- Este debate tiene 48 respuestas, 23 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 4 años, 1 mes por Isabel.
- AutorEntradas
- 19 de abril de 2020 a las 15:30 #2451Jordi Sapés de LemaSuperadministrador
SOBRE LA SITUACION ECONOMICA Y LOS CAMBIOS A PROMOVER
Es momento de empezar a reflexionar sobre las medidas de tipo económico que está tomando el Gobierno y lo que puede suceder cuando hayamos superado la pandemia. Para eso puede ser interesante comprender de qué modo funcionan las empresas porque de ellas dependen actualmente la mayoría de los puestos de trabajo. El esquema es bastante simple, las empresas tienen:
INGRESOS básicamente por venta de bienes o servicios (clientes).
y GASTOS: materias primas (proveedores), salarios (trabajadores), suministros (compañías), servicios (gestorías, transportes), intereses de préstamos (bancos) e impuestos (estado)
Hay beneficios si INGRESOS > GASTOS y perdidas si INGRESOS < GASTOS En negrita podemos ver todas las personas que están involucradas en una empresa aparte de los propietarios y los trabajadores.Esto tan sencillo no parece que se tenga en cuenta por el gobierno: se ha mandado cerrar los negocios, que se han quedado sin ingresos, pero no se ha ordenado suspender los gastos: el restaurante que ha tenido que cerrar debe seguir pagando los alquileres, el agua, la electricidad, la seguridad social y los impuestos. Solo han resuelto la cuestión del empleo mediante los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y han dado algunas ayudas a los autónomos, aproximadamente a un cuarta parte de los que lo han solicitado. Al resto les han avalado un préstamo bancario que tendrán que devolver y que, de momento, les servirá para pagar estos gastos que no se han suspendido.Es razonable que se cierren los restaurante el tiempo necesario, pero no lo es que el propietario tenga que correr él solo con las pérdidas que esto comporta, y que estas pérdidas no sean compartidas por todos los entes involucrados en la empresa que hemos señalado más arriba. Así que lo más probable es que muchas pequeñas empresas no puedan resistir el embate y acaben cerrando, lo cual nos volverá a situar en la escena que justo creíamos estar abandonando: gran cantidad de gente al paro, nueva disminución de los salarios, sectores como el cultural o del turismo devastados y un nuevo incremento de la Deuda Pública que justificará tomar, más tarde, nuevas medidas para disminuir el déficit. Es como si la crisis que estábamos dejando atrás fuera solo un ensayo de lo que nos llega ahora.Pero hemos de procurar que sea cierto este vaticinio de que no podemos volver a lo de antes; sobre todo porque estas últimas experiencias han puesto al descubierto muchos fallos de un sistema que lleva tiempo haciendo aguas por todas partes y han demostrado la importancia que adquiere la conciencia colectiva para hacer frente a las necesidades reales de la población. Una de las cosas que pasará a mejor vida es esta idea liberal de que el colectivo sale reforzado si cada uno se preocupa por sí mismo. Y otra que la gestión privada es mejor que la pública: después de lo que ha pasado en las residencias de ancianos será difícil defenderlo, y también después de la evidencia de hasta qué punto estábamos desprotegidos como consecuencia de los recortes.Los organismos que en teoría vigilan para que el déficit público no se dispare han tenido que tirar la toalla y reconocer que el Estado tiene que asumir ahora un papel relevante y un protagonismo indiscutible. Pero si repasamos todas las peticiones que se están realizando a las administraciones desde diversos sectores veremos que expresan algo más que un grito de auxilio en momentos excepcionales, veremos que la sociedad ha desarrollado una serie de necesidades colectivas que requieren una atención decidida por parte de la administración: cultura, guarderías, residencias, cuidadores, discapacitados, refugiados, etc. Todos estos sectores reclaman una atención que la propia sociedad ha decidido concederles, y por lo tanto requieren un incremento del gasto público.La crisis actual enseña que es el confinamiento de la población lo que paraliza la economía. Si hay que proteger y cuidar a la población para que la economía se vuelva a poner en marcha, cuanto más protegida y cuidada esté la población mejor irá la economía. Así que las personas han de dejar de ser un factor más de la producción, como hasta ahora, para convertirse en el principio y fin de la actividad económica. Y para eso hay que dar un paso firme e ir más allá de este Estado al que se pide protección en situaciones complicadas: tenemos que promover un Estado que garantice la calidad de vida de la población en general. La renta básica universal que se está estudiando puede ser un punto de partida de esta nueva visión. Se trata de una cantidad que recibe todo ciudadano por el hecho de serlo, con independencia de su situación laboral o patrimonial. Si se hace en serio, esta es una medida que permite subsistir sin trabajar, así que nadie se verá obligado a aceptar condiciones laborales injustificadas para sobrevivir y por tanto estas prácticas indignas desaparecerán del mercado. Al contrario de lo que sucede en la actualidad los trabajos más desagradables serán los mejor pagados, el paro desaparecerá, la suspensión temporal de ciertas actividades no comportará ninguna catástrofe y los emprendedores podrán arriesgar su patrimonio sin temor a poner en peligro la subsistencia de su familia.Por otro lado no se ha de permitir la acumulación improductiva de bienes que permanecen inactivos siendo necesarios, en especial de las viviendas. Todas las viviendas en manos de sociedades han de ser puestas obligatoriamente en el mercado de alquiler de forma continuada, lo cual hará disminuir el precio los arriendos. El turismo que se aloje en los hoteles que para eso se inventaron. No defendemos expropiar las viviendas que están en manos de los bancos o de los fondos de inversión, no defendemos expropiar nada, pero la vivienda es un derecho básico que no puede ser gestionado solo con criterios de beneficio. Esta imagen de la policía desahuciando personas por orden de un juez que protege el derecho de propiedad se tiene que acabar; y esto se consigue colocando a las personas por encima de la propiedad. Nuestra Constitución garantiza el derecho al trabajo y a la vivienda, así que ya va siendo hora de que las leyes sobre la propiedad se subordinen a estos derechos básicos. Y de la misma forma el Estado debe controlar, regular y garantizar los servicios esenciales de agua y energía.Asegurar todo esto facultará a los legisladores para adoptar medidas drásticas e inmediatas en caso de situaciones de abuso, tanto por parte de los propietarios como de los usuarios de las viviendas. También nos conviene reflexionar sobre qué garantizan nuestras leyes, porque a veces parece que, en nombre de la libertad, se favorece solo el abuso y la prepotencia. Ya va siendo hora de acabar con el vandalismo de los grafiteros, con el comercio de sustancias estupefacientes y con la prostitución.Está claro que hay que evitar duplicidades en la administración. Si las competencias de Sanidad están traspasadas a las autonomías, mantener un Ministerio de Sanidad solo sirve para entorpecer la gestión de los