Nombre del autor:Carlos

Distinguir emoción y sentimiento; aceptar y comprender

Pregunta de un alumno:

¿Las emociones te sacan de tu centro?

Respuesta de Blay.: Las emociones te sacan de tu centro, pero no el sentimiento. Emoción es una reacción que se produce en relación con algo, en cambio el sentimiento es algo que surge del fondo naturalmente. La emoción siempre es una reacción, una respuesta a algo, en cambio, el sentimiento es algo inherente a la persona y surge del fondo, el sentimiento te ayuda a centrarte, la emoción te ayuda a descentrarte.

 

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Lo que nos impulsa

La mayor parte de las personas vive su existencia como un contraste entre ilusiones y desilusiones, entre unas situaciones que son placenteras y otras de conflicto, de dolor. Si encuestáramos a un grupo numeroso de personas en relación a la idea que tienen de su vida, evaluada como positiva o negativa, agradable o desagradable, etc., probablemente encontraríamos a un mayor número de ellas que afirmarían que la balanza se inclina del lado negativo.

     Esto es realmente decepcionante si, por otra parte, consideramos que la vida debiera ser algo completamente positivo, que la vida debiera constituir un crecimiento constante en relación a las propias facultades, a la conciencia clara de sí mismo, a la comprensión de las cosas, a la capacidad creativa, y este crecimiento conduciría progresivamente a una mayor vivencia de lo positivo.

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La Presencia de Dios (2 y final)

Entonces comienza la verdadera vida espiritual, pues me doy cuenta de que ya no soy yo quien vivo, de que no soy una unidad aislada enfrentada a la vida, enfrentada a los demás, sino que esa Realidad que intuía y a la que he aspirado de muchas maneras empieza a aparecer en mi propia experiencia. Por sutil, por suave que sea al principio, la calidad que trae consigo es testimonio de que viene de una zona mucho más alta.

 

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Oriente, Occidente y Espiritualidad

Oriente ha venido a ser para muchos como sinónimo de espiritualidad, y Occidente como sinónimo de materialismo. Para otros, sin embargo, Oriente no es sino un país inmenso que se ha pasado los siglos petrificado, soñando en hipotéticos mundos subjetivos, rehusando enfrentarse abiertamente con los problemas inmediatos y concretos del mundo físico, económico, político y social, que para Occidente constituyen la máxima realidad. Y para otros, en fin, la actitud de Oriente no plantea ninguna cuestión de valores, sino que es simplemente la expresión de un modo de ser, digamos de un temperamento racial, que se caracteriza por su tendencia contemplativa, pasiva e introspectiva, en contraste con el modo de ser occidental, activo, dinámico y emprendedor.

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La personalidad creadora. Técnicas psicológicas y liberación interior. Prólogo

Este libro ha sido escrito para los descontentos inteligentes. Es decir, para todos aquellos que, estando disconformes con su modo de ser actual, piensan que debe existir alguna manera de modificar sustantivamente su Personalidad, en el sentido de alcanzar una mayor expansión de sus recursos y una más profunda vivencia de la propia plenitud. Para aquellos que no se encierran en el rígido caparazón de sus ideas y actitudes cristalizadas, y están dispuestos a emprender un trabajo definido para alcanzar una liberación interior de temores, prejuicios, encogimientos, incertidumbres, dudas y perplejidades. Para los que presienten la posibilidad de un vivir pleno, maduro, creador, lleno de sano positivismo y rico de significado. Para los que anhelan respirar hondamente sin trabas interiores, que desean comprender el sentido de la propia vida y que son capaces de luchar para llegar a vivirla de un modo total.

 

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El sentido espiritual

Para que se produzca esta realización yo he de trabajar. Pues aunque esta Realidad ya existe, ya está funcionando (ya que no existe otra energía ni otro poder aparte del Poder Absoluto), aunque yo no puedo ni debo modificar nada de lo que Es, en cambio sí debo modificar mi pequeña visión de las cosas, he de modificar el hecho de apoyarme sólo en lo que perciben mis sentidos materiales y en las ideas que me han transmitido las personas con las que me he educado. Pues las personas, en general, viven sólo a un nivel psicológico y no me han podido trasmitir esa realidad espiritual. Me han hablado de ella, pero desde una postura de creencia, de fe, de moral y quizá de ritual, pero no como de algo realizable experimentalmente en mi propia conciencia.

