Respuestas de foro creadas

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  • en respuesta a: Acerca del sistema económico y social #2531
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Muy interesante la charla; y como dice Pedro, con algunas propuestas muy sugestivas que se apartan de los discursos y de la crítica habitual. Supongo que el calificativo feminista está relacionado con la audiencia porque una de las cosas interesantes es que es muy poco feminista en el sentido reividicativo al uso. Habla del ser humano en su variedad, incluido el género. 

    en respuesta a: Técnica de la Oración #2526
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Es un monje ortodoxo, de nombre Evgraf Evgrafovich Kovalevsky, nacido en San Petersburgo en 1925, consagrado obispo de la Iglesia Ortodoxa de Francia, fallecido en 1970 y canonizado en 2008 por dicha Iglesia. Está claro que se aproxima a lo Superior contemplando la protesta que mira el mundo con un sentimiento de injusticia e incomprensión que nada tiene que agradecer a un supuesto Dios responsable de esta situación. Nos invita en cierto modo a redimir este Dios que la sociedad actual rechaza haciéndolo brillar en nuestra conducta personal, para llamar a nuestro entorno a redescubrir el espíritu en su propio fondo. Si esto requiere esfuerzo, la ayuda de lo Superior es indispensable para no desfallecer. Pero la oración se produce, y la ayuda se recibe, en el mismo esfuerzo.     

    en respuesta a: INDICACIONES PRACTICAS SOBRE LA TRINIDAD #2519
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Guardaba las últimas frase del comentario de Juan María para glosar la Navidad. Se refiere a la Virgen y dice: “Y ahora que llega a Navidad se nos ofrece esta forma de vivirla: ofreciendo nuestro corazón como cuna a Jesús-Espíritu, frágil. En tal caso el Misterio de María su madre será para nosotros misterio de ardiente actualidad”

    Este hombre tiene la virtud de hacer entender, de una forma aparentemente complicada, lo que nunca habíamos comprendido: no tenemos más que aceptar la sencillez de nuestra naturaleza material y ofrecernos para facilitar el nacimiento de Dios en nuestra conciencia.

    Jesús, en el Evangelio de Juan, le dice a Nicodemo: “De cierto te digo que el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”.
    Y el ángel le dice a María: “vas a concebir en tu seno y a dar a luz un hijo… El Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra; por eso el que va a nacer será santo y le llamarán Hijo de Dios”

    El Espíritu de Dios se cierne constantemente sobre nosotros pero la Navidad es un tiempo propicio para recordarlo y hacerlo presente, aquí y ahora. No hace falta subrayar que nuestras capacidades esenciales proceden de Dios ni tampoco que la visión de la realidad que el mundo nos ofrece intenta asfixiarlas y aniquilarlas. Salvar a Dios en nosotros es lo único que tiene sentido, y la gracia es que se consigue amando al otro, desapropiándonos de algo que ni tan siquiera es nuestro pero se nos ha dado el privilegio de vivir y utilizar.

    Cuando decimos que nuestra identidad es capacidad de ver, amar y hacer, no podemos dar por descontado que sea algo que ejercitemos. A lo mejor lo estamos ignorando; o, peor todavía, lo estamos sacrificando en el altar de nuestro orgullo y de nuestra comodidad. Desde luego el camino más seguro es el de la cruz, porque nos libra de perdernos en la oscuridad de la nada disfrazada de complicadas conspiraciones.

    Bienaventurados los pobres de espíritu, sobre todo cuando la sabiduría se convierte en necedad y el amor a unos valores se disfraza de animadversión hacia las personas. Es difícil de entender como hemos llegado a esta situación en la que la mentira, el odio y la venganza parecen más atractivos que la ciencia y la solidaridad. Pero a lo mejor es un acicate para tomarnos más en serio la extensión de esta espiritualidad práctica que intentamos difundir.

    La gracia que tiene la situación actual es que no tiene ninguna. Digamos que se ha puesto de relieve la inoperancia del sistema, pero también la fortaleza del ser humano para enfrentar las dificultades. Esta fortaleza ha de promover una nueva organización social en los próximos años; y la espiritualidad, considerada como la manifestación más elevada de la especie humana, tendrá necesariamente un gran protagonismo en este proyecto.

