Antonio Blay

Las dificultades: un medio eficaz para curar el orgullo.

El orgullo es el problema más difícil de resolver y por eso no nos ha de extrañar que quien desee trabajar de veras en la vida espiritual se encuentre enfrentado a dificultades, problemas y contrariedades de todo tipo, y que muchas veces sea víctima de grandes injusticias. ¿Por qué? A veces porque la persona se «desconecta» de su entorno y no sabe ver las leyes más simples de la vida. Otras veces esto sucede porque sólo cuando la persona se encuentra con dificultades, cuando tiene que movilizar todos sus recursos interiores, cuando se enfrenta con cosas imposibles -cuando vive su impotencia, su limitación, cuando se da cuenta de que está ante algo que no puede solucionar, cuando se enfrenta a la crítica, al ridículo, inerme, sin poder hacer nada-, si sabe estar atento y consciente, aquello se convierte en una oportunidad extraordinaria para descubrir la no-realidad de su yo personal.

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Todo está en el Silencio

La práctica del Silencio debe ser aprendida; mejor dicho, debe ser aprendida la práctica de dejar lo que no es silencio, pues sólo así se presenta el Silencio. El Silencio no es algo que nosotros podamos manejar o manipular; el Silencio es algo que siempre está ahí y sólo hay que descubrirlo; y se descubre cuando se quita lo que lo cubre, cuando se quita todo lo que lo oculta a nuestra conciencia. Por eso el trabajo no se relaciona con el Silencio mismo, sino con las demás cosas. Es cuando yo suelto las demás cosas-porque no tienen nada que ver con el Ser esencial, con Dios, con la realidad-, cuando entonces viene el Silencio. Cuando veo que ninguna idea, sensación, acción, tiene nada que ver con la Realidad profunda de mí, del Ser, cuando me doy cuenta de esto, lo suelto todo, lo dejo ir todo y me quedo sin nada. Este aprendizaje de “soltar” y de desidentificación es el que hay que realizar.

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El sentido de la vida a través de la presencia de Dios.

El sentido de la vida no es sólo el sentido global de la vida, es el sentido de cada instante de la vida, pues si yo no vivo este sentido en cada instante, yo no podré realizar este sentido. En mi etapa de búsqueda, el sentido de la vida es encontrar la plenitud; luego, si éste es el sentido de la vida, éste es también el sentido de cada momento de la vida, de cada circunstancia; porque «la vida» es un término demasiado general, y si me conformo con esta idea general descubriré que mi conducta particular está muy lejos de este objetivo. Es convirtiéndolo en objeto efectivo de ahora y del momento siguiente como yo realizaré este objetivo. Es, pues, una consigna de cada momento. ¿Estoy abriéndome ahora a lo que es la plenitud, la felicidad, el ser, la verdad, me estoy abriendo a ello? ¿O estoy esperando que algo o alguien me dé un poco más de afirmación o de satisfacción?

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Sobre el amor.

Estamos acostumbrados a pensar que el amor es una cualidad que depende siempre de alguien: el amor es algo que doy a alguien y que alguien me da a mí. Efectivamente, esto es así a un nivel de la personalidad en que aparece como si fuera una cosa transitiva, que se comunica, que se traslada del sujeto al objeto. Pero, pensemos que este amor es sólo una manifestación elemental de lo que es el verdadero Amor. El verdadero Amor es el estado de éxtasis de Ser, es la conciencia de plenitud de Ser del todo. El Ser, cuando se vive directamente, es un estado tan perfecto, tan total, tan único, tan simple, tan complejo, que se transforma en felicidad suprema. El Amor es esta conciencia subjetiva de realidad, de unidad, de simplicidad, de plenitud. Esto es el Amor. Sólo en el aspecto personal esta plenitud interior se desborda, se exterioriza en un grado menor; a esto es a lo que llamamos amor transitivo.

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La depresión. Niveles y causas

Existe la depresión orgánica como resultado de una disminución de las energías físicas, de un cambio metabólico, un cambio en la circulación o en la presión sanguínea, etc. Todo esto puede producir una depresión basada en lo fisiológico con unas consecuencias psíquicas derivadas de aquélla. 

Y también existe la depresión a nivel del yo-idea, cuando una experiencia se vive como negativa del propio valor. Cada vez que alguien de importancia para nosotros nos niega nuestro valor como persona, el valor de nuestras posibilidades o de algo que hemos realizado, de algo que vivimos como el yo, aquello nos produce una irritación violenta o una reacción depresiva. La depresión se produce en el momento en que yo vivo la situación como una imposibilidad de llegar a la afirmación o a la plenitud que busco. 

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Yo idea, yo ideal: el personaje

Fragmento del libro Ser: Curso de psicología de la autorrealización (Editorial ÍNDIGO):

Podemos decir que el niño, de un modo natural, es un potencial de energía, de inteligencia y de amor-felicidad. Él es intrínsecamente eso, es lo que es su identidad como individuo, y su existencia es ir actualizando eso en forma concreta, a través de lo físico, de lo afectivo y de lo emocional concreto.

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Ver y pensar

Hay una gran diferencia entre estar simplemente atentos a algo y el razonar sobre algo. Al razonar nos estamos pronunciando sobre ese algo, estamos formando símbolos, estamos juzgando, valorando, seleccionando. Pero cuando yo miro algo, cuando aprendo a dirigir mi atención de una manera fija, sostenida, sobre algo, estoy simplemente mirando y es manteniendo esta actitud de mirar cuando se puede llegar a ver, del mismo modo que sólo manteniendo la actitud de escuchar se puede llegar a oír. Y al decir escuchar quiero decir escuchar de veras y en consecuencia, oír de veras; porque lo que ahora hacemos no es escuchar de veras, pues mientras estamos escuchando también estamos pensando, estamos comparando, razonando o criticando lo que escuchamos, y esto nos impide desarrollar nuestra capacidad de oír del todo.

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Sobre la gracia

Es preciso pasar por una especie de inmolación de lo personal. Sólo cuando uno afronta una y otra vez las dificultades, los obstáculos, las críticas, los desengaños, y no se limita a quejarse, a exclamarse, a hacerse la víctima, sino que se abre a la situación y procura ser consciente de sí y de la situación, entonces es cuando se produce la disolución de esa crispación, de ese gesto, de ese nudo que tenía en lo más profundo de su mente. Entonces es cuando se abre paso al poder de la gracia que penetra y que por sí misma transforma, eleva, llena.

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