La trascendencia
Cuando respondemos a lo que el entorno nos presenta, tomamos conciencia de que no existe un yo personal independiente, porque para pensar, sentir y hacer, es indispensable un objeto […]
La acción consciente en la sociedad
Una de las grandes preguntas existenciales que nos hacemos es: “¿Qué estamos haciendo aquí?”. La respuesta es que estamos echando una mano a todos los niveles: personal, social, político y
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El amor consciente
Aquí [con el Trabajo del “yo-experiencia” en el Centro Afectivo] empieza el Trabajo de transformar nuestra forma de amar, para adecuarla a la finalidad que tiene: utilizar de forma consciente
La armonización de lo inferior con lo superior
Cuando nos movemos exclusivamente por los niveles más elementales y tenemos conocimiento de la existencia de otros superiores, solemos interesarnos por cómo nos podemos beneficiar de los mismos. Presuponemos que
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El yo experiencia como referencia central del Trabajo
Porque la gente entiende que el potencial de inteligencia es que yo pienso, que el potencial de amor es que yo quiero y el potencial de energía es que yo
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La observación del personaje
El personaje es algo ajeno a nuestra naturaleza: artificial, inútil y nocivo. Es también el responsable de nuestra dificultad para mantenernos despiertos y vivir en un estado superior de
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¿Educar o domesticar?
Ésta es la clave que distingue la educación de la domesticación: la domesticación solo busca que el niño actúe de una determinada manera, al margen de si entiende o no
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Vivir nuestro propio mundo
Ver [la mentira del modelo recibido en la educación durante la infancia] es indispensable, porque en el camino espiritual tenemos mucha tendencia a entenderlo y a justificarlo todo, supuestamente desde
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El Sermón de la Montaña (2 y final)
Ante la complejidad de la personalidad, es necesario colocarse en los niveles superiores de conciencia y observar desde allí la existencia. Las cosas no se entienden de abajo arriba, sino de arriba abajo.
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El Sermón de la Montaña (1)
(Mt 5, 1-16) «Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron los discípulos; y abriendo Él su boca, les enseñaba, diciendo: Bienaventurados
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