Respuestas de foro creadas

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  • en respuesta a: Acerca del sistema económico y social #1692
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Yo diría que en estos momentos es patente que el sistema no funciona en absoluto. Cualquier sistema económico ha de cumplir un requisito básico que es fomentar la producción; incluso en el caso de que, después, la riqueza producida se reparta de una manera desigual. El sistema capitalista ha estado mucho tiempo cumpliendo esta función y utilizando el egoísmo personal como estímulo para el desarrollo. El papel del Estado y la política fiscal tenían por finalidad mejorar la distribución de la riqueza: sacarles dinero a los ricos para dárselo a los pobres en forma de servicios; pero ahora se está haciendo todo lo contrario: sacar dinero de la población para retribuir al capital de manera directa, sin ni tan siquiera esperar que haya un beneficio resultante de una inversión productiva. Y además, esta retribución del capital, se hace en detrimento de los servicios que hasta ahora venía recibiendo la población.
    A Grecia se la “ayuda” a cambio de que despida de su trabajo a 10.000 funcionarios. ¿A qué se la ayuda?: a pagar los intereses de los capitales que financian una deuda que es cada vez mayor porque, al mismo tiempo, se está destruyendo todo el tejido productivo y condenado a la miseria a una gran parte de la población. ¿Por qué en estos momentos Alemania tiene la hegemonía en Europa? Porque estos capitales son mayoritariamente de origen alemán y los bancos alemanes son los únicos que permanecen opacos a las inspecciones.

    También se ha ayudado a los bancos españoles, que siguen sin prestar ni cinco a la empresa productiva, mientras que el paro se está acercando al 30 por ciento de la población activa. Se supone que esto es lo que hay que hacer. Y quizás no sea suficiente porque igual estos bancos están mucho peor de lo que han dicho. Pero claro, resulta que son indispensables para que el sistema funcione. Y no basta con haber arruinado a miles de impositores incautos con la trampa de las preferentes; en estos momentos las leyes del propio sistema son papel mojado; y nadie nos garantiza que la semana próxima no nos vayan a hacer una quita en nuestros depósitos como se la han hecho a los chipriotas que no estaban advertidos de lo que les caía encima. Porque los grandes depositantes sí que lo estaban y pusieron su dinero a buen recaudo. Pero claro, ¿podemos sacar el dinero del banco, cobrar la nómina en mano y pagar los recibos en efectivo si resulta que nuestros suministradores ni tan sólo se ponen al teléfono para atender las reclamaciones?

    Hace muchísimos años que no había una crisis como la actual; pero nunca habíamos mostrado una pasividad como la que preside nuestra vida diaria. Y eso es debido a que no vemos ninguna alternativa. Estamos maniatados por un sistema obsoleto, amenazados con vernos en la calle por partida doble: sin trabajo, porque no estamos trabajando en empresas que sean nuestras, y sin vivienda porque, si perdemos el trabajo, no podremos pagar la hipoteca. Y mientras no tengamos clara una alternativa a este sistema no podremos hacer nada.

    Nuestros actuales gobernantes son los gestores de este desahucio generalizado. No sólo están desahuciando las viviendas, sino las empresas, los talleres, los comercios, los hospitales y las escuelas. Y además están haciendo el papel de chivo expiatorio atrayendo las iras de la población. El último desahucio que se va a producir será el del Congreso de los Diputados porque los indignados expulsarán a los políticos y nos vamos a quedar directamente a las órdenes del capital. Viva la anarquía que nos permite criticarlo todo. Quizás sea el trámite obligado para que tomemos conciencia de que no tenemos sistema.