    En el futuro, se recordará este año que estamos finalizando como el punto de inflexión que dejará atrás el materialismo. Pero no para soñar con utopías y paraísos sino para administrar los bienes terrenales desde la conciencia. Una conciencia que solo puede ser global y solidaria. Este año es más complicado desear felices fiestas; en cambio está más justificado que nunca el deseo de paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad. Una voluntad que Dios iluminará y fortalecerá desde nuestro corazón.

    en respuesta a: INDICACIONES PRACTICAS SOBRE LA TRINIDAD #2516
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Respondiendo a lo que plantea Pedro:

    Hablar de la Vida es lo mismo que hablar de Dios, no se puede decir nada de la Vida, solo ser consciente de serla. Y a veces el enfoque antropológico lo hace todo más difícil de comprender. En este sentido, la hipótesis Gaia quizás sea más sugerente.

    Dado que no está claro que Jesucristo sea un hecho histórico podríamos considerar su mensaje como una intervención de lo superior fuera del tiempo. Que el hombre neolítico fuera capaz de comprenderlo es muy cuestionable, porque no parece que actualmente se comprenda mucho.

    Hablar de los individuos, presentes, pasados o futuros, no es lo mismo que hablar del hombre en tanto que ser esencial. Si decimos que el Yo es la identidad, esta identidad está en Dios en todos los casos. Y Dios está fuera del tiempo.

    Cada cultura ha recibido un mensaje propio para resaltar nuestra naturaleza espiritual. Algunas incluyen el concepto de Dios como sujeto y otras no, pero el de Ser Absoluto yo diría que está presente en todas. La nuestra da más importancia a la acción que a la inhibición, resalta más el amor que la eliminación del deseo. Pero la idea de desapropiación combina ambas perspectivas.

    Suponiendo que Dios se haya encarnado en un individuo concreto, en este caso en Jesús, ha tenido que hacerlo forzosamente en un momento y lugar determinados. Lo que podría ser interesante es conocer las religiones que practicaban los pueblos colindantes con Israel, para ver si el judaísmo era especialmente adecuado para un propósito de tal calibre.

    en respuesta a: INDICACIONES PRACTICAS SOBRE LA TRINIDAD #2515
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Para mí, personalmente, Juan María constituye un portal abierto a la trascendencia. Es curioso encontrarlo en el seno de la Iglesia pero con unos planteamientos tan distintos de los tradicionales. Se nota que no se ha dedicado a vivir del dogma sino que ha profundizado en la conciencia, con la ayuda de todos aquellos que ha glosado en sus escritos: desde el cristianismo primitivo hasta las tesis de profesores de un entorno académico ajeno al catolicismo.

    En cualquier caso, esta última aportación suya, podríamos decir que nos libera definitivamente de algo que ya veníamos destacando: la dificultad de hablar de Dios conceptualmente. En cambio nos coloca, de una forma abrupta, imposible de eludir, frente al Dios que pretendemos buscar y encontrar en el centro de nosotros mismos.

    Yo no sé si Dios es absolutamente pobre y frágil en Sí, lo que sí puedo constatar es que este Dios en mí, que algunas veces consigo percibir, se presenta con estas características. Y también veo con mucha claridad que el Trabajo espiritual que intentamos recorrer adquiere todo el significado cuando dejamos de intentar salvarnos nosotros, que vamos a desaparecer, y nos proponemos salvar a Dios en nosotros y de nosotros. En nosotros como conciencia de la esencia que somos y de nosotros en tanto que personajes obsesionados por subsistir.

    El único camino que lo aclara todo, es ese vaciamiento, esta entrega: participando en esta danza dinámica, como un punto en la conciencia de Dios.

    en respuesta a: INDICACIONES PRACTICAS SOBRE LA TRINIDAD #2511
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    El propósito de este intercambio es incluir a Dios en nuestra realidad, como algo evidente sobre lo cual podamos sostenernos. No lo tratemos como una idea discutible con la intención de responder intelectualmente a una incógnita; porque, sea cual sea la respuesta, la incógnita permanecerá. Justo por eso, a nosotros no nos sirve la fe basada en las creencias. Y además debemos contemplar la cuestión de Jesucristo: ¿Jesucristo es Dios que se encarna entre nosotros y se deja crucificar porque es la manera de redimirnos? Y si es así: ¿esto es un acontecimiento histórico que ya pasó y no nos compete personalmente?, ¿solo tenemos que creer que resucitó?