profesionales que están sobre el terreno. Pero lo que sobran son cargos, no sobra personal al servicio de la administración; al contrario: faltan miles de médicos y enfermeras, con contratos decentes; faltan maestros, profesores, policías, jueces, agentes rurales, protección civil, investigadores, planificadores y demás profesionales al servicio del sector público. Y toda esta gente ha de estar bien pagada, no hay ningún motivo para que se les remunere peor que en el sector privado. Ni tampoco para que no se les exija la misma eficacia y profesionalidad.Y finalmente hay que exigirle al Estado que promueva y ejecute, si hace falta, los cambios estructurales necesarios para resolver con urgencia la crisis climática. Aquí procede realizar una reforma en profundidad del transporte público y privado, de los patrones de construcción de edificios, de la conservación de la naturaleza y del cálculo de costes ambientales que se han de repercutir en los intercambios comerciales. Amén de una gran inversión en infraestructuras. Lógicamente todo esto hay que sufragarlo. Y aquí la novedad consistirá en hacerlo incrementando los impuestos y asegurando su recaudación. Hay que proceder a un gran incremento de los impuestos, no sobre la población en general que ya los paga sino sobre el capital y los grandes patrimonios. Los impuestos han de sufragar los bienes del colectivo, porque ningún ciudadano normal y corriente se puede comprar un hospital, una escuela, una vía férrea o una atmósfera respirable; esto solo lo puede comprar el Estado y necesita recaudar impuestos para poderlo hacer. Y para impedir la evasión fiscal existe una solución muy fácil: eliminar el dinero en efectivo y prohibir las monedas digitales. Quizás podrá mantenerse un comercio clandestino en las redes profundas pero será marginal: la inmensa mayoría de transacciones mercantiles se harán mediante cargos y abonos en cuentas corrientes y serán totalmente transparentes.La empresa privada podrá participar en la ejecución de todo esto, al igual que lo hace ahora en las obras públicas. Sin maletines, porque los cobros y los pagos quedarán registrados y no habrá corruptores ni corruptos, por este orden. Y quedará en manos privadas todo el sector del consumo, de los servicios, de la cultura, de la informática, etc. Se puede mantener la bolsa para canalizar los flujos de capital y los mercado de futuros pero se deberá prohibir la especulación, que supone actualmente un 95 por ciento del movimiento bursátil.Como curiosidad, la automatización de las compraventas bursátiles hace que la mayoría de las acciones cotizadas no permanezcan en manos de un tenedor más allá de 4 o 5 segundos. Hasta el punto de que los edificios cercanos a las bolsas están muy buscados porque desde ellos las órdenes, que viajan a la velocidad de la luz, llegan antes que los de otros operadores. Daos cuenta de la cantidad de dinero que se recaudaría actualmente si se hubiera aplicado la famosa tasa Tobin, un impuesto sobre las transacciones financieras. Todas estas medidas son imposibles si no se toman en un marco internacional. La Unión Europea y los tratados de comercio internacionales son algo inútil si las decisiones las siguen tomando los estados tradicionales porque si uno sube los impuestos las empresas se trasladan a otro. Es indispensable una cesión de soberanía a Europa y un parlamento europeo que legisle para todo los países de la Unión, lo cual es compatible con una organización federal de pequeños estados y regiones. Y también se deberá abordar colectivamente el problema del déficit público en tanto que supone una carga distinta para los diferentes países, por eso no se puede convertir en perpetuo. Aquí habrá que hacer lo mismo que se hizo con los préstamos a los países subdesarrollados: amortizarlo de una forma controlada que no provoque desequilibrios en los balances financieros. La cuestión es si hay algún sujeto político capaz de presentar un programa que defienda estas propuestas. En todo caso deberá haber alguno, espontáneo u organizado, que rechace que se apliquen las de siempre y que coloque a todas las instancias gubernamentales, nacionales o internacionales, ante sus responsabilidades. Y habrá que elevar estas responsabilidades a un nivel global, planetario, es decir: humano.24 de abril de 2020 a las 16:06 #2452Jordi Sapés de LemaSuperadministradorCuando veáis que se anuncian medidas de ayuda para los más necesitados, o los más vulnerables, dad por descontado que esto no pasará de ser un anuncio. Porque los más vulnerables lo son tanto que ni tan siquiera se ven capaces de pedir estas ayudas; y a los que las piden no se les considera lo suficiente vulnerables como para merecerlas.
Las medidas gubernamentales no han de ser de beneficencia, han de ser generales, para todo el mundo. Después, los que no las necesitan ya las devolverán con sus impuestos.
24 de abril de 2020 a las 16:41 #2453JaviParticipante¡¡ Cuánta razón tienes Jordi !! Se anuncian leyes que otorgan derechos de cara a la galería, porque luego nunca tienes el perfil socio-económico adecuado para que te los concedan.
Os dejo un artículo, por si os apetece:
«La Unión Europea puede y debe ser hoy en día una barrera ética a esta dictadura del capital. Ella, en realidad, será la próxima víctima en la lista de entidades que el dinero quiere eliminar para controlar el planeta. Después de la URSS, venimos nosotros. Por ello, Europa no puede funcionar sólo como un mercado permeable a las
lógicas del capital, sino que debe transformarse en una manera de vivir con base, no en delirios revolucionarios, sino en principios justos, que no nos van a fallar. »https://www.lavanguardia.com/opinion/20200424/48691489962/el-contrapeso.html
24 de abril de 2020 a las 17:53 #2454GeorginaParticipanteEstoy de acuerdo con Jordi que habría que empezar a vislumbrar qué modelo económico se va a tener que ir perfilando una vez la situación relativa a la salud esté más encaminada. Y uno en el que el bienestar del ser humano sea el centro creo que sería una buena apuesta. Ya hemos exprimido el planeta en beneficio del dinero y esto no nos ha llevado a buen puerto: porque hemos esquilmado los recursos naturales de la humanidad a un coste muy alto y por el beneficio de muy pocos y vivimos inmersos en una economía especulativa que nos empobrece cada vez más ( y evidentemente que no solo con relación al dinero).
Por ahora la percepción es que no se está atendiendo los problemas de raíz, es como si las decisiones fueran encaminadas a ir poniendo parches pero sin tener en cuenta todos los actores de la obra: se para la actividad pero no se subsanan los gastos que continúan teniendo los negocios, se aplaude y enaltece las profesiones que están manteniendo la vida diaria – sanidad y cuidados a la persona, alimentación, logística, limpieza – pero no se revalorizan sus condiciones y salarios de miseria, muchas personas empleadas están en ERTEs pero sus gastos de vida siguen siendo igual de exigentes – alimentación, alquileres, servicios de agua, gas, luz y comunicaciones -. Así que tengo la sensación de que no hay valor por apostar en serio por tomar otro rumbo, aunque creo profundamente que el panorama obligará a hacerlo sí o sí y se acabará tomando la decisión por sufrimiento y no por discernimiento.