    en respuesta a: Acerca del sistema económico y social #1682
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    El sistema es un mecanismo, una estructura integrada por un colectivo de personas que se ven forzadas a relacionarse de determinadas manera para procurarse el sustento. Es un engranaje que no tiene conciencia y por tanto tampoco ética o moral. Es un sistema basado en la compra venta de mercancías, así que cada uno vale lo que tiene. Los que tiene más valen más que los que tiene menos y, por tanto, tienen más peso y más capacidad de decidir. Como el objetivo es crecer, nadie se preocupa por el que no tiene, el que no tiene simplemente desaparece y no cuenta. Los muertos no cuentan; nadie se ha dedicado todavía a mirar las estadísticas de fallecidos como consecuencia de los recortes en sanidad; lo cual permite afirmar que antes malgastábamos el dinero de los contribuyentes. Los parados tampoco cuentan porque el gobierno y las empresas siguen despidiendo gente con el fin de mejorar la economía. ¿Qué es lo que cuenta?: poder pagar los intereses de una deuda pública que cada días es más grande, pero es de los poderosos, de los que más tienen. Para qué arriesgarse a invertir este dinero en empresas pudiéndolo prestar a los gobiernos a un tipo de interés superior al de muchos negocios de los que hay que ocuparse. Sobre todo si la única preocupación de estos gobiernos es pagarles los intereses puntualmente, no sea que decidan no continuar prestando. A mí me parece que ante este mecanismo infernal, hablar de ética es caer en una trampa. Es como hablarle de ética al personaje; el personaje no puede permitirse ninguna ética porque lo único que intenta es subsistir. Y hasta de eso se beneficia el mecanismo que nos exige el dinero para pagar los intereses. El ministro de Hacienda amenaza a los autónomos que facturan en negro; personas que han perdido la esperanza de encontrar un trabajo asalariado y malgastan los pocos recursos familiares que les quedan en pequeños negocios montados en torno a la miseria. Mientras las grandes fortunas siguen tributando el 1 por ciento. Así que no podemos hablar de ética, sólo podemos hablar de conciencia. A ver si despertamos y dejamos de pagar.

    en respuesta a: EL PROBLEMA CATALÁN #1678
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Creo que los últimos acontecimientos le están dando la razón a Nico. Al recurso al Constitucional que el Gobierno de Rajoy ha puesto contra la declaración del Parlament de Catalunya sobre el derecho a decidir, hay que añadir ahora la destitución fulminante del fiscal superior de Catalunya por haber hecho unas declaraciones en las que apoyaba que los catalanes hagamos una consulta legal.

    ¿Se podría hacer una consulta legal sin infringir la Constitución? Claro, la constitución dice que para hacer un referéndum se necesita el permiso del Gobierno de Madrid. Y no prohíbe que el Gobierno lo conceda.

    Pero ahora se ha descolgado el ex presidente de Extremadura y actual miembro del Consejo de Estado, señor Ibarra, con otras declaraciones en las que acusa al President de la Generalitat de Catalunya, señor Mas, de estar a la altura de Hitler o Mussolini. No es que yo sea un forofo del señor Más, pero diría que esta comparación no es pertinente.

    No obstante, lo más preocupante y doloroso es que nadie de fuera de Catalunya nos envía a los catalanes un mensaje de aprecio. Nadie dice: quedaros con nosotros que ya lo arreglaremos.

    Como decía Martin Luther King: Lo peor no es la maldad de los malos sino el silencio de los buenos.

    en respuesta a: EL PROBLEMA CATALÁN #1668
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Las ideas del Trabajo también son de aplicación en esta cuestión de las naciones. Recordaréis que, cuando hablamos del amor, hacemos mención de la unidad y de la pluralidad. Decimos que la realidad es maravillosa justamente porque es tan diversa. Y que la unidad que incluye toda esta diversidad es inmensamente superior a lo que podría manifestar una sola cosa uniforme, por excelsa que fuera.

    También decimos que todos somos un potencial infinito de inteligencia, amor y energía; pero que cada uno de nosotros lo es de una forma única e insustituible. Y que esta es nuestra razón de existir.

