Recuerdo que de niño solía preguntarme: “Si Jesús está destinado a ser el hijo de Dios en la tierra, ¿Por qué ha nacido en un pesebre, en lugar de hacerlo en un hotel de cinco estrellas con spa incluido?”
Si lo miramos bien, el pesebre como lugar de nacimiento de Jesús encierra una gran paradoja: la convergencia de lo eterno con lo temporal, de lo trascendente con lo humano. Este contraste resalta el carácter único de la encarnación del Potencial de Dios en cada uno de nosotros: elige limitarse al espacio más modesto y terrenal para entrar en nuestra existencia.
Nosotros al igual que Jesús, somos seres divinos encarnados en un mundo material, y nuestro desafío es integrar estas dos dimensiones de nuestra existencia. Y el pesebre, como símbolo de esta integración, nos recuerda que lo divino no está separado de lo cotidiano, sino que se encuentra presente en cada aspecto de nuestra vida por modesto e insignificante que nos pueda parecer a simple vista.
Por eso, el pesebre es un poderoso símbolo de sencillez, que nos invita a abandonar el mundo de las apariencias, y a vivir de manera genuina, buscando lo esencial en lugar de lo superficial. Tal y como dice Blay: “Todo lo que se vive normalmente con el nombre de dignidad y no sé cuántas formas, no son nada más que adornos de esta identificación con un yo-ideal. Nadie vive la realidad directa; los niños pequeños la viven, las personas muy sencillas la viven, los animales la viven. Y por esto, cuando uno se da cuenta de toda la sofisticación que se está viviendo, de toda la falsificación que se está viviendo, ver la naturaleza, ver animales, ver niños pequeños o ver algún particular ser humano es una maravilla; porque allí estás viendo la verdad, sin mistificaciones, sin falsedades, estás viviendo algo que es auténtico; puede ser muy pequeño, muy concreto, muy relativo, pero es totalmente auténtico, y es maravilloso.”
Antonio Blay Fontcuberta. Transcripción de las cintas del “Curso de psicología de la autorrealización”.
Hace unos días me encontré con una persona durmiendo en mi portal. La gente pasaba a su lado mirándolo con indiferencia como si fuera una parte más del mobiliario comunitario, y con una sola preocupación: “hay que echarlo de aquí”. Me acerqué con un café, le ayudé a levantarse porque apenas podía moverse, le pregunte su nombre: “Keita, me llamo” ¡Que importante es preguntar el nombre a los demás! Me explicó su vida con ojos cabizbajos: “vengo de Mauritania, mi familia está allí, llevo mucho tiempo aquí, apenas recuerdo sus caras…”, seguimos hablando durante unos minutos… y terminó diciéndome: “estoy solo, yo no hago mal a nadie, no sé a dónde ir”.
La pregunta sería: ¿Dónde está la autenticidad, en la gente que pasa de largo, o en la debilidad y el desamparo de esta persona, que se sabe sola y desprotegida? Jesucristo dijo: “yo no he venido a llamar a los justos, sino a los desorientados”
Mi deseo para ADCA es que, en estas navidades, no olvidemos nuestro pesebre particular, porque el espíritu no puede crecer en el orgullo, necesita un vacío interior, un espacio donde las pretensiones de “grandeza” y las distracciones del mundo sean reemplazadas por una receptividad pura, que permita expresar el amor que esencialmente todos somos.
¡FELIZ NAVIDAD!
Imanol Cueto Mendo. Presidente de ADCA (Asociación para el Desarrollo de la Conciencia y la Autorrealización)
Imagen: Pixabay
Precioso artículo, Imanol. Gracias por compartirlo. Un abrazo y Feliz Navidad.
Gracias por tu comentario, Iván.
Feliz Navidad Inmanol.
Gracias por la felicitación, Eva
Es precioso descubrir a Dios en la cotidianidad y en todo lo que nos rodea. El sentido de la navidad es dejar que Dios nazca en nosotrod y se exprese a través nuestro.
Gracias Imanol.
Gracias, Maju.
Gracias, Imanol, por tus hermosas palabras
A su vez te agradezco que dejes comentaruios en la página, gracias, Pilar.
Gracias, Imanol, por recordarnos una vez más la grandeza escondida en la sencillez y la Verdad.
Y qué importante es la conexión con ella.🙏🏼
Gracias por el comentario, Lola.
Qué hermoso regalo Imanol, tus palabras. Profundizaré en generar ese vacío interior sin pretensiones de grandeza ni distracciones.
Un abrazo.
Nos gusta mucho que hagáis comentarios. Gracias, José Manuel.