Espero que los estados recuperen su función pública de redistribuir la riqueza y que se haga en base a ( tal y como argumenta Joan Antoni Melé en la charla Líderes con consciencia):
– Libertad en la cultura
– Igualdad en la política
– Fraternidad en la economíaAprovecho para compartiros una entrevista a Kate Raworth en la que explica su teoría – bajo mi punto de vista acertadísima – sobre el reparto de la riqueza. La economía del donut.
Como dice Raworth, recuperemos el concepto griego de economía como el arte de gestionar el hogar y empezemos a cuidar de este planeta y por el bienestar de todos los seres que lo habitamos.
27 de abril de 2020 a las 22:09 #2455Imanol Cueto MendoSuperadministradorParticularmente hace un mes y medio que tengo el centro de Yoga cerrado, sin ingresos de ningún tipo y las ayudas no llegan, porque por una serie de asuntos estoy en un limbo legal que me impide acceder a cualquier tipo de compensación económica, y os aseguro que no soy una excepción. Además, esto va para largo… ¿tan difícil de ver es que, a cero ingresos, la mejor ayuda es paralizar los préstamos hipotecarios hasta que se relance de nuevo la actividad?
6 de mayo de 2020 a las 20:56 #2456AnónimoInvitadoOs dejo un artículo sobre las diferentes maneras de las personas de afrontar las situaciones especialmente complicadas o traumáticas. Es muy sencillo pero puede servir para reflexionar.
https://theconversation.com/trauma-o-crecimiento-personal-futuros-posibles-tras-una-pandemia-136144
Un abrazo a todos,
Leyre
28 de mayo de 2020 a las 17:31 #2457Jordi Sapés de LemaSuperadministrador1.- Hemos de tener una visión científica de la economía.
Vamos a recapitular un poco sobre la economía porque se trata de que tengamos una visión del asunto más de conjunto y no opinemos sobre el tema como personas de la calle. El hecho de estar despiertos nos ha de permitir mirar las cosas de otra manera.
Lo primero que conviene es tener una perspectiva más objetiva de esta materia, sin personalizarla. La fuerza de la gravedad es una realidad para todos, si uno se tira de una ventana se la pega, no depende de que sea buena o mala persona. Pues con la economía sucede lo mismo, cada sistema económico tiene unas leyes que determinan el papel que juegan las personas en la producción y distribución de la riqueza, con independencia de que sean buenas o malas personas. No son leyes que ponen los gobiernos, son leyes del sistema, como la ley de la gravedad, que no la ha puesto ningún gobierno.
Son cuatro los sistemas económicos en los que la humanidad ha vivido hasta el presente. En la comunidad primitiva la gente andaba en grupos tribales y tenían que estar todos de acuerdo para poder cazar y subsistir. Cuando se enfrentaban con otro grupo para dominar un espacio, el que ganaba se cargaba a todos los individuos del grupo rival. Hacer prisioneros no salía a cuenta porque se tenían que alimentar y trabajo tenían para alimentarse ellos mismos.
En el momento que se desarrollan los primeros instrumentos y se inicia la agricultura estas tribus se hacen sedentarias. Entonces ya sale a cuenta hacer prisioneros y ponerlos a trabajar porque su trabajo da para que se mantenga el prisionero y sobra para que coman otras personas. Así que lo lógico es poner el prisionero a trabajar y vigilar que no se escape. De esta manera nace la esclavitud, que significa un gran progreso para la humanidad: los que no tienen que preocuparse por su sustento se pueden dedicar a otras cosas. Y así nace la cultura.
Las tribus primitivas se convierten en sociedades más complejas y organizadas que hacen la guerra entre sí por el dominio de grandes territorios. Y el pueblo que gana esclaviza al que pierde, no es cuestión de buenos y malos porque si hubiera ganado el contrario habría hecho lo mismo al revés. En este sistema te toca ser amo o esclavo; puede haber amos mejores y peores pero esto no afecta a la economía.
No obstante, este sistema económico basado en la esclavitud también se hunde cuando el Imperio Romano crece tanto que ya no puede conquistar más países para aportar más esclavos. Entonces es preciso criar los esclavos desde que nacen y además, el cristianismo, impide ejecutarlos cuando se hacen mayores. Así que la esclavitud deja de ser rentable y los amos acaban liberando a sus esclavos, primero les arriendan sus tierras y más tarde se las venden. No porque se hayan vuelto buenas personas sino porque les sale más a cuenta.
En cambio a los ciudadanos recién liberados les sale tan poco a cuenta su condición de propietarios que acaban entregando sus tierras a los nuevos señores bárbaros que han conquistado el Imperio. Se las entregan a cambio de protección militar. Así nace un nuevo sistema: el sistema feudal, un sistema en el que la gente son siervos que van en un lote con la tierras, tienen prohibido abandonarlas, se encargan de cultivarlas y entregan dos tercios de la cosecha al señor del castillo que les protege. Este sistema se mantiene hasta que en los cruces de los caminos se empiezan a montar ferias y a edificar pequeñas ciudades amuralladas. Algunos siervos se escapan del feudo, se instalan en ellas y se convierten en artesanos a los que los mercaderes dan trabajo.
El capitalismo aparece porque, por un lado, estos mercaderes reúnen a los artesanos en una nave, dividen el trabajo en varias fases y lo mecanizan con ayuda de la máquina de vapor. Y por otro lado porque se descubren las plantas forrajeras que hacen innecesario el barbecho, incrementan la productividad de la tierra y permiten la ganadería intensiva. Entonces los señores feudales expulsan a la mayor parte de la población de sus terrenos y la gente se tiene que desplazar a las ciudades en busca de trabajo. Lo encuentran en las minas de carbón que se extrae para hacer funcionar el vapor y en las fábricas que empiezan a desarrollar las modernas técnicas industriales.
Esta técnicas permiten una gran productividad pero exigen una inversión inicial cuantiosa porque hay que disponer de un terreno, construir un edificio, hacer las instalaciones, comprar la maquinaria, las materias primas y pagar los salarios. Y todo esto hay que hacerlo antes de producir los bienes que después se venderán en el mercado. Esta inversión solamente la pueden hacer los que de entrada ya son ricos, porque son los únicos capaces de adelantar este dinero. En contrapartida, como lo pagan todo, incluso los salarios, se quedan con los beneficios. Así que los ricos se hacen cada vez más ricos mientras que los trabajadores se limitan a subsistir para poder trabajar el día siguiente, con un pequeño plus que les permite criar a sus hijos para que, a su vez, trabajen cuando se hagan mayores.
