Qué supone la obra de Blay para mí

Cuando me preguntan a qué dedico mi tiempo, jubilado, contesto con la alegría que me da la oportunidad de hablar del Trabajo, que me ocupo en ADCA, difundiendo la obra de Blay, maestro espiritual y pedagogo de la autorrealización. La réplica suele ser curiosa, por su simpleza, y a veces frustrante porque me da la impresión de que no han entendido nada.
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Muchas veces se plantea la pregunta de qué es lo que una persona que trabaja y vive todos los valores auténticos espirituales puede hacer en el exterior, es decir, es correcto que haga. Dijimos ya anteriormente que, en principio, la vida interior, desde cierto ángulo, nada tiene que ver con la vida exterior. La vida espiritual no tiene nada que ver con la vida material, en el sentido de que no se pueden vivir simultáneamente las dos vidas, porque son dos dimensiones distintas. No obstante, lo que decíamos hace poco es cierto: en la medida en que yo funcione de acuerdo con unas leyes, de acuerdo con unos estados de conciencia, yo necesitaré vivir al exterior con estas mismas leyes. Si no, sentiré que algo falla en mí, que estoy en contradicción conmigo mismo.









Decía que cuando somos pequeños se nos va educando, que educar consiste en que se nos vaya diciendo lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo y lo que no hay que hacer. El niño va aprendiendo eso que se le enseña, pero no sólo lo aprende sino que lo acepta tal como se le da, es decir, se le da como que eso es la verdad y el bien.