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Cómo se vive el hombre: El yo-idea.

Podemos mirar también cómo vive el hombre su propia conciencia de ser. El hombre es un punto, una idea o una voluntad individualizada en la Mente Divina. Pero el hombre está muy lejos de vivir eso. El hombre, cuando es un niño pequeño se vive como una suma de impresiones e impulsos bastante difusos, según parece. Está viviendo, sí, a partir de la dinámica real de la vida, pero de una manera bastante informe. A medida que va creciendo, a medida que va viviendo más y más sus energías y va estructurando su sistema nervioso, toma una conciencia más clara, más diferenciada, de sí mismo y de lo que le rodea. Podríamos decir que el hombre pasa un período de su vida en que está viviendo esencialmente a nivel de su capacidad de experimentar —aunque esto es algo que ocurre durante toda la vida, podríamos señalar que hay un período en que la cosa aparece en estado puro, que es cuando el niño aprende a hacer las cosas; entonces se vive como impulso, se vive de una manera directa, pura—. Pero, poco a poco, a esto se sobrepone la idea que él se va formando de sí mismo. Los demás se refieren a él, le enuncian conceptos, valores, opiniones, le comparan, le contrastan, le juzgan, y todo esto hace que el niño vaya adquiriendo una idea de sí mismo basada no sólo en su experiencia, sino en los juicios y valores que el exterior manifiesta respecto de él.

 

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El Trabajo en la muerte de un ser querido

Perdí a mi mujer, de manera súbita e inesperada, en una mañana, supuestamente normal y corriente, del mes de febrero. Me resulta difícil escribir sobre ello; no he podido hacerlo hasta ahora. Me pude ir despidiendo de Chus durante las horas en las que, inconsciente y sedada, se  fue retirando del cuerpo. Yo, en un estado mental de aturdimiento e incredulidad, me mantenía centrado, sostenido por unas fuerzas que desde luego no sentía como mías. Al día siguiente, cuando la costumbre nos obliga a estar de pie, dando explicaciones y recibiendo el pésame, no era capaz de soportar  tanto dolor.  Sentía que no podía haber pesadumbre más grande que aquella, dudaba de poder resistirlo. Y aprendí el significado de la expresión: tener el corazón desgarrado. No es solo una herida, es un pedazo del alma que se rompe, se desgaja y  se marcha con ella.

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Serie de reflexiones sobre la ponencia del III Congreso de ADCA «el compromiso esencial». Decimocuarta entrega: «¿PARA MÍ, O PARA TODOS?»

Séneca, De Harvey Barrison from Massapequa, NY, USA - Córdoba_2015 10 23_2668, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimediWikipedia. a.org/w/index.php?curid=74226067

«Según Séneca la naturaleza es Dios y Dios está en la naturaleza, y el hombre, gracias al don particular de la razón que le es propio, está capacitado para penetrar la naturaleza y discernir las leyes divinas que le son inherentes. Además muestra que la razón divina puede ser percibida más claramente en el hombre que se mantiene firme y calmado en períodos de turbulencia.

En su consciencia el hombre tiene el guía infalible en su actuar. Pero por encima de esta consciencia se encuentra, como autoridad última, la divinidad que nos la ha dado para ser nuestro guardián, la divinidad a la cual debemos nuestra vida, ante la cual somos responsables, y a la que no escapa acontecimiento alguno.

Quizás la cuestión está en dilucidar cuál es nuestro protagonismo en esta conciencia.  Lo que no aparece en esta perspectiva es ningún propósito de castigarnos si no nos comportamos de una determinada manera. La pena se limita en todo caso al hecho de no disfrutar del privilegio que supone la conciencia, pero en ningún caso se habla de una realidad trascendente, más allá de los sentidos.»

 

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