Así es como funciona el sistema; no es que los capitalistas sean malvados y los trabajadores sean buenas personas. Es más, las empresas entran en competencia entre sí y las que tienen mayor beneficio crecen y se comen a las pequeñas. Así que un empresario puede ser individualmente muy buena persona pero si paga mejor a sus trabajadores que la competencia, rápidamente desaparece del mercado porque sus costes son más elevados. Ser capitalista y ser generoso son cosas incompatibles.2.- La introducción de la política en la economía: derecha-izquierda
Si, poco a poco, los salarios suben y las jornadas laborales se reducen es porque los trabajadores se organizan: primero en sindicatos y más tarde en partidos políticos. Apoyándose en la democracia, estos partidos consiguen imponer leyes a favor de los trabajadores y sacar dinero a los ricos mediante los impuestos para mejorar la vida de los pobres prestándoles los servicios que proporciona el Estado: educación, sanidad, protección social, etc.
Esto dura bastantes años y produce una progresiva implicación del Estado en la economía. Esta implicación aumenta en el momento en que las crisis económicas dejan los almacenes llenos de mercancías y a la población sin dinero para comprarlas. Entonces el Estado pasa de ser productor a consumidor neto, inyectando dinero en la economía y convirtiendo a parte de la población en empleados no productivos que cobran un salario y pueden gastarlo en comprar lo que se continua fabricando. En esto juegan un papel muy importante tanto los funcionarios como el sector servicios. Ser productivo ya no es indispensable, lo importante es consumir. Y para esto se inventa el crédito: el que piden las familias, el que piden las empresas y el que pide el propio Estado. Aquí aparecen el famoso déficit y la Deuda Pública.
Todo esto compitiendo con un nuevo sistema económico en los países del Este en el que el Estado asume la función del capital y controla la totalidad de la economía. Allí desaparece la empresa privada y aquí aparece el mito de que la privada funciona mejor que la pública. El capital se rearma y se dispone a reconquistar la totalidad del espacio económico: lo hace interviniendo en las políticas de los gobiernos, en las leyes que promulgan y, sobre todo, sustituyendo al Estado en los ámbitos que manejaba tradicionalmente: suministros básicos, sanidad, obras públicas, seguridad ciudadana, etc. El mecanismo es simple: las competencias siguen siendo del Estado pero este contrata su ejecución a la empresa privada. Ahora el dinero presupuestado para atender un servicio concreto se entrega a la empresa privada y si esta presta el servicio gastando menos es beneficio para ella. Por eso el capital quiere privatizarlo todo.
Con el derrumbe del capitalismo de Estado en los países del Este, ocasionado sobre todo por la carrera armamentística, desaparece un posible competidor que podía representar una alternativa. El capital se crece y el sistema se parece cada vez menos al modelo de competencia que tenía en sus inicios. Ahora las grandes empresas multinacionales tienen más poder que los propios Estados y pueden chantajear a los gobiernos amenazando con marcharse del país y dejar sin trabajo a la población. Exigen una práctica exención de impuestos y una participación mayor en las obras públicas y servicios que presta el Estado. Y el gran capital se camufla en los bancos, prestando dinero a las pequeñas empresas y confundido con los pequeños ahorros de la gente y las cuentas corrientes que gestionan nuestras nóminas y domicilian nuestros gastos. Así que, cuando hay crisis, todo el mundo corre a salvar los bancos para no perder sus ahorros.
Poco a poco la presión fiscal sobre el capital disminuye y el Estado se sostiene gracias a los impuestos que pagan las personas físicas: los trabajadores de toda la vida que ahora se denominan clase media. Pero el capital cada vez quiere menos impuestos y restricciones. Solo las pequeñas empresas, o asociaciones como ADCA, pagan el impuesto de sociedades con la tarifa del 25 por ciento. Las medianas tienen desgravaciones que les permiten pagar el 15, las más grandes tributan en la práctica el 5 por ciento de sus beneficios y las multinacionales menos del 1 por ciento.
3.- La supresión de la política en la economía: totalitarismo-democracia
Pero el propósito del capital es desmantelar el Estado por completo. Así que mediante los medios de comunicación, prácticamente todos de su propiedad, se dedica a hacer propaganda a favor de políticas que recomiendan rebajar más los impuestos. Y en paralelo, desacreditan a los gobiernos exigiéndoles mantener o aumentar sus prestaciones con menos recursos. Y la gente traga porque entiende que se le ofrece pagar menos impuestos y recibir los mismos servicios. La guinda del pastel es que los partidos de izquierda, por miedo a no ser votados, no se atreven a proponer subidas impositivas. O incluso se suben al carro de bajarlos. Así es como desaparece la vieja alternativa izquierda-derecha.
En su lugar aparece una nueva dicotomía: democracia o totalitarismo, los partidos tradicionales por un lado y la extrema derecha por el otro. Esto sucede siempre que el sistema entra en una crisis profunda: el capital promociona a la extrema derecha procurando que las clases populares la apoyen. Aquí aparece toda una batería de propuestas destinadas a desmontar la democracia: la más importante es fomentar el descrédito de los políticos acusándolos de inoperancia y corrupción para, a continuación, proponer su desaparición.
La corrupción es una enfermedad propia de un sistema en el que, para el capital, el Estado es la principal fuente de ingresos. Se habla constantemente de políticos corruptos pero nunca de las empresas que los corrompen: los políticos cambian pero las empresas se mantienen, esperan simplemente a los políticos de turno para ofrecerles financiación para su partido a cambio de obtener los contratos del Estado.
Es un eslabón más de este juego en el que el Estado planifica y las empresas ejecutan, haciendo grandes beneficios en los contratos que firman. La parte de estas ganancias que se dedica a corromper es el chocolate del loro de estos beneficios; de hecho carece de importancia en términos económicos. Pero se utiliza para ensuciar la fama de toda la gente que se preocupa por la colectividad. Consiguen así que esta preocupación por la sociedad que nosotros alentamos como parte del desarrollo espiritual del ser humano, se acabe identificando con una manera de robar.
En estos momentos se intenta desmontar todas las conquistas sociales de los sindicatos y los partidos de izquierda durante el siglo pasado. Estos partidos y sindicatos se han quedado sin recursos y sin políticas, ni tan siquiera se sienten capaces de presentar batalla al discurso de esta extrema derecha que tiene por objetivo distraer la atención de la gente acusando de los problemas a los más débiles.