    Por eso vale la pena citar aquí a Max Scheler hablando del amor. Dice:

    El amor exige, aún más que la simpatía, la diversidad y la autonomía de las personas. Su sentido más profundo consiste en no considerar y tratar al otro como si fuera idéntico al propio yo sino en afirmar su diferencia y distinción, su propia realidad y su propio modo de ser. El amor se puede dirigir a la naturaleza, a la persona humana y a Dios en lo que tienen de propio, es decir, de distinto de aquel que ama. Cuando el amor pretende ignorar las diferencias no es más que resentimiento u odio por los valores positivos de las personas o de los colectivos singulares.

    Como veis, también se refiere a los colectivos.

    Es preciso reconocer que Nico tiene razón: cuando salimos de Cataluña, lo más que podemos esperar es que nuestros interlocutores sean lo suficientemente educados como para no aludir al tema catalán. Pero si sale a colación, la condena es la norma. Y si falta la delicadeza, nos enfrentamos a una verdadera animadversión, consecuencia de haber sido utilizados como chivo expiatorio por determinadas posiciones políticas. Como lo fueron los judíos en su momento.

    Por eso mismo, yo no considero que debamos renunciar a priori a que se modifique la Constitución. Tenemos que darles a los políticos la oportunidad de transformar este sentimiento de agravio mutuo en respeto y orgullo por el carácter multinacional del estado español. Basta con admitir claramente que en este estado hay diferentes naciones y proponer que estas naciones sigan colaborando entre sí.

    Claro que, tal como están las cosas, han de darse prisa. El último episodio de esta cadena de absurdos es el recurso que el gobierno del Estado ha puesto ante el Tribunal Constitucional por la declaración de soberanía que ha hecho el Parlamento Catalán. Parece ser que la Constitución prohíbe que un parlamento elegido democráticamente por los ciudadanos que habitan en una zona que se llama Cataluña diga que estos ciudadanos tienen capacidad de decidir acerca de si mismos. Si esto es cierto, hemos de concluir que tenemos el Parlamento de la Señorita Pepis.

    Así que necesitamos que se modifique la Constitución para poder ser demócratas de verdad. Todos. Los catalanes y al resto de pueblos que llevan tiempo caminando con nosotros.

    en respuesta a: Acerca del sistema económico y social #1665
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Daniel Gabarró acaba de publicar un libro muy interesante acerca del sistema económico y de qué hacer para cambiarlo. Os lo podéis descargar gratuitamente: en castellano en http://www.sinenemigos.org y en catalán en http://www.senseenemics.org

    en respuesta a: INICIACION A LA MUSICA CLASICA #1663
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    [attachment:1]C:fakepathLISTA MUSICA CLASICA.xls[/attachment]
    Aquí tenéis una lista de audiciones para entrar de forma progresiva a este maravilloso mundo de la música

    en respuesta a: EL PROBLEMA CATALÁN #1658
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Tienes razón Ana, la Constitución reconoce las nacionalidades históricas. El problema es que el término “nacionalidad” no se sostiene. Si busca “nacionalidad” en el diccionario de la Real Academia verás que dice: Condición y carácter peculiar de los pueblos e individuos de una nación. Estado propio de la persona nacida o naturalizada en una nación. Así que “nacionalidad” no es un sustantivo sino un calificativo que significa: perteneciente a una nación.

    Pero la Constitución afirma que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles; o sea que no hay más nación que la española; y cuando los catalanes dicen que son una nación se les dice que no, que nación solo hay una: la española. Es como si tú reivindicaras los derechos que tienes como persona y te replicaran que no eres una persona sino una personalidad; ¿qué te has creído, que por ser una personalidad como la tuya vas a poder exigir una especial consideración?

    El famoso término “nacionalidades” fue un invento que pactaron los redactores de la constitución para resolver el conflicto entre los que reivindicaban un estado plurinacional y los que defendían la unidad de la patria. Y finalmente quedó redactado que había una sola nación, la española, con varias nacionalidades y regiones. Claro, ahí queda eso que no tiene ni pies ni cabeza. Y encima resulta que no se puede tocar.

