Vivir despierto
Si alguien de Barcelona, o de Sevilla, viaja por vez primera a París, pongamos por ejemplo, no se le ocurrirá mandar una postal que diga: “Estamos en una ciudad que no es Barcelona, o Sevilla”. Hablará de donde está, no de dónde estaba antes de moverse.
Sin embargo, cuesta Dios y ayuda, conseguir que dejemos de explicar el despertar comentando que no estamos nerviosos, angustiados y confusos. Hay que insistir mucho para que se acabe escribiendo que experimentamos seguridad, paz y claridad. Y no es porque sí, es porque la gente ha venido al Trabajo para no estar nervioso, angustiado y confuso. Después se han encontrado con la sorpresa de que experimentan seguridad, paz y claridad; pero como esto, inicialmente, no lo pueden mantener, vuelven a caer en la trampa de luchar contra el nerviosismo, la angustia y la confusión.