Y aquí debemos hacer mención del Trabajo espiritual en general y del Evangelio en particular: no es coherente estar en el Trabajo y rechazar a las personas de los niveles más bajos de la población. Los pobres, endemoniados y leprosos de tiempos de Jesucristo son ahora los inmigrantes, drogadictos, pequeños delincuentes, okupas y demás marginados de nuestros días. Y nuestra obligación es alentar un sistema económico que resuelva estas situaciones y evite que se reproduzcan.
4.- El bien y el mal en la política
No es una cuestión de buenos y malos, ni tampoco de si las cosas se hacen bien o mal. El argumento de que las cosas se hacen mal y podrían hacerse mejor es el que utilizan los que quieren mantener el sistema. Todo se puede hacer mejor, pero el sistema tienes sus límites. Si prestamos más atención a nuestra economía familiar seguro que podremos ahorrar un poco más pero este esfuerzo no cambiará sensiblemente nuestra situación económica.
Denunciar que el gobierno lo hace mal requiere explicar cómo hay que hacerlo, no basta con afirmar que otro lo hará bien. A menudo los argumentos que se citan están vacíos de contenido: Claro que hay que hacer las cosas bien, pero es indispensable saber cómo es bien. Hay que atender a lo que le interesa a la gente, sí, pero ¿quién lo decide? Tenemos que eliminar la pobreza, fantástico, pero ¿de dónde sacamos la riqueza para conseguirlo?Se dice que el Estado derrocha y que podría ahorrar más. Veamos en qué ámbitos: ¿en hospitales, maestros, seguridad ciudadana, protección social, ferrocarriles, carreteras, defensa? ¿En funcionarios? Todos los maestros, médicos, enfermeras, policías y jueces son funcionarios. Y tiene que haber funcionarios que recauden los impuestos y los administren. Seguro que algunos se solapan entre el Estado y las autonomías, pero una vez resuelto eso ¿cuántos funcionarios quitamos y de dónde?
Otra propuesta que se está haciendo muy popular es la de rebajar el sueldo a los políticos. Puede que tengamos que exigirles más dedicación a los políticos pero si tuviéramos que rebajar el sueldo a todas las personas que no hacen bien su trabajo, los ingresos de la población se reducirían a la mitad. Y esto provocaría otra crisis económica. Si queremos gente adecuada en la política los hemos de pagar bien porque este es un trabajo que requiere una gran capacidad y una dedicación que te deja sin vida familiar.Mirando los Presupuestos Generales del Estado vigentes, advertimos que la partida que incluye los gastos de la Casa Real, del Congreso y del Senado representa un 0,23 por ciento del total. Sostener que con este dinero se pueden hacer varios hospitales equivale a decir que con el dinero de los hospitales se podrían hacer muchas escuelas. Todo lo que aparece en el Presupuesto es necesario. Si prescindimos de los políticos, ¿quién gobernará?, ¿los altos funcionarios del Estado? Vale la pena darse una vuelta por los organismos del Estado y observar los apellidos de estos altos funcionarios: pertenecen todos a las familias más poderosas del régimen franquista. Por eso quieren volver a gobernar.
También se propone ahorrar desmontando las autonomías y centralizándolo todo de nuevo. Este es el sueño de la extrema derecha porque es la mejor manera de limitar la participación de los ciudadanos, pero a la sociedad le conviene justo lo contrario. Estos días se ha puesto claramente de relieve la necesidad de atender el llamado principio de subsidiariedad: la gestión de los problemas concretos se resuelve mejor cuando corre a cargo de las administraciones que están sobre el terreno. En cambio las directrices políticas generales conviene que se decidan a nivel mundial. Por tanto, los que sobran son los gobiernos de Madrid, París, Berlín etc., no las autonomías ni los ayuntamientos. Cuanto más cerca de la población está el poder mejor se puede participar en su gestión, pero políticos tiene que seguir habiendo porque no podemos decidir los Presupuestos de las diferentes administraciones haciendo asambleas de escalera.
Resumiendo: la solución no está en el ahorro que propone la extrema derecha. Al contrario, es necesario gastar mucho más. Entonces ¿cómo se pueden equilibrar estos Presupuestos?: actuando en el capítulo de ingresos, cobrando muchos más impuestos y cobrándolos al capital, como se hacía antes. Y también gravando fuertemente la especulación que solo introduce distorsión en la economía. Ahí hay una bolsa enorme de dinero a la que se puede recurrir, un dinero que en estos momentos está inmovilizado.
5.- Una situación cambiante
El remedio no es quitar a los políticos sino promover otra clase de políticas. Y en estos momentos esto implica cambiar un sistema económico que ya no da para más.
La pandemia está haciendo cuestionar algunas ideas sagradas hasta ahora: la más importante es que para sobrevivir hemos de trabajar y que para trabajar es indispensable que una empresa nos contrate. Lo que se está planteando ahora es que todo el mundo ha de tener un mínimo asegurado por el hecho de haber nacido. Solo después de haberle asegurado el sustento se le puede reclamar al individuo que aporte su esfuerzo a la colectividad haciendo algo de valor para la misma. Esta es una posición coherente con la idea del ser humano que tenemos en el Trabajo espiritual. La actualización del potencial que somos no puede depender de si nos contrata una empresa.Esta actividad que se requiere al individuo se puede organizar y gestionar a través de empresas, pero no es algo que se pueda dejar en manos de la iniciativa privada. Es el colectivo quien tiene la obligación de hacerlo. La iniciativa privada puede colaborar, puede ofrecer sus servicios y promover nuevas formas de atender estas tareas, pero es la propia sociedad la que ha de determinar hacia dónde hay que dirigir los esfuerzos. Porque no podemos esperar que los particulares o las empresas capitalistas se ocupen del cambio climático, de si una determinada región se queda sin empleo o si un determinado colectivo queda desatendido. En otras palabras: el bienestar de la comunidad es responsabilidad de la comunidad: no se puede dejar al albur de una iniciativa privada que solo atiende al beneficio.
El Estado tiene actualmente un papel muy importante en la economía, pero ha de dejar de estar subordinado a un capital cuyo objetivo no es el bienestar de la población sino su propio beneficio. La idea de que la población indica lo que necesita y la empresa privada lo produce es algo que ya ha pasado a la historia. En estos momentos el capital se dedica más a la especulación que a la producción. Y por otro lado, esta producción se está robotizando y necesita cada vez menos mano de obra. Así que el sistema capitalista camina hacia su fin. La cuestión es como hacer una transición ordenada hacia otro sistema, porque en economía no pueden funcionar dos sistemas a la vez.