    Como decía un humorista catalán, ya fallecido, Perich: El español o castellano es la lengua oficial de todos los españoles o castellanos.

    en respuesta a: Acerca del sistema económico y social #1657
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    ACERCA DE LA CORRUPCIÓN

    En plena ebullición por los casos de corrupción que se están destapando por todas partes, es curioso que nadie critique a los corruptores. Y el hecho es que la iniciativa de la corrupción no la tienen los corrompidos sino los corruptores. Posiblemente existen unos períodos en los que la corrupción se para: cuando cambia el partido que gobierna una determinada administración. Probablemente los que entran a gobernar lo hacen con la intención de ser honestos y respetuosos con la gestión de lo público. Pero las empresas que viven de trabajar para la administración, no tiene más que aguardar un cierto tiempo para convencer a los recién llegados de las ventajas mutuas de todo tipo que pueden obtener saltándose o falseando los mecanismos de subasta y concesión de los contratos públicos.

    Si las susodichas empresas fueran del Estado, esta práctica carecería de sentido porque el propio Estado contaría con los medios necesarios para ejecutar sus decisiones. Pero si la ejecución pasa necesariamente por contratar con la empresa privada, está cantado que esta empresa privada, sobre todo la gran empresa, tendrá como objetivo prioritario apoderarse directamente del gobierno o, por lo menos, influir en su política y en la adjudicación de estos contratos. Así que lo realmente corrupto es el propio sistema.

    En vez de denunciar a los políticos por el famoso 3 por ciento, que es el chocolate del loro, sería mejor analizar las políticas que realizan los gobiernos para ver si se corresponden realmente con las necesidades de la población o están pensadas para dar trabajo a las empresas propiedad de unas clases que dominan tanto lo público como lo privado. Porque promover, por ejemplo, un plan de trasvases entre todos los ríos de la península, que deberá ser realizado por las empresas privadas de las que son accionistas los amigos y familiares del que gobierna, proporciona un beneficio mucho más elevado que el famoso 3 por ciento. Y además de manera prácticamente legal.

    No del todo, porque el concurso lo gana el que presenta una oferta en teoría más favorable para la administración; es decir: el que se compromete a hacerlo más barato; pero después, una vez adjudicado este proyecto a esta empresa tan barata, aparecen los “imprevistos” que exigen un gasto adicional; y para este gasto adicional no se hace ningún concurso público. Esto explica que las obras públicas acaben costando el doble o más de lo que estaba inicialmente presupuestado.

    Y encima aceptamos que se privatice la sanidad porque dicen que así nos vamos a ahorrar costes. Claro, ya no hará falta pagar el 3 por ciento.

    en respuesta a: EL PROBLEMA CATALÁN #1648
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Que en un tema de debate haya juicios de valor es algo imprescindible. De lo que se trata es de disfrutar de la perspectiva de la realidad que tiene el otro porque suele complementar la que tienes tú. Cuando dos discuten, la verdad está en lo que dice el uno, lo que dice el otro y algunos factores más que ni uno ni otro han tenido en cuenta. En cualquier caso, los que estamos en el Trabajo, no nos sentimos atacados porque alguien discrepe de nosotros y es que no nos tomamos esta discrepancia como algo personal.

    Conocedor de que Emilia tenía unos amigos que estaban un poco rebotados con Cataluña, le propuse que reflejara sus opiniones en este foro. He de decir que tienen mucha razón en los hechos que denuncian; y no me sabe mal pedir perdón en nombre de mi pueblo en tanto que fueron tratados con soberbia y desprecio por algunos que se creyeron superiores por el hecho de ser catalanes. Claro que aparte de la cuestión nacional, aquí se plantea la típica relación de opresión de los inmigrantes, tanto por la burguesía como por las clases menos favorecidas del territorio que contemplan a los recién llegados como una amenaza. Pero esto no es privativo de Cataluña: actualmente lo están sufriendo en todo el Estado los que han venido de África, de Sudamérica y del este de la propia Europa.