    Fijaos que este Dios monolítico de la religión judaica, o de otras religiones, el Dios del Antiguo Testamento, es un ser situado en la cúspide de la pirámide: es el origen de todas las energías, controla el universo, legisla, juzga nuestra conducta y decide nuestro destino. En este panorama no jugamos ningún papel, tan solo podemos esperar que se apiade de nosotros por haber caído en la trampa de haber querido ejercitar nuestra libertad y habernos equivocado. Jesucristo aparece ahí como la víctima que Dios se ofrece a sí mismo para compensar la supuesta afrenta que le hemos hecho.

    No parece que nos sirva esta imagen. Es cierto que nosotros no podemos explicar a Dios pero Él no has de explicar a nosotros. Y si resulta que Él vive un amor absoluto por sí mismo y nosotros somos totalmente contingentes, ¿qué le importa nuestro amor?, ¿por qué se tiene que preocupar por nosotros?

    La cosa cambia radicalmente si resulta que Él es el ser que soporta nuestra individualidad y que esta individualidad la ha previsto Él mismo, hasta el punto de encarnarse en un ser humano. Entonces nuestra razón de ser no puede ser otra que la de volver a Él conscientemente. Ya lo dice Jesucristo: “yo soy el camino, la verdad y la vida”. Por lo tanto, el Dios que nos explica es necesariamente trino: Dios Padre nos da el Ser, Dios Hijo nos confiere la individualidad y Dios Espíritu Santo nos estimula a actualizar el potencial para que nos redescubramos como esencia.

    Y la desapropiación es la clave, también en nosotros: no somos propietarios de nada pero nos descubrimos siendo cuando lo damos todo. Y cualquier gesto de querer apoderarnos de esto que no somos o de negarnos a entregarlo nos lleva por el camino de la amargura y no señala cual es la buena dirección. O sea que esto es algo más que una discusión teológica.

    en respuesta a: INDICACIONES PRACTICAS SOBRE LA TRINIDAD #2509
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Esta idea de que no podemos decir nada de Dios no es exclusiva de los hindúes, la comparten los neoplatónicos y aparece a menudo en las discusiones teológicas no dogmáticas. Se refiere no solo a la incapacidad de la razón para describir a Dios sino también a la inconveniencia de intentarlo, porque convierte a Dios en objeto y cualquier idea de Dios es un ídolo. Sin embargo, el Evangelio dice que a Dios nadie lo ha visto jamás, pero que a su Hijo lo hemos conocido en Cristo. Así que parece obligado que hablemos de Dios contemplando esta relación que también nos atañe a nosotros.

    A pesar de que nadie lo ha visto, en la Biblia se explica un encuentro con Dios en el que dice su nombre. Nombre equivale a definición y Dios se define con la frase: “Yo soy el que soy”. A menudo la traducimos como “el Ser”, pero Juan Maria nos ha advertido que el concepto de ser de la filosofía occidental no es adecuando ahí. Este “ser” racional procede de la abstracción, se refiere a lo que tienen en común todas las cosas existentes, y no vale como traducción en el Sinaí: Dios se define como “El ser siendo”, “El ser que está presente en todo”. En Dios no podemos separar el ser del existir, no podemos imaginar un Dios inmóvil, impasible e impersonal que se complace en un narcisismo total. Otra vez nos encontramos con un Dios que se relaciona.

    Y en el Verbo encarnado en Cristo lo encontramos en una entrega total, tanto a la voluntad del Padre como a nosotros, hermanos en la esencia. Dios es el ser siendo en cada uno de nosotros. Lo advertimos en el momento en que nos desidentificamos de la forma: a veces porque nos vemos rechazados y marginados más allá de toda razón y a veces porque nos ofrecemos por completo a los demás. En ambos casos surge en nosotros la conciencia de algo valioso e inconmensurable que ningún maltrato puede mancillar y ningún esfuerzo puede alcanzar.