Lo cierto es que la pandemia ha agravado la situación de muchos sectores pero la renta básica es una medida que se contempla desde hace tiempo en los gabinetes de estudio. Porque está claro que la robotización dejará a medio plazo sin empleo a toda la población que opera actualmente en trabajos no cualificados. Habrá que luchar contra este prejuicio que impide entregar dinero sin trabajar, aunque esto es justo lo que se está haciendo en estos momentos con los ERES, los seguros de desempleo y las ayudas a diversos sectores con préstamos a un interés prácticamente cero. En estos momentos ya no es posible sostener que la gente no trabaja porque son unos vagos.
Es interesante contemplar cómo, de pronto, se ha acabado el discurso de que estamos gastando por encima de nuestras posibilidades y tenemos que hacer recortes. Al contrario: ahora hay que ayudar a los sectores que se dedican al turismo, a los artistas, a los cantantes, a los ancianos, a los dependientes… a todo el mundo. Eso está bien y es lo correcto. La cuestión es que nadie explica de dónde van a salir los recursos para pagarlo.
Veamos de dónde está saliendo este dinero: básicamente de los dólares que imprime la Reserva Federal de los EE. UU. y de los euros que imprime el Banco Central Europeo. ¿Qué tiene que ver esto con la idea de que un empresario te paga porque haces un trabajo para él? Nada, no tiene nada que ver. Pero ¿cómo se justifica este fenómeno desde la óptica del sistema actual?: presentándolo como un préstamo que habrá que devolver. Sin embargo todos sabemos que, a pesar de los recortes, la Deuda de los Estados no para de crecer; simplemente cuando toca devolver un préstamo se solicita otro y con este se paga el anterior. Por eso se está hablando también de subvenciones en lugar de préstamos y de convertir el déficit en Deuda Perpetua.
Sin embargo, la Deuda tiene un coste: los intereses. Los préstamos no se reintegran pero se pagan intereses y, a pesar de que los tipos son bajos, aumentan en valor absoluto. En el Presupuesto de 2018, que continua vigente, suponen un 10,46 por ciento del total de gasto. Esto sí que nos ha de preocupar y no la Casa Real y los políticos. Porque al paso que vamos llegaremos tranquilamente a un 15 por ciento en cuatro días. Pero ¿quién cobra estos intereses?: todo aquel que ha invertido su dinero en Deuda Pública. Muchos particulares invierten en esto porque es una inversión que tiene poco riesgo.
Pero en estos momentos no son los particulares los que están comprando la Deuda Pública, la compran los bancos con el dinero que les presta el Banco Central Europeo. Es decir: el Banco Central Europeo imprime los billetes y los presta a los bancos privados, con un tipo de interés muy bajo, en torno al 0,5 por ciento. Y entonces los bancos privados compran la Deuda Pública a los Estados que les pagan unos intereses del 4 o el 5 por ciento. Así que la mayor parte de este 15 por ciento de intereses de la Deuda Pública que tenemos que pagar cada año se lo entregamos a estos bancos, lo sacamos de nuestro bolsillo para dárselo a sus accionistas. Solo por hacer de intermediarios.
6.- Propuestas revolucionarias
Así que por un lado tenemos un Estado que se ha de preocupar de facilitar una renta universal mínima a toda la población y, además, proveer una sanidad, educación, seguridad, vivienda, infraestructuras e investigación adecuadas y atender al cambio climático. Y por otro tenemos unas instituciones financieras que pagan gran parte de esto con un dinero que se imprime en el Banco Central Europeo. ¿Cómo es posible que está emisión constante de dinero no esté ocasionado una inflación galopante? Simplemente porque está ocupando el lugar de inmensas fortunas acumuladas que se mantienen fuera de la circulación económica porque no están interesadas en invertir. El hecho es que si no se regala dinero a la población ya no resulta posible colocar en el mercado todos los bienes que se continúan produciendo. Así que está política basada en la Deuda, es decir: en el crédito al por mayor, tan solo está evitando el colapso.
En estos momentos el dinero es una ficción total. Los ingresos que recibimos a través de los salarios, las pensiones o las ayudas de todo tipo se anotan en una cuenta de ordenador; y cada cosa que pagamos, bienes o servicios, se deduce de esta misma cuenta. Simplemente no podemos sacar más de lo que hay. Pero si un bien o un servicio tienen un coste determinado, ¿por qué tenemos que pagar por encima de este coste?, ¿qué sentido tiene pagar más porque lo ha elaborado una empresa privada? En el sistema capitalista esto es obligado porque hay que remunerar al capital, pero si ahora el capital se mantiene al margen o se dedica exclusivamente a la especulación, y el coste lo sufraga el Banco Central europeo, no hay motivo alguno para pagar más de lo que cuesta. Y si a las empresas privadas no les interesa producirlo ya lo producirán las públicas.
Y no digamos todos los servicios que presta el Estado, ¿por qué tienen que conllevar un sobrecoste o un recorte que va a parar a los bolsillos del capital? La mayor parte de la gente que estamos en el Trabajo espiritual desarrollamos nuestra profesión en este ámbito. ¿Alguien considera que se esfuerza poco por estar en la nómina de un Ministerio o de una Consejería? ¿Alguien imagina que trabajaría mucho más si estuviera en una empresa privada? ¿No sucede más bien que los que están en la privada constatan que tienen dificultades para hacer bien su trabajo a causa de los beneficios que detrae el capital?
Actualmente la investigación se hace en las Universidades, la mayoría públicas; el problema es que dependen de las empresas privadas para financiar sus proyectos. En EE. UU. no se aprueba un solo proyecto de investigación si en la propuesta aparece el término “cambio climático”. Así que solo hay que facilitar recursos procedentes de la comunidad a los investigadores y el progreso que su labor genere se transmitirá a los procesos productivos de las empresas estatales.
El único espacio que por su naturaleza habrá que dejar en manos privadas es el de la creatividad literaria y artística, incluyendo en este apartado el diseño de los bienes de consumo. Todo lo demás se puede planificar. De hecho el Estado lleva años planificando lo que tiene que hacer en cada tiempo y lugar en función de la evolución esperada de la población, solo que, a continuación, lo encarga a la empresa privada. O sea que ya no es el mercado el que decide el grueso de la actividad económica sino esta planificación.
Si el trabajo no cualificado va a desaparecer todos nos dedicaremos a trabajos de naturaleza intelectual o estética, algo que despierte especialmente nuestro interés. Y está claro que en una economía de este tipo dejarán de haber clases sociales, solo habrá ciudadanos que recibirán lo que necesiten y aportarán su creatividad personal. Esto, en estos momentos no es utópico en términos económicos. Hace unos días quizás lo era políticamente, pero la pandemia está poniendo de relieve muchos desequilibrios absurdos que requieren soluciones novedosas y ponen de relieve la inutilidad de las habituales.
7.- Medidas a aplicar en esta transición.