    Dejo a los compañeros que se dedican a la educación la respuesta al manifiesto del Sr. Jiménez Losantos en relación con la inmersión lingüística. Sólo decir aquí que los peligros que profetiza, afortunadamente, no se han cumplido. Y también que olvida por completo el hecho de que la lengua catalana estaba en peligro y había que reforzarla.

    En cambio me parece interesante prestar atención al encono que reviste en Bélgica el enfrentamiento entre valones y flamencos; fenómeno que también he vivido muy cerca y es exactamente como cuenta Emilia. A mi entender, sería mucho mejor que el estado belga se dividiera en dos: Flandes y Valonia. De esta manera, cada uno podría ser lo que es sin necesidad de afirmarse en contra del otro.

    El progreso en la sociedad pasa primero por la democracia: que seamos todos iguales, para continuar, en un nivel superior, atendiendo al hecho de que cada uno de nosotros es diferente. Eso vale para las personas y para los pueblos; y reconocerlo enriquece al colectivo; igual que nos enriquecemos con este debate.

    en respuesta a: Acerca del sistema económico y social #1644
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    La madre del cordero es que para poder asignar los recursos con un plan determinado hay que tener el dominio de estos recursos. Y claro aquí aparece el problema de la libertad que se supone que el mercado permite.

    Con este planteamiento, todos los parados podrían pasar la semana próxima por la oficina de empleo; no para renovar el paro sino para informarse del trabajo que se les ha asignado. Pero claro, esto seguramente limitaría su libertad.

    en respuesta a: Acerca del sistema económico y social #1641
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Magnífica explicación que pone claramente de manifiesto que la empresa capitalista ha dejado de ser un vehículo útil para el desarrollo y mantenimiento de la sociedad; porque a la vista está que el objetivo del beneficio por encima de cualquier otra consideración entra en colisión con la finalidad última de cualquier sistema económico que es permitir el sustento de toda la población.

    También das en el clavo cuando apuntas que basar una alternativa exclusivamente en el desarrollo de la conciencia individual es algo utópico, porque cualquier sistema económico tiene aspectos técnicos que no se pueden satisfacer mediante el voluntarismo. Así que, si pretendemos prescindir de la empresa capitalista y del sistema de mercado, hemos de proponer una alternativa que permita resolver algo tan indispensable como es la asignación de recursos: qué tenemos qué producir y qué factores vamos a emplear para producirlo. Actualmente esto se hace mediante el sistema de precios de los bienes, del precio de los factores: materia prima, información y mano de obra (salarios); y de rentabilidad del capital (dividendos).

    Pero en vez de fijarnos en estos precios y dividendos, también podemos observar directamente los bienes reales, físicos, que se están manejando. A fin de cuentas, los precios, los salarios y los dividendos no dejan de ser una abstracción contable. Lo cierto es que para producir trigo se necesitan gente y arados. Dada una extensión de tierra, podemos estimar el número de personas y arados necesarios para cultivarla, la cantidad de trigo que van a consumir estas personas y la cantidad que, por tanto, sobrará. Considerando también la cantidad de trigo que consumen los trabajadores que producen el hierro para los arados así como el hierro empleado en sus herramientas, tenemos el problema resuelto.