    Tanto en un caso como en otro descubrimos ahí un valor intrínseco, esencial. Lo cual significa que la esencia es amor. Dios es amor. Y claro, lo es intrínsecamente, sin depender de nadie porque Él es la única Energía, la única Inteligencia y el único Amor. Pero si el amor implica relación, Dios debe encontrar al otro en sí mismo y para sí mismo, se ha de querer a sí mismo en todo aquello que concibe y entregarse a realizarlo. Ha de dar el ser a todo lo que imagina, e imaginarlo experimentando y restituyendo lo que ha recibido: siendo y sucediendo. En Dios no hay un “Yo”, hay mucho más que eso, hay un potencial infinito que se actualiza en una multiplicidad también infinita cuyo sentido es el gozo en una comunión de amor. Y en esta entrega completa reside su libertad, porque ahí no hay sombra o límite que le impida volver a sí mismo.

    Miremos de nuevo la imagen y semejanza: en nosotros el ser tiene la oportunidad de expresarse como amor y, si nos fijamos, eso es lo único que tiene sentido. Todo lo demás es un fenómeno que aparece y desaparece; no solo en el momento del nacimiento y de la muerte: todo el rato.

    en respuesta a: INDICACIONES PRACTICAS SOBRE LA TRINIDAD #2506
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    La respuesta de Rosa tiene la profundidad y sencillez de una comprensión desde el fondo.

    Nosotros también somos trinitarios, somos energía, inteligencia y amor. Y esta triple dimensión solo nos complica cuando somos tacaños, condicionamos nuestra entrega o intentamos pasar factura cada vez que hacemos algo en beneficio de los demás.

    Si por el contrario lo damos todo, encontramos en esta entrega consciente el sentido de la existencia y la felicidad inherente al amor. La vida la llevamos de serie, nuestra aportación es hacer que fructifique en el otro que la reclama y utiliza.

    En realidad es muy sencillo. Solo el niño pequeño, que todavía no es autosuficiente, necesita una atención personal. A medida que vamos madurando y que intervenimos en el mundo, esta atención y reconocimiento la recibimos en la propia interrelación con los demás, como algo inherente a la misma. No la obtenemos como remuneración del otro sino como satisfacción personal: por el hecho de vivir a fondo lo que somos, amando al otro y actuando para crear la realidad.

    Observad que Jesús nunca se refiere a sí mismo como “yo”; se denomina “hijo del hombre” o “hijo del padre”, recibe el ser del padre y lo entrega al hombre. El pecado original es la renuncia a nuestro origen, es recibir el ser para negarnos a darlo. Dios nos ha hecho libres, así que podemos decidir, pero la libertad no es caos porque se transforma en amor.

    en respuesta a: INDICACIONES PRACTICAS SOBRE LA TRINIDAD #2503
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    No es cuestión de necesidad sino de posibilidad, ¿qué sentido tienen el poder y la sabiduría si no se pueden ejercitar y compartir? La quietud es intrínsecamente más pobre que la creatividad, es una limitación, y Dios excede a toda limitación. Así que esto responde a tu pregunta sobre la necesidad. Acuérdate que estamos hechos a su imagen y semejanza, lo que vale para nosotros vale para Él elevado a la enésima potencia: ¿tú concibes una existencia inmóvil y pasiva, sin poder relacionarte con nadie?

    Claro, en el supuesto de que pudieras crear, no ibas a crear para hacerte compañía unos muñecos mecánicos incapaces de entenderse contigo. Por eso Dios nos ha creado conscientes y libres. Lo ha hecho en serio, se ha manifestado a través de nosotros y al mismo tiempo ha permitido que obráramos en base a nuestro criterio personal. Así que comparte con nosotros nuestros éxitos y fracasos, nuestros descubrimientos y nuestros errores. El Verbo no solo se encarnó en Jesucristo, se encarna en cada uno de nosotros, ahora, en este momento.

