La sorpresa inesperada: el descubrimiento de la interioridad
Quien no se conoce no sabe de su verdad. Y quien no es consciente de su verdad, tampoco es capaz de percibir su verdadero valor y belleza. No es extraño que Teresa de Jesús se entristeciera al constatar que eran pocos los que eran conscientes de su interioridad.
Y es que, cuando decidimos entrar en el castillo, y vamos abriendo las puertas que nos llevan de una morada a otra, el grado de sorpresa cada vez es mayor: las hermosuras que vamos encontrando y descubriendo en nuestro propio interior resultan cada vez más inesperadas, y por ello más sorprendentes todavía. Hasta tal punto que uno no dejaría de maravillarse cada día, si se animase a emprender este camino.
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