El sentido de la vida ¿Dónde está el problema?
Nuestro problema reside en que por una parte ya existe en nosotros esa fuerza, esa realidad, que es la que nos impulsa a buscar la plenitud total; pero por otra parte no hemos desarrollado suficientemente nuestros mecanismos, de modo que no podemos captar ni expresar toda la amplitud, toda la fuerza y todo el contenido de nuestra realidad central. En consecuencia sólo vivimos y nos preocupamos por la consecución de cosas pequeñas y parciales, y por lo tanto, las satisfacciones que nos puede dar la consecución de esos objetivos pequeños se limita a unas felicidades también parciales.
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Muchas veces se plantea la pregunta de qué es lo que una persona que trabaja y vive todos los valores auténticos espirituales puede hacer en el exterior, es decir, es correcto que haga. Dijimos ya anteriormente que, en principio, la vida interior, desde cierto ángulo, nada tiene que ver con la vida exterior. La vida espiritual no tiene nada que ver con la vida material, en el sentido de que no se pueden vivir simultáneamente las dos vidas, porque son dos dimensiones distintas. No obstante, lo que decíamos hace poco es cierto: en la medida en que yo funcione de acuerdo con unas leyes, de acuerdo con unos estados de conciencia, yo necesitaré vivir al exterior con estas mismas leyes. Si no, sentiré que algo falla en mí, que estoy en contradicción conmigo mismo.