    Desapropiarse no significa desentenderse, significa darnos el ser y encargarnos a nosotros de gestionar la creación; es decir, asumir la capacidad de ver, amar y hacer y desapropiarnos también de ellas para entender, atender y cuidar de los demás. Al crearnos múltiples nos permite actualizar el amor que somos participando en la misma junto a Él. Él no está allá arriba mirando lo que hacemos, está en el centro de cada uno de nosotros, relacionándose con nosotros mismos y con los demás a través nuestro. Interviene en la medida en que le dejamos intervenir y sufre en la medida que nos confundimos y perdemos el sentido que tiene la existencia. Jesucristo nos demostró que Su entrega es absoluta y asume en nosotros todos los beneficios y dificultades de ser una forma. Él hace las cosas de verdad, no hace ver que las hace.

    Podríamos decir que juega a encontrarse a Sí mismo desde la infinidad de conciencias a las que previamente da el ser, en el marco de una Totalidad que nos permite evolucionar, comprender, transformar el mundo y sobre todo amarnos y amarlo a Él. Sin la creación el Amor no existiría, con la creación Dios es Amor porque se desapropia de sí mismo. Y nosotros volvemos a Él porque nos desapropiamos de nosotros.

    Así que lo que desde la perspectiva de la forma es contingente, se vuelve necesario visto desde el Ser. Y ahí está el camino de la autorrealización, en la vuelta a Él a través de nuestra entrega total.

    en respuesta a: A MODO DE PRESENTACIÓN DE MIS LIBROS #2497
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    3.- El Evangelio interpretado desde la línea de Antonio Blay.- Boira Editorial

    Cuando somos conscientes de lo Superior podemos aprovecharlo y acelerar nuestro desarrollo. En este momento ya nos habremos alejado lo suficiente del personaje para comprobar que la existencia no tiene nada que ver con lo que él presumía. Este es un fenómeno que nos puede confirmar que realmente estamos avanzando: nuestra noción de yo y nuestra visión de la realidad se modifican por completo cada vez que damos un salto y nos colocamos en un nivel superior de la conciencia. Si las lecturas que hacemos solo sirven para ir añadiendo ideas, sin que nada sustancial cambie, es señal de que debemos leer menos y practicar más.

    La experiencia nos dice que la realidad tiene muchos planos, cada uno con sus leyes y su propia dinámica; querer trasladar de forma literal recomendaciones válidas para un nivel a otro diferente suele ser una fuente de confusión; tanto si lo de arriba se quiere aplicar abajo como al revés. En la práctica, cada vez que accedemos a un nivel superior necesitamos nuevas instrucciones para movernos por él. Y a menudo no resulta fácil encontrarlas. Con esta intención se ha escrito este libro. No para dar instrucciones de cómo actuar desde los niveles superiores sino para indicar dónde podemos encontrarlas.

    Aquí conviene resaltar que el propósito es actuar desde los niveles superiores pero en este plano terrenal. No vamos a hablar de viajes astrales ni de realidades post mortem, ni tan siquiera vamos a considerar la opción monástica que pone toda la atención en el espíritu, reservando para el cuidado del cuerpo y de la mente un mínimo indispensable. Lo que vamos a considerar es el modo de actualizar nuestra capacidad de ver, amar y hacer en nuestro mundo cotidiano personal, familiar y social; lo cual dará lugar, lógicamente, a formas de comportamiento diferentes de las que se tienen por norma en este entorno.

    Tales instrucciones se han venido dando en el marco de las religiones tradicionales con referencia a sus textos sagrados. Cada religión tiene los suyos. Aunque en el fondo todos dicen lo mismo, cada uno se acomoda a la forma de vida y a la visión del mundo propia de su cultura. La que corresponde a la nuestra es el cristianismo y nuestro texto de referencia es la Biblia que, entre otros libros de la tradición judía, contiene a los Evangelios.

    Estos Evangelios, escritos con posterioridad a la vida de Jesucristo, incluyen muchas anécdotas de su existencia que fueron trasmitidas oralmente y que se mezclan con discusiones doctrinales de los primeros tiempos del cristianismo. Estas discusiones dieron posteriormente lugar a dogmas que la Iglesia considera de obligado cumplimiento; pero el comportamiento que Jesucristo tiene y las indicaciones que da no pueden ser convertidos en normas y obligaciones porque son de la naturaleza del amor.