    Supongamos que constatamos en la práctica los siguientes datos: Los campesinos consumen 280 quintales de trigo y 12 toneladas de hierro (en forma de arado) y consiguen una producción de 400 quintales de trigo. Los operarios de la industria consumen 120 quintales de trigo y 8 toneladas de hierro y consiguen 20 toneladas de hierro:

    280 Qm. de trigo + 12 Tm. de hierro = 400 Qm. de trigo
    120 Qm. de trigo + 8 Tm. de hierro = 20 Tm. de hierro

    En esta economía cerrada en la que solo se produce trigo y hierro podemos tomar como unidad de cuenta cualquiera de los dos productos; supongamos que elegimos el trigo:

    12 Tm de hierro = 400 Qm. de trigo – 280 Qm. de trigo = 120 Qm. de trigo.

    Si 12 Tm de hierro valen 120 Qm. de trigo, el valor del hierro es igual a 10 veces el del trigo. O, si se quiere, el precio del trigo es 1 unidad y el del hierro 10 unidades. David Ricardo escogió el trabajo como unidad de cuenta porque aparecía en la totalidad de los procesos productivos y Marx lo convirtió filosóficamente en fundamento del valor; pero lo cierto es que, como unidad de cuenta, tan correcto es elegir el trabajo como los cerdos. Se trata simplemente de establecer unos valores de intercambio que se correspondan con las proporciones reales en que intervienen en el proceso económico las diferentes mercancías.

    Pero además, estas proporciones sirven para definir técnicamente que cantidad de cada mercancía se necesita para producir otra mercancía. Así podemos ampliar el ejemplo del trigo y el hierro a millones de mercancías, y establecer para cada una de ellas la cantidad física de todas las demás que se precisa para producirla. Podemos representar la producción de la totalidad de bienes del sistema como producto de combinaciones de todos ellos; en las proporciones determinadas por coeficientes técnicos. Simplemente, si algún bien no interviene en la producción de otro, su coeficiente será cero.

    Esto es lo que se conoce actualmente como “Tablas Input-Output”. Si se conoce en profundidad el sistema económico en términos físicos, no se necesita ningún mercado para determinar ni los precios ni los factores de la producción necesarios para producir cada bien. Es más, el mercado lo hace por tanteo y en cambio, de esta manera, se obtienen los datos precisos de una manera inmediata. Para determinar lo que debe producirse sólo hay que decidir si queremos dar preferencia a la producción de trigo o de hierro; sabiendo que para incrementar la producción de cualquiera de las dos cosas debemos incrementar también la de la otra en la proporción que ya conocemos. Por lo tanto, podemos dirigir el proceso de crecimiento en función de objetivos sociales preestablecidos en vez de subordinarlo al beneficio del capital.

    Además, conociendo la proporción de intercambio o valor de los distintos bienes, nada nos impiden alterarla siempre y cuando compensemos la disminución de unos con el crecimiento de otros. De esta manera podemos subvencionar, por ejemplo los libros, a costa del alcohol y dirigir el consumo hacia una dirección determinada, al igual que hacemos con la producción. Sólo hay que definir los objetivos que se quieren conseguir y toda la economía se subordinará a su consecución. ¿Y quién decide lo que hay que producir?: pues lo deciden los ciudadanos democráticamente.

    en respuesta a: Acerca del sistema económico y social #1628
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Sí, funcionarios han habido siempre; pero, en el capitalismo inicial, que como sabes nació con la Revolución Francesa, se consideraba que cuantos menos hubiera mejor, porque costaban un dinero que había que pagar con impuestos. Los únicos imprescindibles eran el ejército, la policía y los jueces; se los consideraba necesarios para mantener el poder, pero se les tenía por improductivos: de aquí viene el tópico de que los funcionarios “no hacen nada”. La gente de la calle consideraba que el carpintero que fabricaba muebles hacía crecer la riqueza del país; pero el funcionario que tramitaba su licencia y el funcionario que le cobraba los impuestos hubiera sido mejor que hicieran algo de provecho, como el carpintero. Claro que hay que pagarles un salario a los funcionarios; pero, desde un punto de vista económico, cuantos menos haya mejor porque no son gente productiva.

