
Una de las grandes preguntas existenciales que nos hacemos es: “¿Qué estamos haciendo aquí?”. La respuesta es que estamos echando una mano a todos los niveles: personal, social, político y trascendente. Echando esta mano participamos de la conciencia social y de la conciencia trascendente. […]
Siguiendo con este argumento, podemos comprender que lo colectivo también debe subordinarse a su nivel superior, que es el ámbito de lo espiritual. La trascendencia no es una cuestión personal, es una cuestión esencial: trata del Ser y de su manifestación. El potencial trata de la humanidad, de la dignidad que tiene el ser humano como especie autoconsciente. Una cosa es que la organización económica, política y social no sea confesional y otra que no tenga en cuenta la dimensión espiritual del ser humano. La cuestión no es si nuestra existencia personal se va a prolongar en otro plano, es que durante la existencia podamos alcanzar la conciencia de que el Ser que somos es eterno. La organización social debería estar al servicio de esta realidad y promover esta conciencia.
La alternativa política real no es votar a tal o cual partido, sino reivindicar que la economía y la política respeten y potencien esta dignidad de la persona humana. Y esto no es una cuestión ideológica o moral, es una cuestión práctica. A primera vista, tenemos la impresión de que en estos niveles no podemos hacer nada, que nos resulta imposible modificar una estructura que está fuera de nuestro control; pero podemos quejarnos, protestar, reivindicar, encabezar luchas sectoriales allí donde nos toque estar. Todo esto es echar una mano al espíritu.
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Pregunta: La conciencia impersonal significa actuar socialmente según el don de cada uno ¿no? Porque, si uno es artista o tiene capacidad para el arte o pintura u otra cosa…
Jordi: Sí, evidentemente. Cada uno hace su aportación a la sociedad mediante su trabajo; y no todos tenemos que ser políticos. Es más, aquí lo que importa es que haya un gran movimiento de la sociedad civil y que los políticos tengan que subordinarse a este movimiento. No solo es un problema de votar determinados partidos, sino de encabezar movilizaciones que impidan determinadas políticas. A mí me sorprende que la gente no esté manifestándose por las calles por la cuestión del cambio climático: estamos todos quietos, parados, viendo cómo se está destruyendo el planeta, con la esperanza de que alguien invente algo que nos libre por los pelos de la hecatombe. Y bueno, hay políticos que niegan el cambio climático y la gente los vota.
A veces, uno se puede preguntar: si al final nos tenemos que reasumir en el Ser, ¿para qué esforzarnos tanto en la forma? Pues porque, en la medida en que hacemos un esfuerzo de actualización del potencial, tomamos conciencia del mismo. El potencial es Dios en nosotros; y eso vale tanto a título personal como a título social: estamos participando en una parte del proceso; y nuestra forma desaparecerá cuando deje de ser apropiada como vehículo de expresión del potencial. No vamos a conseguir una gran transformación de la sociedad a corto plazo, pero si nos implicamos al cien por cien, nos podemos realizar personalmente porque, a fin de cuentas, este Ser esencial que se está expresando a través de nosotros, ya está realizado.
Jordi Sapés de Lema. “Espiritualidad y vida cotidiana. Práctica de Antonio Blay desde lo superior”. Editorial Boira. 2020.
Imagen: Pixabay
Hola, podríais, informarme si en Barcelona hay algún grupo donde se pueda hacer prácticas d silencio en la línea d Antonio Blay? O escuela… Muchas gracias
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