    Recordad las últimas palabras que dice a sus discípulos cuando se despide de ellos: “Un nuevo mandamiento os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado”. Bien pues la pregunta es: ¿de qué manera les amó? Y ahí está la respuesta que andamos buscando.

    Naturalmente, si encontramos la respuesta es porque nos hacemos la pregunta. Carece de sentido explicar algo difícil de entender a una persona que no está interesada en el tema. Tiene que haber una preocupación previa, una incógnita que se considera importante resolver; entonces la explicación se recibe como agua de mayo.

    Bien, pues esta es la experiencia que tenemos todos los que hemos sido educados de pequeños en colegios religiosos y que en su día abandonamos la religión tradicional en busca de otras referencias más convincentes. Algunos tuvimos la fortuna de encontrarlas en las enseñanzas de Antonio Blay. Y más tarde, al releer un poco por casualidad algunos pasajes del Evangelio, nos ha sorprendido entenderlo con una gran claridad, como una especie de Manual de Trabajo que responde a todas las incógnitas que se presentan al intentar congeniar la trascendencia con la vida cotidiana.

    Y una de las cosas que más llama la atención es el acento y la atención que Jesús pone, no en lo Superior, sino en lo más miserable, infortunado, menesteroso y desdichado. Quizás esta sea la sorpresa más grande que tenemos en estos cambios de percepción de la existencia inherentes a la evolución en el espíritu. La supuesta dificultad de hacer que lo inferior ascienda se resuelve con el movimiento contrario: es lo Superior que desciende para hacerse cargo de nuestros errores y animarnos a resolverlos.

    en respuesta a: A MODO DE PRESENTACIÓN DE MIS LIBROS #2496
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    2.- Espiritualidad y vida cotidiana.- Boira Editorial

    El segundo libro ofrece la visión de lo que supone esta nueva existencia despiertos. Bajo el nombre de ESPIRITUALIDAD Y VIDA COTIDIANA aparecen una serie de indicaciones orientadas a combatir la noción de “crecimiento personal” que tanto daño ha hecho a la verdadera espiritualidad. Esta es una noción directamente relacionada con programa de vida del personaje; un programa que Blay definía con esta frase: hacer, para tener, para llegar a ser.

    No es difícil entender que si el personaje vive en el error, cualquier crecimiento no hará más que ampliar la ignorancia en la que se mueve. El confunde el desarrollo con el incremento de lo que ya tiene: más de lo mismo. No puede entender que no está viviendo en la realidad y que sus deseos le alejan cada vez más de ella. Esto se percibe claramente cuando le vemos rechazar y condenar el mundo del que forma parte: cuanto más se crece más lo reprueba. Pero lo reprueba porque no lo entiende, ni participa en él ni sabe moverse por él de forma adecuada. Lo que hace es encerrarse en su presunción e inhibirse de la existencia.

    Así que este libro, después de denunciar este presunto crecimiento como algo erróneo, nos invita a todo lo contrario: a conocer la realidad de un modo lo suficientemente extenso y profundo para comprenderla, a esforzarnos para compartirla con todo los seres que nos acompañan y a ejercitar nuestra naturaleza consciente decidiendo la orientación que queremos dar a nuestra existencia y la labor que pretendemos desarrollar en ella.

    Esta invitación se basa en una premisa: redescubrir lo que ya somos pero estamos ignorando o considerando irrelevante. El primer paso es despertar y tomar conciencia de nuestra realidad personal: ya somos, no tenemos que llegar a ser; ya valemos, ya podemos. Despertando descubrimos nuestra naturaleza esencial: la capacidad de ver, amar y hacer. Y el paso siguiente es mirar. También como lo definía Blay: mirar, con interés, para ver.

    Despertar a nuestra realidad esencial no es el final sino el principio. Sería el final si no estuviéramos en la existencia pero nuestra esencia se está expresando a través de una forma individual que se interrelaciona con otras formas. Esta forma individual no tiene realidad per se: el cuerpo precisa alimentos y aire para mantenerse y la mente necesita las impresiones que le llegan constantemente. El individuo es una entelequia mental, lo único real es la totalidad, las formas individuales tienen cierta autonomía en su seno pero no pueden subsistir por separado.