    Eso hasta que llegó un día en que todos los ricos ya tenían muebles y al carpintero se le llenó el almacén de muebles porque la gente normal no tenía dinero para comprárselos. Entonces, desde un punto de vista económico, para que la economía siguiera funcionando, no se precisaban más carpinteros que hicieran más muebles sino gente que tuviera dinero para comprarlos. Por ejemplo: los funcionarios. Así , de paso que hacían de maestros y de médicos de la gente humilde, ganaban dinero y le compraban muebles al carpintero. Claro que había que cobrar más impuestos para pagarles el salario a los enseñantes y a los sanitarios, pero todo el mundo prosperaba.

    Hasta ahora. Todavía hay gente en los restaurantes, cierto; quizás funcionarios de carrera que todavía conservan el trabajo. Pero si, al salir, te quedas un rato en la calle, verás por los alrededores un desfile de gente, aparentemente normal y bien vestida, abriendo los contenedores de basura, a ver si pillan algo. Y es que los ricos han decidido no pagar más impuestos.

    en respuesta a: Re: El problema catalán. #1622
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    La intención de este foro es haceros llegar a todos, la atmósfera que estamos viviendo los catalanes. Para que aquellos que no lo sois tengáis más información y podáis colaborar en un mejor entendimiento entre los diferentes pueblos del actual Estado español.

    MI intención es abordar diferentes cuestiones; pero lo prioritario es ver si podemos hablar de diferentes pueblos. Y para responder a eso creo que ante todo hay que hablar de la lengua.

    A excepción de los vascos, los gallegos, los valencianos y los de las islas baleares, todos los demás habéis nacido en un lugar en el que se habla la misma lengua, tanto en casa como en la calle. Nosotros no: nuestros padres nos hablaban en catalán; pero la escuela era en castellano y jamás estudiamos la gramática y la literatura de nuestra lengua materna. La mayoría de la gente hablaban en catalán pero no sabían leer más que en castellano; y claro, eso hacía que el catalán se hablara fatal, por falta de vocabulario.

    En los sitios públicos, al lado del cartel “Prohibido escupir y blasfemar”, había otro que ponía: “Habla el idioma del Imperio”. Recuerdo que, de pequeño, yo no veía el Imperio por ninguna parte, aunque era cierto que los muy ricos hablaban en castellano y los demás en catalán. También me acuerdo que, en Navidad, por los altavoces de la calle principal, sonaban unos villancicos muy raros que en casa nadie cantaba y que hablaban de unos peces en el rio o no sé qué de una burra. Para muchos de vosotros serán entrañables, para nosotros eran cosa de la Falange.

    Después de los primeros años, la Iglesia se atrevió a reintroducir el catalán y en Navidad se repuso una obra de teatro, muy tradicional, protagonizada por unos pastorcillos. Los pastorcillos soñaban que asistían al nacimiento de Jesús después de vencer las asechanzas de Satanás y de su ayudante Lucifer, que intentaban impedir que llegaran a Belén. La obra era en catalán pero, en algunas versiones que se representaban en los barrios más pobres, los demonios hablaban en castellano.

    Pero estos barrios perdieron rápidamente su carácter marginal cuando empezaron a llegar gente de todas partes de la península y a edificar barrios enteros de casas que construían ellos mismos, después de haberse refugiado en barracas. Procedían sobre todo de Andalucía y Extremadura, pero también de Murcia, Galicia y Valencia. Y la mayoría hablaban en castellano. Entonces los ricos volvieron a recuperar el catalán como lengua “distinguida” y los recién llegados empezaron a aprenderlo como un medio para desempeñar determinadas profesiones y poder aspirar a cargos de cierta relevancia.

