Final y Principio
La existencia material se desarrolla con ilusión durante la primera mitad, llevados por unas expectativas que convierten cada momento en el primer paso de un futuro lejano que está por venir; todo lo que hacemos tiene un sentido y una finalidad que se realizará más adelante, y nosotros nos realizaremos en ella. Pero llega un momento en el que se hace evidente que el porvenir se acorta y estas expectativas no se van a cumplir. Entonces los días se hacen monótonos, los años pasan y se terminan, lo que hacemos no es nuevo sino mecánico, repetimos siempre lo mismo y actuamos porque hemos desarrollado una serie de responsabilidades que estamos obligados a atender. Y a cierta edad, el cuerpo empieza a fallar, de modo que incluso estas obligaciones se nos resisten.
Si no hemos desarrollado previamente una sensibilidad por lo esencial y la espiritualidad vamos a interpretar esta situación como el inicio de una decadencia total. Porque la decadencia del cuerpo es un hecho pero, si nos confundimos con el cuerpo, la proyección hacia el futuro, que nuestra mente continua haciendo por sistema, nos presenta un panorama de aniquilación no solo física sino psicológica.