    Así que el famoso conócete a ti mismo va mucho más allá de nuestra piel y de los contenidos actuales de nuestra mente; incluso después de haberla liberado de los errores del personaje.

    ¿Hacia dónde hemos de mirar para hacernos cargo de nuestra realidad existencial, aquí y ahora, y protagonizarla de un modo consciente? El libro plantea un viaje de ida y vuelta: primero desciende desde el ser esencial a la personalidad individual, pasando por el espíritu, la cultura, el colectivo y la familia, llegando así a la personalidad. Para, desde ella, emprender el regreso al espíritu actualizando el potencial que somos en cada uno de estos niveles existenciales. El viaje de ida nos entrega los materiales que nos construyen y en el viaje de vuelta los restituimos, a poder ser con un plus de luz, afectividad y realidad que nosotros aportamos, de forma personal o participando en los grupos o colectivos propios de cada nivel. Así es como la esencia se expresa en la existencia y realiza su propósito.

    Y finalmente, el libro se interesa por la propia esencia, por cómo la experimentamos en este plano y por el significado de esta excursión de ida y vuelta, con un principio y un final. Reclamamos así una atención consciente hacia el espíritu, diferenciada de los aspectos psicológicos y sociológicos del Trabajo espiritual. Aquí abordamos la cuestión de la trascendencia y lo hacemos de la mano de la muerte que es la mensajera más conocida del espíritu.

    Este segundo libro lleva por subtítulo: Práctica de Antonio Blay desde lo superior. De hecho la frase es una redundancia porque el Trabajo espiritual se hace siempre desde lo superior, pero a veces resulta difícil atestiguarlo porque lo Superior se nos aparece en forma de esta demanda que nada terrenal puede satisfacer.

    en respuesta a: A MODO DE PRESENTACIÓN DE MIS LIBROS #2495
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    1.- Práctica del camino de Antonio Blay.- Boira Editorial

    El primero lleva por título la ya conocida divisa: PRÁCTICA DEL CAMINO DE ANTONIO BLAY, divisa que preside nuestro grupo de Facebook y los congresos de ADCA. A esto nos hemos dedicado todos estos años, a garantizar que las enseñanzas de Antonio Blay pudieran difundirse e impartirse de un modo práctico y eficaz.

    Tengo que decir aquí que he estado muchos años dudando de la conveniencia de divulgar estas instrucciones, por miedo a que pudieran caer en manos de la pseudo espiritualidad que andan a la caza y captura de novedades para mantener la clientela con nuevas propuestas. Pero si leéis el libro veréis que está asegurado que esto no va a suceder.

    De hecho, la finalidad de este texto es prevenir las desviaciones que acostumbran a distorsionar la eficacia de los ejercicios y retrasan la evolución que podemos hacer. El libro resalta el rigor con el que se ha de acometer el Trabajo y los obstáculos mentales, emocionales y prácticos que nos vamos a encontrar a lo largo del camino. Así que no se presta a nutrir propuestas para distraer al personal y promover las fantasías del personaje.

    Por lo tanto no va a ser un libro de divulgación. Está escrito para los que ya se han subido a este carro y quieren avanzar lo más rápido posible. Y sobre todo, para los que se sienten llamados a desempeñar una tarea de orientación y tutela. En los primeros capítulos podrán reconocer todos los obstáculos que aparecen de entrada y también las equivocaciones que, con la mejor voluntad del mundo, se cometen para ganarse la voluntad de los que empiezan. Un inicio inadecuado puede lastrar el camino durante muchos años, porque las bases que permiten un esfuerzo eficaz se definen y colocan justo al principio.

    No obstante el libro va más allá del principio. El principio es despertar y objetivar el personaje, pero todo esto conduce a un cambio radical en la existencia que, debemos apuntalar para hacerlo viable. De lo contrario, si no conseguimos movernos con una cierta seguridad en este nuevo territorio, la tentación de regresar al personaje es muy fuerte. Y aquí se hace evidente la necesidad de la fe, no en el sentido de creencia sino de confianza. El cambio que el Trabajo espiritual propicia es tan grande que el personaje no puede imaginarlo. El personaje fantasea con escenarios extraordinarios en su mundo de siempre, pero lo que el Trabajo propone solo puede vivirlo como una amenaza porque es incapaz de integrarlo en sus esquemas mentales.