    Una de las primeras medidas establecidas por la actual Generalitat democrática fue la llamada inmersión lingüística en la enseñanza, consistente en dar las clases en catalán a todos los niños, sea cual sea su procedencia. También se les enseña el castellano como asignatura, pero las materias que no son propiamente lengua, como matemáticas, geografía, historia, ciencias sociales, etc. se dan en catalán. Así se evita cualquier tipo de separación y discriminación por origen; y se consigue que, al cabo de tres meses, todos los niños hablen por igual catalán y castellano. Todos los niños de Cataluña hablan correctamente ambas lenguas; y además, el hecho de haber tenido una educación bilingüe les facilita el aprendizaje de otros idiomas.

    Actualmente es imposible distinguir entre un catalán de generaciones y un catalán cuyos padres llegaron con las oleadas migratorias de los años 60. Se nota solamente cuando hablan castellano por el acento andaluz que conservan. Pero aunque sus padres no olvidan sus orígenes y acostumbran a ir, en vacaciones, a su tierra natal, la inmensa mayoría se sienten actualmente catalanes. Y rechazan cualquier intento de dividirnos en función del origen y de la lengua.

    El problema no está en Cataluña sino en la imagen de Cataluña que algunos medios de comunicación y algunas fuerzas políticas difunden en el resto del Estado. En Cataluña se hablan con normalidad ambos idiomas y la gente suele contestar en el idioma en el que son interpelados. Por eso cualquier español se mueve por Cataluña con tanta facilidad como lo hace por el resto de España.

    Pero algunos no tienen suficiente con eso. El mero hecho de que no se hable sólo castellano les molesta, lo ven como un estorbo inútil y se muestran incapaces de admitirlo. Algunos padres quieren obligar a la Generalitat a duplicar la enseñanza y abrir escuelas que la impartan exclusivamente en castellano. Justamente aquello que nosotros queremos evitar: dividir a la población escolar. Concretamente, este año, lo han pedido 12 familias de un total de 50.000. Y el Tribunal Supremo les ha dado la razón. Lo que pasa es que, de momento, la Generalitat ignora estas sentencias.

    Cuando nosotros viajamos por el resto del Estado, solemos encontrarnos con la incomprensión de muchos que no conciben la posibilidad de tenerse que molestar en hablar o entender otro idioma siendo como es que Cataluña “pertenece” a España. La mayoría de los que hablan así, no han hecho nunca la experiencia de viajar a Cataluña y constatar que no hay ningún problema. Así que, en el fondo, todo se reduce a un prejuicio que difunden ciertos medios de comunicación madrileños, pero que ha tenido un gran predicamento entre la población. Algo mal habremos hecho los catalanes para que suceda esto. El caso es que todo el mundo admite que si cruza la frontera del norte tendrá que hablar en francés “porque es otro país” pero en el “suyo” no les cabe en la cabeza. Y con esta actitud, están dejando bien claro que la única solución que tenemos los catalanes, si queremos conservar nuestro idioma, es la independencia. Ya iréis viendo a lo largo de esta serie de artículos que hay más separadores que separatistas.

    También hay opiniones “de sentido común” que nos aconsejan olvidar nuestra lengua porque es minoritaria y “está destinada a desaparecer”. Para qué nos vamos a molestar si, al final, las que permanecerán serán el español y el inglés. Pero sobre todo: para qué vamos a molestar a los que no quieren saber nada del catalán. Y aquí te ponen de ejemplo a un tendero al que le han puesto una multa por no rotular en catalán. Es verdad: hay una ley de la Generalitat que obliga a los comercios a rotular en catalán. Los titulares de las comercios pueden poner, además, sus rótulos en cualquier otro idioma, pero el catalán es obligatorio. Forma parte de la campaña necesaria para evitar que , efectivamente, la lengua se pierda ante el empuje de otras que son más poderosas. Pero las multas se ponen después de varias advertencias y al cabo de tres años a algún recalcitrante al que, por cojones lo suyos, no le da la gana de hacerlo.

    Resumiendo: la lengua es un factor muy importante, que define a un pueblo. Sobre todo cuando se la persigue, como en tiempos de Franco, o se la pretende ignorar o relegar como sucede actualmente.

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