En primer lugar es indispensable que estemos bien informados, no solo para tener clara la situación que hay que enfrentar sino también para poder contrarrestar la demagogia y el populismo de la extrema derecha y evitar que convenza a la gente humilde. No podemos permanecer callados mientras esta propaganda se difunde mezclada con el odio y la división social. Ya tenemos experiencia de lo que supone que los supuestamente conscientes se mantengan callados mientras los bárbaros vociferan: estos que ahora reclaman libertad son los mismos que promulgaron el último estado de excepción en tiempos de Franco.
La libertad es algo que va indisolublemente unido al respeto por el ser humano y es lo que le permite ejercitar su naturaleza esencial. No debemos confundirla con poder hacer lo que te da la gana si tienes el dinero suficiente. La libertad no la pueden ejercitar aquellos que no saben si van a comer o dónde van a dormir el día siguiente. La libertad ha de permitir que se manifiesten los conflictos y ha de canalizar los medios para resolverlos; y esto se llama democracia y libertad de expresión.
Y su falta no tiene nada que ver con la intervención del Estado en la economía porque totalitarismos los ha habido en el sistema de mercado y en el de economía planificada; siempre con el argumento, cierto o falso, de tener que protegerse de un presunto enemigo. Para nosotros libertad equivale a posibilidad de actualizar el potencial que somos, una posibilidad que hemos de defender ejercitándola.Nada de lo que expongo en este artículo es algo que no podamos leer en los periódicos o escuchar en las noticias, así que no debemos refugiarnos en la idea de que de eso no entendemos. Lo que sí podemos hacer es discutirlo y, si conviene, discrepar, pero por favor, no lo ignoremos.
Hay algunas medidas que empiezan a parecer de sentido común para todos aquellos que no tiene intereses en el sistema. Se pueden empezar a defender para que se recojan en aquellos programas políticos que hacen propuestas en vez de lanzar amenazas. Ahí van unas cuantas que podrían facilitar el cambio y que se pueden reclamar de inmediato:
Medidas políticas:
– Cesión de la soberanía de los Estados a la Unión Europea para que decida sobre las grandes cuestiones económicas y administrativas.
– Gobierno de la Comisión Europea elegida directamente por el Parlamento Europeo.
– Organización de la administración europea en base a la Europa de las regiones.
– Legalización inmediata de todos los inmigrantes.Medidas económicas:
– Establecimiento de una Renta Universal mínima capaz de asegurar la subsistencia de todas las personas.
– Reforma de la Seguridad Social y de las pensiones para que se paguen con ingresos fiscales.
– Transformación de la Deuda del Estado en Deuda perpetua europea
– Supresión del dinero líquido y prohibición de las monedas virtuales.Medidas fiscales:
– Obligación de las multinacionales de tributar en todos los países en los que tengan centros de producción, gestión o distribución.
– Supresión de las deducciones en el Impuesto de Sociedades para que todas las empresas tributen al mismo tipo.
– Imposición de la tasa Tobin a todas las transacciones financieras
– Imposición de la tasa Google a las multinacionales digitales.Se admiten propuestas. Cada uno en su ámbito de trabajo puede percibir y plantear posibles alternativas. Y desde luego hay que añadir las que se refieren al cambio climático.
28 de mayo de 2020 a las 21:09 #2458GeorginaParticipanteEs un vídeo mucho más light que lo que detalla Jordi pero creo que es muy ilustrativo y didáctico de como funciona la Hacienda Pública y la perversión del sistema ( que nada tiene que ver con quién esté gobernando en política).
Está subtitulado en castellano y os recomiendo que le dediquéis los 7 minutos que dura para este tema tan crucial y apasionante para el desarrollo de la colectividad:
30 de mayo de 2020 a las 14:08 #2459RosaliaParticipanteGracias Jordi por el artículo. He podido hacerme una idea de conjunto . Para saber hacia donde queremos ir es indispensable saber donde estamos, y eso comporta saber como funciona el sistema capitalista. Por otra banda hemos de comparar las noticias, no hay nadamas que echar un vistazo a los distintos periódicos y la misma noticia la presentan o ponen el interes dependiendo a quien se quiere favorecer, y si comparamos los de Madrid con los de Barcelona las noticias no tienen nada que ver donde se pone el foco de atención. La gran mayoria de las personas se informan solo por las redes sociales, y esto lleva el peligro de no contrastar la noticia. Cuando las personas apoyan a la extrema derecha creo que se mueven con el centro emocional, la idea de que el que no trabaja es porque no quiere o son unos vagos no ha desaparecido. El porqué yo trabajo y a otras personas hay que darles una paga ?la mayoria de voces que se lee, no están muy de acuerdo. Cuando he compartido en whatsApp el video que ha subido Georgina, los comentarios que han escrito son » siempre nos toca pagar a los mismos» a pesar que sea así hay que mirar un poco mas allá y preguntarme ¿ que puedo hacer para que haya mas participación de los que pagan? con la información siempre podemos tomar mejor decisiones, la desinformación es una amenza para la democracia. Comparto un video del programa » No pot ser » habla de como nos manipulan con la información y el objetivo de muchos medios es la desinformación para manipular a las masas. Hackeig a la democràcia
30 de mayo de 2020 a las 18:01 #2460DavidParticipanteJordi,
La perspectiva histórica ayuda bastante a tener una visión global. Sobre las propuestas que realizas la mayoria creo que son completamente implementables a nivel de país.
El controvertido tema de los impuestos requiere soluciones más globales. Sin ir más lejos en Europa hay dos estados haciendo dumping fiscal (Holanda e Irlanda) que consiguen con ello captar impuestos de empresas tecnológicas y otras multinacionales de forma completamente opaca (acuerdos privados entre el estado y la compañía). Es irritante escuchar que en Holanda pretenden dar lecciones de fiscalidad al sur de Europa a la vez que están tolerando estas políticas de Estado.
Os dejo un documental, algo viejo ya, que lo explica bastante bien:
Un ejemplo cercano a todos es Amazon. Con su catálogo de productos infinito, impecable atención al cliente, servicio y conveniencia evita pagar impuestos y ofrece solo contratos precarios. Amazon gana muy poco dinero (entre 1-2% en retail internacional, y entre 3-4% en retail USA) y a pesar de ello no tributa por beneficios en los países donde se realiza la venta ya que se realiza la venta desde un paraíso fiscal y localmente solo hay una empresa logística que establece un coste de transferencia para solo declarar 1M€ de beneficios. Cuando hayan acabado con la pequeña librería, tienda, supermercado,… nada les impedirá subir precios arbitrariamente. Es un sistema extractivo de riqueza sin que financien por los servicios esenciales del país. Pero Amazon no es la única empresa que realiza esto, aunque si una de las más visibles. Este documental también lo explica bastante bien:
David
31 de mayo de 2020 a las 21:59 #2461Imanol Cueto MendoSuperadministradorBueno, como siempre Jordi tirando del hilo e impulsando a la gente a investigar…
De manera que asumiendo mi ignorancia de partida y buscando si en algunas sociedades de este planeta el incremento de los impuestos revierte de manera efectiva en las prestaciones sociales y al mismo tiempo se consigue encajar una economía de mercado privada, y ya puestos, si todo esto es acompañado por el desarrollo colectivo de la sociedad; me he encontrado con el sistema económico nórdico. Seguro que más de uno lo conocéis, pero para mí ha sido un absoluto descubrimiento, es más, me sorprende que no sea más conocido o más estudiado, aunque sospecho el motivo por el que no conviene que salga a la luz.
