechos concretos que esto era posible y, por ende, del inmenso potencial de Trabajo que difundimos en la Asociación
2.- La diversidad. Los sectores en los que se había incidido abarcaban tanto el sector público como el privado, desde grandes organizaciones a trabajadores autónomos. En todos los casos, dado un ambiente laboral concreto, y por diverso que éste fuera, la persona en cuestión había sido capaz de incidir en él y de obtener unos resultados que, a tenor de lo expuesto, podríamos calificar entre buenos y excelentes.
3.- El efecto transformador. En todos los casos, se hizo muy evidente que las acciones de estas personas habían modificado su realidad, habían aportado luz y vida a un determinada realidad profesional, la cual acogía esta aportación y adaptaba, si no modificaba, sus dinámicas habituales a raíz de estos estímulos, procurando en el proceso nuevos entornos más acordes a los parámetros del ser humano y del mundo que ofrece el Trabajo.
4.- La inspiración. La ilusión que transmitían los ponentes en la exposición, y también la que vivieron en el momento en que tenía lugar las experiencias que decribían, fue sin duda una fuente de inspiración para todos. Cada uno de los asistentes escuchamos cosas con las que nos identificamos, realidades que ahora se nos hacían cercanas, posibles y, por qué no, factibles en nuestro entorno y dentro de nuestras posibilidades.
Finalmente, quisiera compartir con todos los lectores de este artículo el buen sabor de boca que tanto estas ponencias como toda la jornada dejó en cada uno de los asistentes. La visión del ser humano y de la realidad que difunde la Asociación se mostró con una realidad y una fuerza como nunca la habíamos conocido hasta ese día. como una verdad cada vez más asentada y factible para todos los asistentes y, por extensión, para todas las personas que se relacionan con ADCA. Una verdad que no sólo dio fe de su potencial de manifestación, sino que me atrevería a decir que encontró también a unas personas ilusionadas y dispuestas a trabajar para seguir dándole forma.