Esfuerzo, ritmo y frecuencia
La clave del progreso en el Trabajo es hacer que lo extraordinario pase a ser ordinario, que lo superior pase a ser habitual. Es una fase más de la vida, al igual que, en su momento, pasamos de la infancia a la juventud y de esta a la madurez. En todas las fases hay una transición pero, a partir de cierto momento, dejamos los juegos infantiles y nos ocupamos de otras cosas. Si intentamos persistir en lo anterior, el entorno nos mira mal y nos desaprueba.
El entorno desaprueba todo cuanto se aparta de la normalidad y, como somos pocos los que aspiramos a un desarrollo espiritual, no podemos esperar de este entorno el beneplácito social ni la presión ambiental que ha catalizado nuestra previa evolución. No hay un modelo social que nos obligue a estar despiertos y denuncie nuestra dificultad para gestionar la realidad; al contrario, el modelo nos anima a la disidencia y al desacuerdo: todo es culpa de los demás, son ellos los desorientados, los saboteadores.
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