Entiendo que actualmente es complicado “copiar” este sistema, pues tiene una raíz profunda basada en una cultura donde los políticos entienden, que son servidores públicos y que de ellos depende el mantener políticas para el bien general, y los empresarios entienden que los trabajadores son la fuente de riqueza y que de su bien vivir depende el buen funcionamiento de sus empresas y del colectivo; e incluso una sociedad que entiende que el día en que las leyes beneficien a unos por encima de otros, toda la maquinaria social se va a la mierda, y claro por eso la corrupción es inadmisible. Curiosamente todo esto, en parte, me resuena a los orígenes del cooperativismo del País vasco del que tengo la suerte de formar parte, pero que tan tristemente está siendo pisoteado por la competencia feroz y descontrolada de las empresas privadas.
Encima parece que los primeros ministros de Finlandia, Islandia y Noruega y los ministros de Medioambiente de Suecia y Dinamarca trabajan conjuntamente, y con el ejemplo, para liderar la lucha global contra el cambio climático.
En fin; que me ha gustado levantar un poco la nariz de la escombrera acostumbrada para ver como huelen otras formas de organización social y política más avanzadas.
Os dejo un video de YouTube que explica todo esto de manera sencilla.
Un abrazo a todos.
2 de junio de 2020 a las 23:35 #2462XavierParticipanteCreo muy importante garantizar una “renta universal mínima a toda la población” , como propone Jordi, y “proveer una sanidad, educación, seguridad, vivienda, infraestructuras e investigación adecuadas y atender al cambio climático”.
En el contexto de un debate complejo sobre el cambio, que es cada vez más necesario, y en el que creo que seria bueno priorizar medidas; comparto algunas propuestas políticas, sociales, económicas y medioambientales, que creo interesantes para el debate:
https://economiadelbiencomun.org/ (propuesta sobre economía del bien común, (social y solidaria)),
https://sociedaddistopica.com/ (propuestas sobre sistemas: político, cultural, social, económico….)
8 de junio de 2020 a las 00:19 #2463Jordi Sapés de LemaSuperadministradorEn estas últimas colaboraciones hemos estado contemplando la cuestión de los ingresos y hemos visto hasta qué punto pagamos pocos impuestos en este país.
Pero los ingresos se precisan para atender a las ciudadanos, así que empieza a ser hora de que hablemos de algunas cuestiones que no están siendo atendidas:
Cada año, en Lleida, se recoge la fruta de esta época y la recogen los temporeros que vienen, legalmente contratados, del norte de África. Este año se dijo que, ante el cierre de muchos pequeños comercios y los ERTES de muchas empresas por el coronavirus, habría mucha gente del país que se apuntaría a realizar estas labores. Pero a la hora de la verdad, han tenido que venir los de costumbre porque hay tareas que los autóctonos no quieren hacer, aunque estén en paro.
Bien, pues han venido los de siempre y se han encontrado, como cada año, sin alojamiento ni instalaciones para ducharse. Esto hace años que sucede, y los ayuntamientos lo saben perfectamente. No hablamos de los que llegan sin contrato, hablamos de los que lo han firmado en su país antes de venir. No importa qué partidos gobiernan estos ayuntamientos, seguramente son independentistas, el caso es que estas personas se ven tratadas como animales porque, además, la gente de bien no soporta verlos tirados por la calle.
Aquí hay que añadir que algunos ayuntamientos del resto del país pagan billetes de autobús a los inmigrantes indocumentados que tiene rondando por ahí para sacárselos de encima, diciéndoles que ven a encontrar trabajo en Lleida. Gran parte de los que se dedican al comercio ilegal, los famosos manteros, proceden de estos viajes promocionados. Y el gobierno lo consiente y apoya negándoles los permisos para trabajar. Lo extraño es que no haya más delincuencia.
En fin, estos días en los que estamos tan preocupados por el racismo vale la pena que comentemos estos hechos. Porque además, resolverlos, vale cuatro duros. El único problema es que hay que mantener la idea hipócrita de que los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo y las autoridades no lo consienten.
Por otro lado estamos asistiendo al cierre de la empresa Nissan que va a dejar sin trabajo, entre directos e indirectos, a unas 25.000 personas. Son 25.000 personas que saben construir automóviles, furgonetas, camiones o lo que convenga, pero se van a ir a su casa porque una gran empresa ha decidido que no sale a cuenta mantener esta fábrica en Barcelona.
Y ahí ya no es cuestión de gasto sino de inversión. En coherencia con mi artículo de hace unos días sostengo que el Estado debería hacerse cargo de esta empresa y mantener estos puestos de trabajo. Pero ya han salido voces que dicen que esta política haría que las demás grandes empresas que siguen trabajando abandonaran el país. Así que ya están metiendo miedo por el solo hecho de que alguien se atreva a plantearlo. Eso prueba que sin un cambio de sistema no hay salida. Y no creo que la economía colaborativa pueda jugar ningún papel en esta situación. A mi entender es imprescindible la acción del Estado.
9 de junio de 2020 a las 00:35 #2464AntonioParticipanteA propósito de los temporeros, ayer escuché un reportaje en mi programa de radio favorito. Lo dejo aquí por si a alguien le interesa:
Ousmane (Senegal): «Yo trabajo y no tengo papeles, tengo suerte»
https://cadenaser.com/programa/2020/06/07/a_vivir_que_son_dos_dias/1591547899_119487.html
21 de agosto de 2020 a las 00:23 #2477lauraParticipanteOs dejo un artículo que a mi me ha gustado leer. De lo más cabal que he leído respecto al tema del complot vírico.
https://crashoil.blogspot.com/2020/08/agitacion-propaganda-y-confusion.html?
fbclid=IwAR0Ae_iNt5nuq4CCTe7e8SqJ82CNPO1X1843D_RiHrx5hJQneSpgXC6qL6o&m=1 - AutorEntradas
- Debes estar registrado para responder a este debate.