    Y si aquí no actuamos con decisión para animar al yo experiencia a vencer este temor que el personaje nos contagia; si andamos con pies de plomo para que lo vaya viendo y se vaya animando, poco a poco, iremos directos al fracaso. Lo que sucederá es que el personaje recuperará el terreno con la excusa de no poner en peligro la vida cotidiana y colocará el Trabajo en el ámbito del yo ideal: como algo que “hay que hacer”. Esto en el mejor de los casos, porque puede que encima se considere por encima de los demás mortales y se disfrace de superior.

    Así que el descubrimiento de uno mismo a través del despertar y la objetivación del personaje por medio de los eventos, ha de ir seguido de un cambio radical en la forma de vivir, un cambio que puede propiciar el ejercicio que hacemos para reforzar la capacidad que el personaje ha estado obstruyendo. Ahí tenemos un punto crítico: si el personaje consigue bloquear este ejercicio: por falta de interés, por complejo de incapacidad o por considerarlo algo superestructural que no justifica el esfuerzo que requiere, probablemente estemos asistiendo al final del viaje. Pero si conseguimos superar el reto, se nos abre un mundo de posibilidades: entonces volvemos a sentir ilusión por la existencia, las ganas de vivir que teníamos de pequeños, porque recuperamos nuestro protagonismo y el derecho a diseñar nuestra existencia de una forma creativa.

    La finalidad del libro no es sembrar el pesimismo; todo lo contrario: lo que pretendemos es que aquellos que han conseguido soslayar estas dificultades y vencer estos complejos, se manifiesten más combativos y menos cuidadosos con el mecanismo que sigue parapetado en el subconsciente. Conviene que tengamos más confianza en la realidad esencial que hay detrás de este personaje y nos dirijamos a ella con la seguridad de que vamos a ser escuchados. Puede que a veces tengamos que hablar un poco más alto para atravesar el ruido de la mecanicidad, pero vale la pena hacerlo. Lo que resulta suicida es tener miedo a molestar al personaje. El arma para atravesar las barricadas que coloca es el rigor; y rigor significa claridad, interés por el progreso del otro e impecabilidad en nuestras respuestas; no tiene nada que ver con la autosuficiencia y la prepotencia.

    en respuesta a: EL PROBLEMA CATALÁN #2490
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Otro presidente de la Generalitat de Catalunya elegido por el pueblo catalán y destituido por los jueces del Estado por no haber quitado una pancarta. Es posible que lo haya sido de acuerdo con las leyes, da igual: si las leyes permiten algo así significa que hay que modificarlas. Pero nosotros asistimos íntegramente al juicio en el que se condenó a los políticos catalanes y pudimos comprobar cómo se falseaban unas pruebas y se ignoraban otras para alcanzar una sentencia que ya estaba dictada de antemano.
    El poder judicial ha sustituido al ejército como fuerza represora. Y el problema es que todavía hay unos 2.400 juicios pendientes de personas acusadas de cualquier delito que les venga bien por el hecho de haber participado en el referéndum.

    en respuesta a: EL COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO EN LOS CRISTIANOS #2488
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Magnífico artículo. No tiene desperdicio y atiende lo esencial que, a la vez, es posible

    en respuesta a: CURSO SENCILLO PARA HACER CON UN GRUPO DE AMIGOS #2487
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    La emoción es un fenómeno de amor: si algo te gusta o te disgusta, si lo quieres o lo rechazas. La sensación es una actividad del organismo. Ambas cosas se perciben internamente, de aquí la confusión que a veces se produce. También contribuye a confundir el hecho de que utilizamos el mismo verbo «sentir» para expresar ambas cosas: sentimos emociones y sentimos sensaciones. Pero la tristeza y el frio son cosas muy diferentes, la tristeza valora la realidad y el frio te informa de la temperatura del ambiente.

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